Educación

Los paros docentes en el inicio de clases se han convertido en un problema crónico. Como maestra y directiva jubilada, pero que sigo en contacto con la actividad hace ya más de 50 años, me siento obligada a hacer diversas aclaraciones. Se trata de un problema crónico porque se repite año a año y siempre se suceden los mismos acontecimientos: el gremio comienza en noviembre a solicitar reuniones de paritarias, los diversos gobiernos (nacional y provinciales de todos los partidos o coaliciones sin excepción) convocan recién avanzado febrero (si bien este año citaron en enero todavía no hay ninguna propuesta salarial digna), no hay acuerdo porque siempre el ofrecimiento es muy insuficiente, el único recurso que les queda a los docentes es votar -escuelas por escuela para facilitar la democracia sindical- paro sin otra alternativa para ser escuchados, el gobierno de turno sale a desprestigiar a los docentes con mentiras, chicanas o generalizaciones que dan cuenta de desconocimiento o ensañamiento. Cualquiera de las dos cosas es grave.

No falla. Ese es el círculo vicioso que disparó y dispara todos los inicios de años con todos los gobiernos. En una oportunidad, incluso, el diario La Capital publicó una página entera con una nota de mi autoría en respuesta a un mensaje público de Cristina Fernández cuando se produjo la misma situación y se permitió afirmar que “los docentes tenían tres meses de vacaciones”. Repasen el proceso descrito más arriba y cada uno/a sacará las conclusiones acerca de la responsabilidad de que todos los años a los docentes la única salida que les quede sea el paro.

Pero lo que más indigna es el desprestigio de los gobiernos hacia la docencia. ¿No se dan cuenta del daño que hacen a la sociedad desprestigiando a ese sector a quien sobre todo deberían cuidar, proteger y alentar?

Este año no es la excepción. El gobierno provincial expresó en una conferencia de prensa que los docentes reunieron más de 18 mil inasistencias por cuidado de suegras, sobrinos y tíos. Eso es imposible, pues los docentes deben firmar a principio de año una planilla en la que declaran cuáles son sus familiares directos a cargo y el ministerio tiene que controlar y aprobar. Y solo pueden solicitar licencia por salud laboral por sí mismo o por esos familiares declarados a cargo y aprobados por el ministerio. Familiares entre los cuales no están sobrinos y tíos a no ser que se demuestre que se tiene su custodia. Igual de la suegra.

Entonces, ¿por qué no atacar las causas de fondo en lugar de elegir siempre el camino de la agresión y la chicana? ¿Cómo?: convocar en noviembre o diciembre a paritarias; revisar datos acerca de qué porcentaje es el que tiene licencias reiteradas (en mis largos años de desempeños en la gestión hemos comprobado que los que no cumplen bien su función, suelen ser abusivos/as, generan muchos problemas y contribuyen al desprestigio de la docencia suelen ser entre un 5 y un 10%; pero más del 90 % cumple sus funciones y dedica horas extras no pagas); revisar el sistema de licencias por problemas de salud (que en la provincia de Santa Fe es un desastre) implementando adecuados mecanismos de salud laboral.

Pertenezco a ese inmenso grupo de docentes que seguimos haciendo muchos esfuerzos extras y cumpliendo horas no pagas para mejorar la docencia. Así trabajan centenares de docentes que me rodean y que nos sentimos agraviados/as con declaraciones de ese tipo y apreciaciones generalizadas y descalificadoras ante la sociedad.

No es el camino. ¿Qué espacio se deja para el necesario diálogo entre el ministerio y la docencia responsables de generar buenos proyectos pedagógicos?

Tampoco es el camino el tan injusto y vil presentismo que hacía que miles de buenos y responsables docentes vayan a trabajar enfermos para no perder la tercera parte de su ya escaso salario. La docencia seguramente apoyará medidas contra los abusos. Los sufrimos todos: estudiantes, directivos y colegas. No serán bienvenidas medidas generalizadas, menos aún difusión de cifras sin especificarse porcentajes de quienes incurren en esas conductas abusivas.

A ponerse las pilas que hay mucho por hacer y el enemigo no son los docentes. En tal caso sabemos que sí lo son las políticas neoliberales (ahora anarcocapitalistas) que siempre apuntan, en primer lugar, contra la salud y la educación. Demos allí la principal batalla.

*Educadora, docente e investigadora universitaria.

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