Yo no sé, no. José ese jueves nos dijo: “Si mañana nos vamos para Los Bretes a pescar, nos mandamos todos en bicis”. Esa tarde, el punto en que quedamos de acuerdo en reunirnos fue en su casa ya que ahí, su hermano Tiguín junto a Carlitos y el Pelu, pondrían las bicis en condiciones y para ver con cuánto efectivo contábamos, porque había que asegurarse tener para los puchos, un par de sánguches y la Coca.

Unos años antes, Manuel le había dicho a Nicola, el hermano de Pií, que el punto de encuentro sería en Cafferata y Biedma, en la vereda del almacén de Sampo, y desde ahí nos iríamos hasta la estación El Gaucho por la Vía Honda. Manuel tenía el dato de que a metros de esa estación había unos higos del tamaño de una naranja. Mucho no le creíamos pero igual nos encontramos en esa esquina, compramos una Seven, una Crush y nos mandamos. Pedro, una semana antes en un picnic que hicieron las seños de quinto detrás de la Fábrica de Armas, se había puesto de acuerdo en un punto de encuentro con Ana, la Susi, Laura, Mónica, el Pichi, Miguel Angel y el Gringo Antonio, para juntos rajarse del picnic e ir para un cañaveral que quedaba cruzando la vía. Al otro día, Raúl y Carlos habían hecho correr la bola de que en la cancha de la Aceitera (Godoy y Felipe Moré maso) se haría un torneo cortito y no podíamos faltar. Nosotros salíamos poco de nuestra cancha y el desafío nos tentaba, así que el punto en que nos pusimos de acuerdo en encontrarnos fue Seguí y San Nicolás, en la cancha de Primera Junta, y de allí nos iríamos a pata. Por ese tiempo, a Pedro lo mandaban a catequesis porque pronto tomaría la comunión y los martes, junto a Manuel, le decían a Silvia y Martita que el lugar de encuentro sería por Lagos pasando Centeno. En esa cuadra, yendo para el sur, el perfume de la glicina de la casa de la catequista era tan intenso que dominaba todo el lugar. De ahí, desde ese punto, nos iríamos a jugar al metegol entre otras cosas.

Una tarde con Sergio, Bibi y la Peco nos fuimos a La Florida y el punto en que nos pusimos de acuerdo en reunirnos fue el cruce Alberdi, de ahí tomaríamos el 210, o la A, rumbo a la por ese entonces desconocida playa para las pibas.

Una noche después de salir del Superior, Daniel, Carlos y Pedro, en el bar de Balcarce y 3 de Febrero, en una conversación con unas pibas trataban de encontrar a pesar de las diferencias en muchos temas un punto en el cual estuvieran de acuerdo. Para eso de la una de la mañana, con Carlos y Pedro volvíamos en el 15 con la sensación de que el objetivo se había logrado. Cuando Pedro esa noche antes de acostarse leyó a Jauretche, pensó en todos los puntos del barrio en los cuales estábamos de acuerdo en reunirnos, para estar ahí o para desde ahí arrancar para algún lado. Antes de dormirse, Pedro sintió que el hermoso perfume de la glicina se hacía presente y leyó: “Dame un punto de coincidencia y haremos una Patria”.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 28/10/23

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