Las dudas respecto de en qué tiempos y con qué modos se iba a avanzar desde el gobierno para la instauración de las políticas de destrucción de la Argentina que Javier Milei impulsa se disiparon con el decretazo del miércoles a la noche. La decisión de acelerar a fondo desde el arranque tomada desde la Casa Rosada precipita también los tiempos de las y los directamente afectados, es decir todas y todos salvo el puñado de grandes grupos empresariales que desde hace años se enriquecen a costa de la ciudadanía a través de la monopolización de mercados. Para ellos, las acciones del gobierno asumido el 10 de diciembre pasado son un regalo de Navidad enorme, que disfrutan a pleno. Para el resto, es peor que el caballo regalado y desdentado ese al que alude el dicho. Los dientes del León este se hacen más nítidos cuando abre sus fauces como las está abriendo. Allá elles quienes se quieran dejar devorar. Desde el mismo miércoles de la cadena nacional, hay millones que empezaron a avisar con contundencia que no están dispuestos a dejarse deglutir alegremente.

El primer mandatario comenzó a confirmar que se autopercibe como Rey de la Selva con una soberbia y una ferocidad que obliga a reescribir lo de Myriam Bregman: los verdaderos leones parecen gatitos mimosos si se los coteja con el Jefe de Estado que surgió del reciente proceso electoral. Así, el margen de maniobras negociadoras se achica hasta asfixiar incluso a las dirigencias más osadas en eso de privilegiar un lugarcito de supervivencia propio por sobre los intereses de sus bases. Cada vez hay menos espacio para incoherencias como las de referentes de entidades ruralistas que apenas balbucearon algún desacuerdo ante la suba de retenciones a las exportaciones dispuesta por el gobierno de Milei, mucho más gruesa que otras anteriores, ante las que directamente llamaban a casi casi una guerra.

De allí que hasta incluso entre muchos aliados políticos del Presidente empiecen a surgir voces de alerta y rechazo a la decisión de acelerar a fondo. Y claro, chocar de frente y a toda velocidad contra una pared tan sólida como un pueblo que no renuncia a sus dignidades puede ser letal hasta para quienes se sienten seres superiores respaldados por las fuerzas del cielo. 

Si todo sigue así, lo que vendrá será más infierno que otra cosa.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 23/12/23

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