Cuarenta mil personas marcharon desde la plaza San Martín hasta el Monumento Nacional a la Bandera. Mujeres, lesbianas, bisexuales, travestis, trans, no binaries, afro e indígenas pararon para exponer las emergencias de sus sectores en materia de género.

Todavía no son las 18 y casi todos los negocios de calle San Luis están cerrados; no por el horario de verano ni por temor a potenciales desmanes en sus vidrieras, sino porque los comercios no subsisten sin el laburo de quienes no están ahí esta tarde. Mujeres, lesbianas, bisexuales, travestis, trans, originarias, no binaries, indígenas y afros pisan fuerte el asfalto en un nuevo paro internacional y plurinacional. El calor atrasó el sorteo del orden de las columnas y, consecuentemente, el inicio de la marcha. En plaza San Martín, diversas corporalidades están volando la tierra que mueven y que hoy paran. La torta asada y la transpiración condensan la textura y el olor de esta lucha. En un rato olerá a humo de bengalas.

Los únicos violines que da gusto escuchar son los once que suenan sobre el pasto en una función de Músicas Tangueras, cuya bandera remarca: “Sin nosotras no hay tango”. El último candombe es para María Remedios del Valle, heroína independentista afroargentina invisibilizada por la historia. Más tarde, cuando la marcha haya comenzado, la columna afro dirá presente en cánticos de lucha antirracista. Cuando lleguen al final del recorrido, las afros gritarán que no son una raza. Sigue cayendo gente y los espectáculos apuran el final. El escenario mostró poesía, teatro, música y enunció reclamos. María Rosa Vega se subió para compartir la urgencia del feminismo villero: que las cocineras de los comedores comunitarios sean reconocidas como trabajadoras y cobren salarios que les permitan la independencia económica.

La IVE vive, la lucha sigue

Ni bien finaliza el sorteo, Sol Gorostiaga, militante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, exhibe dificultades en el acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo incluso luego de la sanción de la ley. Hace diferenciación entre provincias sobre la (no) garantía del derecho, habla del tabú que todavía implica abortar. “Sacamos al aborto del closet, pero sigue en el closet”, cuestiona.

Los millones de personas que años atrás se manifestaron en la puerta del Congreso de la Nación Argentina y en nodos federales de la marea verde parecen haberse disgregado ante un horizonte incierto. ¿Cuál es la emergencia actual de los feminismos? En el octavo 8M desde la ruptura de sentido que fue Ni Una Menos –el 3 de junio de 2015– proliferan diferentes pedidos ante desigualdades multicausales. Pese a la mixtura, hay menos personas que el año pasado.

De la plaza al Monumento

Detrás de la barredora está el agite. A minutos de despegar, suena una versión feminista de una melodía que estalló al país de alegría: “Muchachas, ahora sí nos toca festejar, hoy la lucha continúa”. La cabeza de la marcha mira los balcones para pedirles a los señores y a las señoras que no sean indiferentes. Karla Ojeda, trava histórica, hace una pregunta retórica entre risas: “¿Qué pasa con la organización?”. Por fin la columna se mueve a paso lento y firme. Un canto por Tehuel de la Torre, joven trans desaparecido dos años atrás en el marco de una supuesta entrevista de trabajo, se superpone con otro: “A la iglesia católica apostólica romana, que se quiere meter en nuestra cama, le decimos que se nos da la gana de ser putas, travestis y lesbianas”.

Foto: Cande Robles

Un muchacho transita por la vereda de San Luis entre Italia y España con quien parece ser su padre. Ojea los negocios y se queja: “Todo cerrado, está cerradísimo”. Otro varón pasa a contramano entre Sarmiento y Mitre, atento a la efusividad de la Federación de Estudiantes Secundaries, entre batucada, glitter y prendas de colores estridentes. Él viste una remera que reza: “Qué mirás bobo?”. No hay espejos a la vista. Ninguna esquina en todo el recorrido tiene más voyeurs que la del cine Nuevo Monumental, decenas de ojos silentes ven pasar a la multitud.

Entre los pocos negocios abiertos, asoma uno que vende lentes y se gana el grito de una manifestante: “¡Las chicas no trabajan, paro de mujeres!”. Un grupo de obreros de la construcción arregla el pavimento. Observan la marcha con aparente respeto y hacen comentarios indescifrables por lo bajo. Recién, una mujer estancada en la puerta de un estacionamiento, dejó entrever la mímica de un insulto –o de un elogio– a través del parabrisas: “Hijas de puta”.

Las putas patean la calle alrededor de una bandera del orgullo LGBTTTIQ+ y exclaman: “No soy amiga de tu papá, somos las putas, no paramos de cobrar”. En las antípodas pero con el mismo ritmo, otra columna acusa: “A nuestras pibas las llevaron las de AMMAR”. Una vez que la masa haya desembocado en el Monumento Nacional a la Bandera, Milla, emblemática militante travesti, pedirá madurez política, recordará a Sandra Cabrera y distinguirá a mujeres trabajadoras en su día para desmarcar al trabajo sexual de la trata de personas.

Todes con Cristina

En la columna del Frente de Todes no impostan sororidad con quien vulnera a mujeres trabajadoras y las explota desde su más tierna edad; anuncian que con las telas de la Awada van a hacer una bandera que diga con letra grande: “YEGUA, PUTA Y MONTONERA”. A más de 70 años de la primera jornada electoral donde las mujeres pudieron votar y ocho fueron elegidas como legisladoras todas, dentro del peronismo, la conductora y máxima lideresa del justicialismo de este siglo está proscripta con las armas de hoy y sus militantes conciben al lawfare como un disciplinamiento político a cualquier femineidad que intente patear el tablero desde el poder. 

Las y les peronistas reconocen como emergencia la necesidad de jaquear la proscripción para construir un porvenir nacional, popular, democrático y feminista. “¿Cuánto te falta para entender que no fue magia, nos conduce una mujer?”, aleccionan. Pero CFK no es la única mujer que destaca la narrativa peroncha, que exclama: “Para Milagro, la libertad; para las pibas, la reforma judicial”. Y reversiona: “En Argentina nací, tierra de Evita Perón, de las Madres y Abuelas”.

Memoria, Verdad y Justicia transfeminista

En 2021, por primera vez los genocidas fueron juzgados por delitos sexuales de lesa humanidad en un juicio resuelto por Meet. Pero los feminismos no se conforman con eso y van por más. No sólo Hijas y Nietes levantan las banderas por la Memoria, por la Verdad y por la Justicia a semanas de un nuevo 24 de marzo y en un año en el que se cumplirán 40 años ininterrumpidos de democracia; la protesta del colectivo travesti-trans puso en agenda su reclamo de emergencia: la reparación histórica postdictadura por la que pelea desde hace años.

Foto: Cande Robles

La masa baja ahora por los escalones del Monumento hasta el colapso. La postal es más estética que en años anteriores, cuando la desembocadura estaba en un difuminado Parque Nacional a la Bandera. Milla toma el micrófono y celebra este regreso desde el ágora del Monumento. Se sincera ante unes cuarenta mil manifestantes: “Para fuera, la unidad; para dentro, la crítica constructiva”. Pide un aplauso para la organización garante de la marcha, sobreviviente a múltiples discusiones previas. Mientras espera el arribo de las demás columnas, intenta encender a les manifestantes, que de espaldas a la catedral se hacen eco de su rugido: “Iglesia, basura, vos sos la dictadura”.

Todo es fervor en el punto de llegada, aunque al poco tiempo los cantos merman por el calor agotador. Milla entretiene a todo el público mientras aguarda el encuentro con quienes aún no llegaron. Enfatiza en que el movimiento es translesbofeminista. Y repite: “Translesbofeminista”. Al instante, saluda a las lesbianas porque ayer fue el Día de la Visibilidad Lésbica en honor a Pepa Gaitán, torta asesinada en 2010 en un crimen de odio por parte del padrastro de quien era su novia.

¿Qué es seguridad para los feminismos?

Todavía faltan algunas columnas cuando se comparte la proclama, que enhebra los apartados de este conglomerado amplio, mixto y disidente. Hay un aspecto llamativo: en un contexto rosarino donde la emergencia territorial de combatir la narcocriminalidad destila un cóctel explosivo con el año electoral, los feminismos eligen no creer en los reyes magos y no fogonean reduccionismos. En los últimos 4 años la población penitenciaria en la provincia se multiplicó —de 3.700 en 2018 a 9.100 hoy— y no por eso hubo menos crímenes fatales. Los narcos ganaron terreno y en cuestión de meses destruyeron construcciones comunitarias que llevaron años, pero la seguridad pregonada en este 8M late en un texto colectivo que identifica un problema existencial en el lawfare. Los feminismos también proponen estrategias para combatir la inseguridad desde los tres poderes del Estado: reforma judicial feminista, freno a las persecuciones políticas contra la compañera Nadia Schujman y desbloqueo de la proscripción a CFK. Les que todavía se animan a habitar las calles de Rosario en la nocturnidad apocalíptica dentro de media hora irán a parar a parques y a bares de la zona para coronar otra jornada de reivindicación y de reflexión.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 11/03/23

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