Yo no sé, no. El gran eucaliptus de Centeno apenas pasando Cafferata se venía cada vez más frondoso, o por lo menos así lo veíamos, y en su generosa sombra nos juntábamos. Veíamos que a metros, la antigua quinta le iba a dar paso a lo que iba a ser la cancha de Cilindro. Una tarde después de volver de la Vía Honda comenzó una reunión y deliberación. Alguien tiró la idea de que teníamos que ahorrar, hacer un canuto que nos alcanzara por lo menos para dos pelotas de cuero, una que fuera más o menos polenta y la otra como para practicar. Y otro dijo: “¿Y si hacemos un canuto y juntamos para que en un mediano plazo nos compremos una Zanellita y la usamos entre todos?”
Manuel quería comprar algo que pudiéramos usar más cerca en el tiempo: “Mejor juntemos para los cohetes y las cañitas voladoras”. Raúl decía: “Que no nos agarren las fiestas con un par de pan dulces en la barra y unas cuantas sidras en el tacho cargado de hielo”. Pií, que ya no hacía revólveres de madera, por lo menos para nosotros, propuso que el canuto tendría que ser para suplantar las gomeras y comprarnos un 4 y medio o un 5 y medio (un aire comprimido) para ir a cazar cuises porque ya habíamos abandonado a los pájaros como objetivo principal. Carlos propuso que si juntábamos para hacer un viaje podíamos encarar el tren y mandarnos para el norte, que el primer objetivo podía ser Santa Fe y de ahí cruzar a Paraná en balsa. Faltaban un par de años para que se inaugurara el túnel subfluvial Carlos Sylvestre Begnis.
El ahorro sería cada uno con su canuto y una vez por semana o cada diez días aportaríamos a uno que sería el de todos. Manuel ya lo venía implementando pero nunca llegaba a juntar una moneda importante pues cuando pasaba el vendedor de pollitos, reventaba el canuto y se compraba un par de pollitos. Mientras tanto estaba esperanzado en su quintita, mejor dicho suya y de su abuelo, que estaba en Iriondo y Riva, donde hoy hay una verdulería. Ahí Manuel tenía seis plantas de tomate, cargaditas las plantas de dicho fruto pero aún verdes. Por esos días, el tomate había aumentado de precio por el simple hecho de que todos los tomates de la zona estaban verdes.
Otra propuesta para juntar para el canuto era hacer barriletes con cañas especiales, ya que en el fondo de la casa de Pedro había una especie de montecito de caña india. Había dos que hacían barriletes que no tenían igual y de venderlos los venderíamos bien. A la reunión llegó José que venía del Mangrullo y nos dijo que había visto un bote a remo que estaba en venta pero cuando nos dijo la cifra teníamos que remarla lindo para juntar lo que había que juntar.
Ese diciembre nos agarró consumiendo y con cierta capacidad de ahorro. Cada vez que comprábamos algún cohete, Manuel, antes de las 12 tiraba una cañita voladora. Nos abrimos un par de Farrucas antes del 24 y apenas tuvimos la más rústica de cuero empezábamos a patear en el campito. Para las fiestas, la esperanza verde de Manuel (los tomates) habían bajado de precio y la sidra, el pan dulce y el hielo habían subido un toque.
La otra noche, Pedro, en su pieza, recostado en un lugar donde otrora estaba el montecito de caña india, pensaba en lo que es inminente por algunas medidas económicas. Algunos van a sobrevivir por un tiempo por el canuto que tengan y ya se sabe que casi todos los canutos, el que lo pueda tener por su capacidad de ahorro son con billetes de los verdes pero como vienen las cosas, si no es de cien mil para arriba ese ahorro aunque sea en moneda fuerte, ponele, te alcanzaría para unos meses y después a rascar feo la olla. Se durmió deseando equivocarse y soñando que en un momento los canutos pasados volvían a tener vigencia en su valor, que los tomates verdes de Manuel alcanzaban para las bebidas y algo más, que los barriletes especiales volaban alto a pesar de que algunos nos decían que estaban emparchados. Puede ser que en algunos se nos iba la mano con el engrudo pero Pedro sabía esa noche que aquellos barriletes estaban emparchados de capacidad de consumo, capacidad de ahorro y de sueños.
Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 02/12/23
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