Tras la conmoción inicial por los resultados de las Paso nacionales, las reuniones que se están haciendo los jueves en el club Lavalle de Avellaneda al 700 –donde estaba el bar Bonavena– son una muestra de la reactivación del nervio militante del espacio que hasta hace unos años se podía englobar bajo la denominación de movimiento nacional y popular y que a partir del proceso político abierto tras el estallido de 2001 sumó nuevos actores surgidos de activismos en función de nuevas agendas y temáticas con tono “progresista”, como el feminismo y el ambientalismo.
“Ya vamos por la tercera reunión, y la catarsis ya no se escucha más. Ahora se escucha gente compartiendo la alegría de estar juntos, de no estar solos; y de hacer la parte que nos toca”, describió Lisandro Sagué, uno de los promotores de esos encuentros y referente de La Masotta, agrupación surgida desde la facultad de Psicología y proyectada a otros ámbitos con una impronta propia.
La convocatoria a las reuniones, continuó Sagué, se dio a partir “del mismo reflejo” registrado en 2015, que no alcanzó para evitar la llegada a la presidencia de Mauricio Macri pero sí para que tanto Macri como los sectores que lo promovieron supieran que no les iba a resultar sencillo imponer sus políticas, lo que se confirmó después con las movilizaciones de resistencia a distintas medidas y revirtió aquel fatalismo del tipo “estos se van a quedar ocho años por lo menos”.
“El reflejo”, entonces, no es otro que el de “tratar de multiplicar y abrir, porque el llamado a la ciudadanía y la militancia es a la responsabilidad, no sólo en el voto sino en las acciones, porque el futuro está en nuestras manos”, remarcó después Sagué, entrevistado en el programa Poné la Pava el último miércoles. “Queremos ubicar canales de contacto entre espacios políticos y actores de diversos territorios como el barrio, la salud, las pymes, organizando comisiones, trabajando juntos la campaña”, abundó, para considerar luego que la creciente participación en los encuentros en el club Lavalle se nutre de los “sueltos”, que “están otra vez on fire”. Así, en las reuniones abunda la diversidad en cuanto a diagnósticos y propuestas. “Siempre va a haber alguien que va a decir que hay que manejar las redes de otra manera, otro que va a decir que hay que hablar con la gente, otro que hay que dar el volante, otro que hay que hacer actividades, otro que hay que armar las cuadrículas… Y tenemos que hacer todo: hablarle a los que no están acá pero también a los nuestros, porque si no, ¿quién le habla a los nuestros, que están con la agenda del enemigo, entristecidos, pensando que esto es irreversible?”, graficó el referente de La Masotta.
“La militancia se contagia. «El apetito viene comiendo», dice Perón. Cuando la gente empieza a hablar se da ese contagio, y a veces hay lugares que son muy cerrados, muy metidos para adentro, que por ahí se apagan porque compran la agenda del enemigo que provoca parálisis y nos quiere hacer sentir culpables”, añadió.
También coincidió en que el reflujo militante pos Paso tiene en Rosario un ingrediente local que no se repite en muchos otros lugares del país y que es la posibilidad cierta de “ganar la ciudad”. Y Sagué lo dice desde el peronismo, no como militante o adherente de Ciudad Futura. “Después de las Paso nacionales vimos que en las reuniones de Ciudad Futura había más “entusiasmo” que esa “afición por las pequeñas diferencias” que avizora como funcional a esa “agenda del enemigo que provoca parálisis” y obtura debates genuinos.
“A nosotros hay cosas que no nos escandalizan. La del peronismo es una historia llena de traiciones. Nosotros no somos Alberto. Para nosotros Massa es el piso, lo militamos porque lo pidió Cristina. Y que sea Massa el candidato también tiene que ver con la falta de organización nuestra”, marcó.
Las reuniones “donde era Bonavena” no son las únicas del mismo tipo. Valen como muestra de un fenómeno que contrasta con el desánimo y los enojos que predominaron en la previa y en las primeras jornadas posteriores a las Paso. Habrá que ver para qué alcanza la emergencia de esas nuevas sensaciones en términos meramente electorales. Por lo pronto, se reavivan esperanzas y, al decir de Lisandro, “la confianza en el pueblo”, que no siempre alcanza para ganar en las urnas, pero sí para no olvidar que no nos han vencido.
Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 02/09/23
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