La periodista y escritora Ayelén Pujol lanzó su nuevo libro Querido Gino, que son cartas a su hijo desde que lo deseó y lo tuvo, hasta el año de vida. En el medio estuvo el Mundial que la Argentina ganó en Qatar.
El sexo de Ayelén Pujol se supo apenas su madre dio a luz el 2 de noviembre de 1982. Cuando su padre se enteró ahí mismo que era nena y no el nene que él deseaba, salió corriendo de la clínica, disgustado, al grito de ¡no quiero una hija mujer! “Creo que jugué –y juego– al fútbol para llamar la atención de mi padre. Me parecía que si jugaba al fútbol, quizás me parecería más a ese varón que papá había querido”, confesó la periodista en su primer libro ¡Qué jugadora!
Ahora, quien tuvo un hijo varón cuando deseaba una hija mujer es la propia Ayelén Pujol. “Por supuesto que no huí del hospital, los tiempos cambiaron”, aclara entre risas la autora de la flamante publicación Querido Gino. Cartas para amar el fútbol, de una madre a un hijo, de Fútbol Contado Ediciones: “Empecé a hacer anotaciones desde que empezamos con el deseo de que llegue, sin saber que se iba a llamar Gino. Y hasta su primer año de vida”. Pero en el medio pasaron cosas, como que Argentina salió campeón del Mundial Qatar 2022, hace un año: “Tenía dos meses cuando ganamos la Copa del Mundo, que también se la cuento en las cartas. No sé si vamos a vivir una experiencia así”, admite esta madre que le cuenta, con la pelota bajo el brazo (o bajo la suela, bah), el mundo que le espera a su querido Gino.
Buzón de tiempo
La primera carta que escribió Ayelén Pujol fue en el jardín de infantes, que había organizado una suelta de globos. La propuesta era introducir ese escrito dentro de un globo inflado con helio, con la idea de que alguien pudiera encontrarlo y responder. “Ahí puse que era Ayelén y que buscaba hacer amigos. Y esa escena me quedó muchísimo: la imagen de los globos volando, la expectativa por esperar una respuesta”, recuerda la periodista deportiva, y agrega: “Eso también es el libro, la recorrida de algunas escenas de la historia de una, que a veces también puede ser la historia de los hijos. En estas cartas también tengo esa expectativa, por eso sostengo este formato. Ahora las lanzo con un destino fijo, que es Gino, para que las lea en algún momento de la vida”.
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La escritora defiende este formato de cartas aunque estén en desuso: “En estos tiempos de Whatsapp, de contestar historias por Instagram, mandarnos mensajes por Tik Tok, el formato carta queda como algo vintage. Ni hablar de que por correo ya no recibimos ni la factura de los servicios. También se va perdiendo lo del mail, porque los tiempos son más rápidos, más inmediatos, más cortos. Leemos menos, acortamos las palabras para comunicarnos”, describe la época, y añade: “Creo que por eso elegí las cartas también. Son una forma de comunicarme, o lo fue durante un año, con mi hijo que es bebé y que todavía no sabe ni hablar, ni leer, ni escribir”.
La comentarista en transmisiones futboleras remarca que las cartas también son “la forma de pensar en un registro que quede, que permanezca en el tiempo. Y era algo medio contracultural que siempre me resulta atractivo”.
Se nace y se hace
Ayelén se hizo hincha de Boca por oposición a su padre hincha de River: “Si bien le cuento que tenía un papá con algunos autoritarismos como el de imponerme el club, también le digo que yo espero que sea de Boca –confiesa la autora– pero para poder compartir el amor por los colores, para mirar partidos juntos y jugar juntos usando la misma camiseta”. Pujol comenta que en las páginas de su libro “está esto del fútbol como identidad, que es algo que nos pasa a un montón de argentinos y argentinas, y que en mi casa y en mi historia familiar está muy presente”.
Si bien reconoce que su hijo “no tendrá libertad, porque nosotros intentamos que sea de Boca, le compramos ropa y todo de Boca, también le garantizo que aunque no sea de Boca, lo vamos a querer igual” (risas). En este sentido, aporta además que “le contamos por qué el fútbol nos hace felices en este mundo, y qué encontramos ahí” en ese deporte que maneja a su antojo nuestros estados de ánimo.
Algunas postales de lo que fue la presentación de Querido Gino, el libro de @ayelenpujol en Río Patio Cultural.
📸 Andrés Pujol. pic.twitter.com/SlWOc5WPYq
— Fútbol Contado Ediciones (@FutbolContadoEd) December 9, 2023
También subraya que en las páginas del libro “está el desafío como madre de criar un hijo varón en esta sociedad que, más allá de las transformaciones, sigue siendo una sociedad machista. Además de hablarle a mi hijo, también hablo de la maternidad y esos desafíos. Gino, si hoy quiere ir a una escuelita de fútbol, puede jugar con nenas. Cómo explicarle que en mi infancia me decían varonera o tortillera por el sólo hecho de jugar a la pelota. Seguramente le parecerá raro”.
Desde el deseo de quedar embarazada hasta que el bebé cumplió un año “fueron pasando un montón de historias futbolísticas” señala Pujol, “entre ellas, ni más ni menos que la obtención de la Copa del Mundo”, episodio ocurrido hace un año. “Él tenía dos meses. Fue la forma que elegí para contarle un momento de la vida, para hablarle de una vida de fútbol y usarlo como excusa para transmitirle valores y experiencias sobre el mundo que le esperaba. Y también es una manera de dejarle una especie de legado, que después él puede hacer lo que quiera con eso. Pero eso está ahí”.
La carta ganadora
Como ese niño que baja con los ojos cerrados y en bicicleta una pendiente muy pronunciada sin saber ni importarle demasiado el final, Ayelén Pujol se largó a dejarle una carta a Gino luego de cada partido de La Scaloneta, que tuvo un tropezón en el inicio pero que no llegó a ser caída. “Están escritas con la emoción del momento”, dice.
De su puño y letra nació la idea de “contarle de Messi a un bebé de dos meses que no lo va a ver jugar, pero que sí tendrá para ver 80 mil videos de él, a diferencia de lo que le pasaba a nuestros padres y madres”. Y grafica la situación con un ejemplo típico: “Mi viejo me hablaba de jugadores de los que no hay registro, y eso te permite la exageración, la épica y un montón de condimentos que con la tecnología de hoy no se puede”. Y se ríe al recordar que “hace poco apareció el gol de Ernesto Grillo”, a Inglaterra en un amistoso un 14 de mayo, lo que le valió para que en esa fecha se celebre, por muchos años, el Día del Futbolista. “Hoy vemos ese gol y decimos «ah, no fue tan golazo. Mejor cambiemos el Día del Futbolista por el gol de Diego”, también a los ingleses, pero mucho más lindo y en instancias decisivas.
En ese mes que duró el Mundial qatarí “yo no andaba tanto en la calle –cuenta Ayelén– porque Gino tenía dos meses, así que estábamos mucho adentro. Íbamos viendo cómo Argentina se iba construyendo paso a paso en un equipo que iba a ser campeón del mundo. Cómo había un país detrás compartiendo un mismo sueño, ese éxtasis colectivo que no sabemos si volverá a pasar.
Llevo el fútbol en la panza
“¿Por qué escribirle a un hijo? Para mostrarle que el foco siempre tiene que estar puesto en mirar a los que levantan la mano, en el área o allá a lo lejos, esperando el pase para hacer un gol”. Esta linda metáfora futbolera escribe Ayelén Pujol en Querido Gino.
Su primera aventura con su hijo y la pelota fue en la cobertura de la Copa América Femenina en Colombia, con Gino aún en la panza. “Viajé embarazada de 6 meses. Ese fue nuestro primer viaje juntos, una aventura, rodeados de fútbol femenino”.
Antes de ser escritora, Ayelén fue (y es) una voraz lectora de literatura futbolera, para la que tiene su mirada crítica: “Estamos como muy chipeados y acostumbrados a leer estas historias de un amor o pasión compartida, o intentos de transmitir lo del fútbol de padres varones a hijos varones”, señala la cronista, y sostiene que su obra “en este sentido, me parece que es un aporte distinto, porque es lo que le puede transmitir una madre a un hijo”.
Y cierra con una fantasía: “Como madre me gustaría que alguna vez a Gino le pregunten en la escuela por qué él juega bien, y si heredó el talento de su papá. Y que él pueda responder que no, que en mi casa la que es buena es mi vieja”.
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Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 16/12/23
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