El libro Semilleros repasa la historia de los clubes de barrio de los que surgieron los integrantes de la Selección Argentina campeona del mundo en Qatar, entre ellos Abanderado Grandoli (Lionel Messi), El Torito (Ángel Di María) y 6 de Mayo (Ángel Correa).
“Esto nació en la mesa de un bar, charlando con Juan (Stanisci), de Lástima a Nadie Maestro, con quien venimos compartiendo distintos proyectos vinculados al deporte social y comunitario”, dice Fabián D’Aloisio –coordinador de la revista Meta, sentidos en juego, y uno de los editores de Semilleros– y se explaya: “Durante el Mundial había surgido un hilo de Twitter en el que se contaba que estos campeones del mundo habían salido de clubes de barrio de sectores populares, así que vimos en eso algo interesante para contar. Hicimos el trabajo de buscar todos los clubes y comprobar que aún existen, y después lo pensamos como una obra colectiva en la que más de veinte escritores y escritoras fueron a visitar esos clubes y reconstruyeron la historia de estos jugadores que hoy son ídolos pero que en un momento fueron parte de un club de barrio. En el caso puntual de Rosario hay cuatro compañeros muy grosos como Facundo Paredes, que escribió sobre Ángel Correa y 6 de Mayo, Lucrecia Sabadotto sobre Ángel Di María en El Torito, y Nadia Fink y Julia Moscatelli sobre Messi en Abanderado Grandoli”.
Facundo Paredes, jugador fundamental de este periódico y de esta sección, cuenta que el centro para ser parte del proyecto se lo tiró Stanisci, “a quien conozco de entrevistarlo y de compartir informaciones y experiencias. Me contó la idea y me gustó mucho y también la posibilidad de contar la historia de Correa y sus orígenes. En 6 de Mayo me encontré con un club muy lindo en el que Angelito sigue dando una mano y al que visita cada vez que anda por Rosario”. La profesora de Educación Física y Educación Somática Lucrecia Sabadotto, por su parte, aclara que “la convocatoria me llegó porque venía publicando artículos en la Revista Meta, y veníamos intercambiando ideas y reflexiones con Fabián en torno al deporte, a la competencia, a los clubes y al deporte social comunitario que es el foco principal de la revista. Y en base a esos intercambios, luego de que salimos campeones, me cuenta del proyecto y me dice que necesitan gente de Rosario y me pregunta si podría tomar alguno de los jugadores de acá y le cuento que tengo una amiga que vivía muy cerca de Di María, y que conozco la zona, y siempre tuve amigos por Rucci o Parque Field. Y que sería una historia cercana. Además de que soy canaya y que crecí en la zona norte de la ciudad”.
Nadia Fink, en tanto, compañera de Stanisci en Lástima y una de las creadoras de la Colección Antiprincesas y Antihéroes de la Editorial Chirimbote, revela que “la idea era revalorizar los clubes de barrio, que son tan importantes en esta era de niñez tan tecnológica”, y destaca el hecho de que la hayan convocado a ella y a Julia “por conocer el lugar, es realmente importante que las historias las escriban quienes son de los lugares en los que están esos clubes”.
El alma inquieta
“Hay una prehistoria de la historia que no se cuenta. Generalmente se cuenta la historia de los jugadores desde que llegan al club en el que debutan en Primera, pero antes de llegar a un club grande, todos los pibes pasan por al menos un club de barrio. Y la característica de esta Selección es que absolutamente todo el plantel salió de un club de barrio”, retoma D’Aloisio, y remarca: “Allí empezaron a patear las primeras pelotas, seguramente los llevó una madre, un padre, una tía o abuela. Allí hicieron sus primeras amistades, se comieron el primer sánguche en el buffet y donde seguramente también jugaba algún hermano. Los pibes, y por suerte ahora las pibas, que van a jugar los próximos Mundiales están en los clubes de barrio, por más que haya algunos que se formen en Europa, y eso implica muchas cosas, en términos de comunidad, de construcción de identidad, de pertenencia, es un espacio cultural, político, social que permite las primeras identificaciones de los pibes y pibas. Al principio teníamos el temor de que sean muy monótonas las historias, pero el trabajo de las y los autores fue maravilloso porque cada uno encontró por dónde entrarle.
El libro quedó como un ensayo, más social-político si se quiere, hablando un poco sobre lo que significan los clubes de barrio hoy”.
“El desafío fue que Messi es, de todos los campeones, el que menos jugó en su club de barrio, era muy chiquito y además ya está todo escrito. Entonces lo que hicimos fue tejer esa historia con la de otros clubes de barrio, pensar lo que significan las experiencias colectivas, cooperativas, arraigadas en el territorio, como así también el contraste con el crecimiento de los búnkers en esos barrios”, se engancha Fink, y toca de primera: “Todos los niños y niñas que juegan en Abanderado Grandoli saben que Messi jugó ahí y tienen la esperanza de conocerlo. Además es muy querido en todo el barrio, hay murales, está su escuela. Y por los testimonios que recogimos es un hecho que para el Pulga, o Picky como le decían en la infancia, la vida era jugar a la pelota. Como ahora, que sigue siendo un niño grande que ama jugar a la pelota”.
“Con respecto a Di María fue muy interesante ir a Torito porque me encontré con las mismas personas que entrenaban las categorías de baby en aquella época. El mismo entrenador, Rubén Tomé, que conversó conmigo y me contó detalles de la categoría 88 en la que Ángel ya se destacaba. También me encontré con el Negro Yoya, que es uno de los socios fundadores, una figura muy importante en el club. Y su actual presidente, Germán Ángel, junto a una comisión directiva que está muy centrada en la función social del club, en poder garantizarles una merienda a los pibes después de la práctica. Una comisión directiva que en pandemia se ocupó de armar una cocina para que la gente pudiese ir a buscar alimento. Muy comprometidos”, destaca Sabadotto, y lanza un dato fascinante: “Desde muy pibito, desde los cinco años y según cuenta Rubén Tomé: se la pasaba practicando una jugada que actualmente es su marca registrada: picársela al arquero”.
Haciéndole honor a su apellido, Facundo devuelve la pared y asegura que 6 de Mayo “no sólo lo preparó a Correa para lo que fue después como futbolista sino que le salvó la vida. Era parte de una familia muy numerosa que vivía en una pobreza absoluta y encontró en el técnico de su categoría a una persona que lo apadrinó y se lo llevó a vivir con él y le dio una mano muy grande a su familia”. Y remata: “Angelito contó muchas veces lo que significaba el club como el lugar en el que tenía una merienda que en su casa faltaba, que lo alejó de tentaciones que tenía muy a mano como la calle y las drogas, y que nunca en su vida tuvo regalos en navidad, reyes o cumpleaños, por lo que su primer y gran juguete lo consiguió gracias a la pelota”.
Melodía de arrabal
Antes de finalizar, Fabián D’Aloisio confiesa que es hincha de All Boys y que de pibe probó suerte “en el glorioso Club Atlético Boulogne, del norte del conurbano bonaerense, donde jugué con el Negro Astrada y salimos campeones del campeonato policial de baby fútbol. Jugué de los 6 a los 13 años y tuve la suerte de viajar a Uruguay en los intercambios que se hacían en esa época”, y concluye: “Recuerdo a los clubes de barrio como una de las mayores maravillas que tiene la Argentina, algo que no se da en todos los países. Hay que reconocer a las y los trabajadores que bancan los clubes de barrio. Dan resistencia a los intentos privatizadores y le dan lugar a los pibes y pibas para que ejerzan su derecho al juego. Después, sólo algunos llegan a los clubes grandes, pocos llegan a Primera, unos poquísimos juegan en la Selección y un mínimo porcentaje de esos sale campeón del mundo”.
En Semilleros, que se puede conseguir a través de la web https://colectivodale.org/meta/ y que el próximo 4 de agosto (en el QTP, de Riccheri 34) tendrá su presentación en Rosario, están las historias de los clubes que vieron surgir a los 26 jugadores más Lionel Scaloni y Pablo Aimar. Entre quienes salieron a la cancha con sus plumas botines están Pablo Paván, Máximo Randrup, Lucas Jiménez, Fabián D’Aloisio, Ayelén Pujol, Matías Detrocchi, Loli Insúa, Jordi Aguiar, Cecilia Merchan, Simón Valente, Nadia Fink, Julia Moscatelli, Lucrecia Sabadotto, Inés Oleastro, Andrés Mooney, Gimena Figueroa, Facundo Paredes, Juan Stanisci, Carla Mileo, Ignacio Vallejos, Mónica Santino, Delfina Corti, Marcos Villalobo, Ezequiel Bilder, Santiago Núñez, Santiago García, Marcos Villalobo, Débora Majul, Bárbara Pistoia. El prólogo es de Ariel Scher y el epílogo de Nemesia Hijós.
Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 14/07/23
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