La Fifa anunció una Copa del Mundo inaudita para 2030, con tres partidos en Sudamérica y los cien restantes en Europa y África. Dificultades y polémicas a la hora de designar sedes. Cuando la realidad supera la ficción.
Elegir sede para un Mundial nunca fue tarea sencilla para la Fifa. Por eso, en 2010 Joseph Blatter lanzó la promo 2×1 y de un saque se eligieron los anfitriones para 2018 y 2022. Y así le fue.
Entre los candidatos de entonces fue curioso el caso australiano. Peter Hargitay era asesor del presidente Blatter y por eso Inglaterra –otro de los aspirantes– lo contrató para la candidatura. La tarea de este oscuro personaje era la de ir detrás de los dirigentes que influyen en la elección de las sedes mundialistas. Cuando se cambió de bando y ayudó a Australia, conoció a Fedor Radmann, experto en asesoramiento deportivo.
Por esa influencia, la Federación Australiana de Fútbol invirtió fortunas, como cuando financió un viaje a Chipre del seleccionado Sub 20 de Trinidad y Tobago, de donde era el poderoso Jack Werner, de la Concacaf, dueño de varios votos.
Se calcula que los lobbistas cobraron alrededor de 9 millones de euros y que el gobierno de Australia gastó 37 millones en la candidatura. El resultado fue papelonesco: el 2 de diciembre de 2010, la postulación australiana quedó afuera después de obtener un sólo voto. “El hombre de las relaciones públicas Peter Hargitay primero ilusionó a Inglaterra, luego a la frustrada Australia y terminó con Qatar. El que conoce las estrategias de la competencia, el que sabe con qué votos cuenta y a quién ve como rival no tiene problemas para observar tendencias, influir sobre las decisiones y convencer a los indecisos o disidentes”, dice Thomas Kistner en su libro Fifa Mafia.
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Gianni Infantino, actual presidente, también tuvo problemas con la elección de sedes cuando fue directivo de la Uefa. Italia era la gran favorita para ser anfitriona de la Eurocopa 2012, seguida de cerca por Croacia y Hungría. Pero Polonia y Ucrania, a priori sin chances, se quedaron con la organización. “No sé qué puede haber sucedido en las últimas 48 horas”, se quejaron en la federación croata. Un dirigente de Chipre –mayor inversor de Ucrania– aseguró tener testigos que certificaran el reparto de 11 millones de euros como incentivo, pero Infantino desestimó la denuncia: “Si les diéramos crédito a todas sin disponer de alguna prueba, perderíamos mucho tiempo”.
Quizás por la experiencia de sus antecesores en la Fifa y la propia en la Uefa, Gianni Infantino, esta vez, decidió de manera unánime quiénes serán los organizadores del Mundial 2030. “Ahora la Fifa no vota. Decide «políticamente». No sabemos qué es mejor”, escribió el periodista Ezequiel Fernández Moores en el medio cooperativo Acción.
Si de cara al próximo Mundial México y Canadá reciben migajas de Estados Unidos (de los 16 estadios, 11 serán yanquis, 3 mexicanos y 2 canadienses), qué le queda a la Conmebol: en Sudamérica (Argentina, Uruguay y Paraguay) se jugarán 3 de los 104 partidos. Por eso sonó exagerado (y hasta irrespetuoso) cuando Chiqui Tapa, titular de la AFA, dijo que este anuncio significó “el segundo día más importante para el fútbol argentino”. Pobre Diego y los campeones del 86 y del 78.
@c5n Mundial 2030 | «Chiqui» Tapia habló en conferencia de prensa junto a Sergio Massa. #Tiktokdeportes #mundial2030 #futbol #seleccion #messi #massa #chiquitapia #futbolentiktok ♬ original sound – c5n
La paz Mundial
Cuando a la Fifa de Joao Havelange se le apareció un competidor de Japón (país con el que tenía fuertes relaciones comerciales) para recibir el Mundial de 2002 –Corea fue el candidato de la siempre disidente Uefa– se decoró la elección de la doble sede, inédito hasta el momento, como “un triunfo de la integración”. Ahora, Infantino habló de “una huella global única” que integra “tres continentes, seis países” y que “en un mundo dividido, la Fifa y el fútbol se están uniendo”. Y cerró: “¡Qué gran mensaje de paz, tolerancia e inclusión!”. La Fifa se maquilla con palabras bonitas.
Salvo que el actual presidente pretenda lo de su antecesor, Sepp Blatter, que llevó el certamen a Sudáfrica en 2010 con el objetivo, entre otros, de ser elegido premio Nobel de la Paz. Pero las intenciones de Infantino parecen apuntar hacia Estados Unidos, gran ganador tras la investigación de su FBI que encarceló y desplazó a gran parte de la cúpula dirigencial blatteriana: mantiene fuertes relaciones con Donald Trump, incorporó a su equipo a la fiscal Loretta Lynch (clave en el Fifagate), le dio la sede principal del Mundial que tanto quería y ahora mudó oficinas y empleados de la lujosa casa de Zúrich a Miami. ¡Bienvenidos al país de la Libertad (de empresa)!
La Fifa rezonga cuando los Estados se meten en cuestiones de la gran familia del fútbol. Y a aquellos que quieran organizar este gran evento les pide normas jurídicas y fiscales especiales, exenciones de las leyes contra el lavado de dinero y anulación de la legislación laboral vigente en trabajos relacionados con el Mundial, entre otros ítems. Las aduanas, que están obligadas a confiscar dinero de dudosa precedencia, deben mirar para un costado cuando pasan funcionarios de la Fifa.
El Mundial del Gordo Soriano
En septiembre de 2011, hubo una noticia publicada por una reconocida agencia internacional y replicada en varios medios del mundo (incluso de la Argentina) que refería a “un Mundial que la Fifa todavía se niega a reconocer”. La información surgió tras la presentación en el Festival de Cine de Venecia del documental El Mundial olvidado, de Lorenzo Garzella y Filippo Macelloni.
Leo ahora en el archivo del diario La Capital de Mar del Plata que “este campeonato del mundo” disputado en la Patagonia en 1942 “forma parte ya de la leyenda del fútbol”. Es sabido que la Fifa interrumpió estos torneos entre 1938 y 1950 por la Segunda Guerra Mundial. Y es sabido también, aunque evidentemente no para algunos medios, que ese torneo existió sólo en la imaginación de Osvaldo Soriano y en su cuento El hijo de Buth Cassidy, famoso pistolero y ladrón de bancos estadounidense. Los directores italianos, fascinados con el relato, hicieron un falso documental, al parecer tan bien hecho que varios se comieron el amague.
En su gran cuento, El penal más largo del mundo, el Gordo Soriano se quedó corto porque la realidad lo superó en 2003 cuando a Atlanta le dieron un penal el 5 de abril y lo ejecutó el 29 de ese mes. En la ficción fue “tan sólo” una semana después. Tras el anuncio de la Fifa del Mundial 2030 –que comenzará en el invierno sudamericano y continuará a miles de kilómetros con las temperaturas infernales de España, Portugal y Marruecos– Soriano, donde quiera que esté, teme que la realidad le pegue otra cachetada a su creatividad.
El error, quizá, es analizar decisiones de la Fifa desde lo deportivo, cuando allí lo que prima es lo económico. Si exigimos con el corazón, nos responden con el bolsillo. “Hace rato que el fútbol sólo es reivindicativo en el campo de juego. En los despachos ganan los poderosos, los de siempre y los coyunturales”, escribió el periodista Andrés Burgo en el diario autogestionado Tiempo Argentino.
En aquel certamen patagónico de Soriano participaban alemanes nazis, italianos antifascistas, paraguayos guaraníes, almaceneros españoles, intelectuales franceses, curas y obreros polacos, ingleses de los ferrocarriles, argentinos de Tierra del Fuego y un combinado mapuche, que finalmente fue campeón. Y también participaron pescadores del Limay, que en su mayoría eran chilenos. “Juntos 2030” rezaba el lema de la candidatura de la Conmebol, que también incluía a la Federación de Fútbol de Chile, a la que le dieron la caña, pero no la dejaron pescar.
Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 14/10/23
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