Francisco Clavenzani, periodista y escritor entrerriano que vive en La Plata y es hincha de Unión de Santa Fe por herencia familiar, creó una editorial dedicada exclusivamente a textos vinculados al mundo de la redonda, y la bautizó: Fútbol Contado.

“Desde siempre tuve vinculación con el periodismo y el fútbol, durante muchos años estuve encargado de una web que se dedica al fútbol infantil en la ciudad de La Plata. Después, hace algunos años con un grupo de amigos –con la idea de viajar al Mundial de Rusia, algo que logramos concretar– armamos un portal de fútbol y literatura que se llama centrofobal y que sigue vigente”, dice Francisco Clavenzani para prehistorizar el nacimiento del sello Fútbol Contado, que empezó a caminar hace apenas dos meses, con la publicación de Estudiantes-Barcelona: cuando se enfrentó al mejor de la historia, de Nicolás Sotomayor, y Cosas que pasaron en el club, de Félix Mansilla.

Un buen papel

«Tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo estoy aquí resucitando», reza una de las más populares canciones de Mercedes Sosa, escrita por María Elena Walsh, que el Pulga –tal el apodo del entrevistado– bien podría usar para explicar su postura respeto a los libros en papel: “Siempre me interesó el poder dejar plasmadas las historias en libros, que haya un lugar y un espacio para hacer visibles muchas historias que merecen ser contadas. El formato web es muy amplio, generoso, y permite llegar a todas partes del mundo. No así el libro físico, que es más difícil por la cuestión de costos, envíos y demás, pero creo que el libro –a diferencia de mucha gente que dice que el papel va a morir– seguirá, que hay una gran demanda y necesidad de tener el libro, que es una compañía”.

Y claro que en todo esto no podía faltar la otra gran pasión del simpatizante Tatengue: “El fútbol obviamente es un vínculo y de ahí nació la idea de apostar por eso, sin ser yo del rubro, porque no vengo del mundo editorial, no tengo noción, era más una apuesta, que a dos meses veo que funciona mejor de lo esperado, porque hay mucha gente que viene con propuestas para escribir, las ventas comenzaron bien y tuvimos muchos pedidos por los dos libros que fueron el lanzamiento, así que más que conformes”.

Salir jugando

La flamante editorial platense ya tiene dos títulos en sus jóvenes vitrinas: Estudiantes-Barcelona, que rememora la final del Mundial de Clubes de 2009, y la novela Cosas que pasaron en el club. Sobre la hazaña de la que estuvo cerca el Pincha, Francisco cuenta que se trata de “una crónica de largo aliento”, y que está destinada si se quiere a “un público más abocado al hincha de Estudiantes”. Y resalta sobre la obra de Sotomayor: “Está prologado por Walter Vargas, que es una eminencia con esto del fútbol y la literatura. El libro intenta, más allá del partido en sí, recuperar los modelos futbolísticos, el holandés, la escuela de Zubeldía, Bilardo. Es muy dinámica la lectura, con mucha información y datos de color, fuentes con entrevistas”.

Sobre la novela de Mansilla –un joven escritor oriundo de Lobos, provincia de Buenos Aires– Clavenzani revela que “también tiene al fútbol como excusa a través de un disparador de una foto, de un recuerdo, y a partir de ahí todos los momentos vividos en un club del interior de Buenos Aires, pero que bien podría ser un club de barrio de cualquier ciudad del país”. Y aclara que en este caso el prologuista es Ariel Scher, “otro gran maestro que acompaña y siempre da un empujón, y que junto a Vargas forman un eslabón que es el que queremos construir en la editorial, que no es nada nuevo ni distinto, sino que permite ser un motor para quienes no tengan lugar en las grandes editoriales lo tengan en la nuestra, que recién está empezando, es autogestiva y es un proyecto colectivo”.

En cuanto a lo que se viene, el titular del sello prefiere mostrar cautela: “Estamos trabajando con algunos proyectos, pero por ahora no están cerrados del todo. Hay dos periodistas jóvenes, de nuestra camada que están escribiendo sobre el campo de la investigación; y también habrá algo con cuentos que esperamos concretar este año. Pero todo lleva mucho tiempo, por el diseño, impresión, y al ser algo a pulmón, siempre se demora más de lo previsto”.

Unión hace la fuerza

Francisco Clavenzani nació hace poco más de 32 años en Paraná, capital entrerriana a la que sólo abandonó cuando fue a cursar sus estudios universitarios a La Plata, ciudad futbolera si las hay. Tiene parientes en Rosario, capital de la pasión por la redonda, pero jamás le fue infiel a su amado Unión de Santa Fe. “Mi papá y mi abuelo, quienes me inculcaron el fútbol, son santafesinos y de Unión, y yo también, por ellos”. Y a tal punto llegó su fanatismo que en 2014 publicó Orgullo Tatengue, libro que narra la final que jugaron Unión y Colón en el 89 para definir el ascenso a Primera. “Se vive mucho el fútbol acá”, resalta sobre la ciudad de las diagonales. “Vengo de Santa Fe así que estaba un poco acostumbrado, y además tengo familia en Rosario, o sea que sé lo que se vive. Voy a la cancha, por cuestiones laborales, pero sigo firme hincha de Unión, eso no se negocia”, asegura sin titubear.

En cambio, donde más le costó plasmar su fanatismo por la pelota fue dentro del verde césped. “De chico nunca jugué al fútbol en algún club –admite– más allá de algunas escuelitas y con amigos, por algunas circunstancias en las que no podía, y más de grande tampoco, pero por falta de talento, más allá del entusiasmo (risas)”. Pero afuera de la línea de cal, la cosa cambia: “Siempre fui un amante de las estadísticas, de tener recortes, de jugar a ser periodista, ver todos los partidos y anotar los comentarios, la síntesis. Jugaba al tutti frutti con equipos, jugadores, todo vinculado al fútbol”. Y sigue: “Siempre digo que conocí la geografía y el mapa de Buenos Aires gracias al fútbol, por vincular que Mataderos era Chicago, que Villa Crespo era Atlanta, y así con todo. Y mi vínculo a través del diálogo también es con el fútbol, arrancando con un «¿hincha de…?»”. “Y desde hace unos años también le sumo la lectura, que por muchos años, dentro de los cánones de la literatura y lo que tiene que ver con la Academia, el fútbol era algo tabú, más allá que ya estaban Fontanarrosa, Sasturain, Sacheri más adelante. Hasta Borges y Bioy tienen un cuento de fútbol. Lo que generó Alejandro Apo con su programa radial Todo con afecto. Todo eso logró que el fútbol y la literatura se amalgamen de alguna manera y encuentren un nexo en común”.

De hecho, este comunicador social, egresado en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) en 2011, se recibió con una tesis bien futbolera, a la que tituló Centrofóbal, nombre que años más tarde llevaría su propio portal. “En ese trabajo vinculo al fútbol y a la literatura con una revista literaria que llevé adelante con Félix Mansilla”, recuerda.

El Pulga no se identifica ni con triperos ni pincharratas, pero reconoce que “en el último tiempo, como maradoniano que soy, fui mucho a ver a Gimnasia”, cuando el tan extrañado Diego Maradona era el DT. “Pero voy a las dos canchas, se vive lindo el fútbol acá. Esa previa, de ir dos o tres horas antes, comer un choripán. Al que no le gusta el fútbol capaz no lo entiende, pero es hermoso. Y yo tengo el privilegio de la profesión, de estar en los vestuarios, buscar planillas, hablar con los protagonistas”, concluye.

Fuente: El Eslabón

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