En un momento adverso para la producción de conocimiento crítico y con visos de soberanía, Rosario será la sede –desde este lunes– de un congreso de antropología que pretende reflexionar, ante contextos urgentes, sobre problemas estructurales de la realidad latinoamericana.

Del 11 al 15 de marzo, Rosario será la sede del séptimo Congreso de la Asociación Latinoamericana de Antropología “Las antropologías hechas en América Latina y el Caribe ante contextos urgentes: violencias, privilegios y desigualdades”, evento académico –de asistencia libre y gratuita– que reúne simposios, mesas de trabajo, y presentaciones de libros de distintos equipos y autores que están (co)produciendo conocimiento. 

El Congreso ya había desembarcado en Rosario, en su primera edición (allá por el 2005), recibiendo el impulso de la figura de Edgardo Garbulsky, una referencia del quehacer antropológico de la región latinoamericana, que estuvo exiliado en Chile durante la última dictadura militar y fue uno de los armadores de la carrera de antropología de la UNR. “De allí que la sede Rosario haya sido el lugar inaugural del ALA –como se le dice a la Asociación Latinoamericana de Antropología–, que en 2005 venía concentrando una serie de esfuerzos para crear espacios de discusión, de debate, en contextos que para América Latina también eran difíciles. Digo «también» porque el escenario actual es un escenario complejo para las ciencias sociales, para las Humanidades. Pero aquel primer congreso también reflejaba un trabajo arduo; lo sintetizo en la figura de Edgardo pero es un conjunto de colegas que en las postrimerías del neoliberalismo lograron forjar reuniones académicas que tuvieran el foco puesto en la producción antropológica pero también en la reflexión sobre el quehacer en el contexto latinoamericano y caribeño”, explica Nicolás Barrera, doctor en Antropología y director de la Escuela de Antropología de la UNR. Y agrega: “Los distintos congresos ALA se dan en relación a la idea de que la forma de reflexionar, debatir y pensar sobre nuestro quehacer como antropólogos y antropólogas siempre se pensó de un modo situado, en relación con el contexto, no en forma escindida de las circunstancias históricas y también en relación con los sujetos con los cuales, cotidianamente, producimos conocimiento”.

El evento, que ha recibido numerosos auspicios de asociaciones científicas de Latinoamérica y el mundo, contará con actividades como presentaciones editoriales: 27 libros, 3 colecciones y 9 revistas de antropología; 75 simposios temáticos con 1724 ponencias aprobadas; 42 mesas redondas sobre diversas temáticas; una muestra de cine y fotografía etnográfica-documental (que estarán en el Complejo Cultural Atlas y en el ECU); una asamblea de la Asociación Latinoamericana de Antropología; intercambio entre grupos de trabajo y entre Asociaciones de Antropología de distintos países de Latinoamérica y el Caribe. Tanto el cronograma como los detalles de las distintas actividades están en la página web del congreso

Antropología en contextos urgentes

En charla con El Eslabón, Nicolás, que también es docente de la UNR y ha desarrollado sus investigaciones en el área de Antropología jurídica, señala que el congreso “busca expresar, en estos contextos de urgencia, la posibilidad de canalizar la reflexión antropológica sobre problemáticas que creemos que son estructurales”, por eso los ejes son “las violencias, los privilegios y las desigualdades” que, si bien pueden encontrar expresiones diferentes según las coyunturas particulares de cada región, también “observamos una serie de problemas comunes en torno a estas problemáticas que de algún modo buscan ordenar la discusión. De modo que las mesas redondas, los conversatorios, las conferencias, los grupos de trabajo, están orientados desde distintos aspectos, desde distintas dimensiones, distintas experiencias, pero en torno a estos factores que son nuestra realidad latinoamericana y caribeña. Lo que tiene de interpelación este presente a nuestro campo disciplinario en particular se expresa en esta orientación temática”. A su vez, Barrera aclara que si bien muchas veces “parece que los campos disciplinares tienen un desarrollo independiente de los factores históricos que hacen a la configuración de nuestros países”, la perspectiva que se tiene desde el ALA es que “estamos insertos en esa dinámica porque no somos ajenos y ajenas a todos estos procesos que nos toca vivir”. 

Un congreso de puertas abiertas

El VII Congreso de la Asociación Latinoamericana de Antropología es de entrada libre y gratuita. En su página web se pueden registrar los asistentes que quieran tener una certificación, pero no es necesario para asistir. Esta apertura responde a las formas de hacer antropología en América Latina y el Caribe que, al menos en los últimos 50, 60 años ha tenido la voluntad de “abrir canales de discusión y enfatizar el carácter colectivo de la producción del conocimiento”. Es más o menos por esas épocas también que se habla de una serie de jóvenes intelectuales que interpelaron a la disciplina a partir del contexto latinoamericano, en un momento de mucha efervescencia social e intelectual no sólo a nivel regional sino mundial, y que en las currículas de la UNR se trabaja bajo la denominación de “Antropología crítica latinoamericana”; corriente que, más allá de los encuentros teóricos que se puedan encontrar entre los autores agrupados bajo aquel mote, comparte una forma de ver y hacer (a) la disciplina en la que el antropólogo asume un compromiso con los procesos sociales que estudia, y de los que forma parte activa, como señala Edgardo Garbulsky en su artículo del 2001, “La antropología crítica latinoamericana entre los sesenta y los setenta. Reflexiones desde el cono sur”. Recogiendo ese legado, Barrera marca la importancia de que el evento sea abierto a quien quiera participar: “La organización misma del congreso no puede ser incoherente con esos principios”. 

“En el congreso hay desde reuniones de grupos de trabajo, en las que quienes participan exponen diferentes grados de avance en sus investigaciones, hasta actividades más cercanas a lo que entendemos como conversatorios, en los cuales referentes latinoamericanos y latinoamericanas de distintas áreas de interés presentan una exposición más en clave de conferencia; pero todas son actividades abiertas, en todas se puede participar. Existe la posibilidad de inscribirse en la página para quienes quieran hacerlo, es de forma gratuita. Más allá de eso, quienes no quieran hacer esa inscripción, estén en la facultad o estén cerca y quieran acercarse, las puertas están abiertas”, invita Nicolás. “También tiene que ver con un valor que hoy socialmente parece estar cuestionado: la universidad de puertas abiertas, pública, gratuita, que buscamos defender. El carácter y la forma que tienen que asumir estos congresos va en línea con esa perspectiva de universidad en la que todas y todos podamos estar contenidos, expresarnos, participar independientemente más allá de si formamos parte o no de la comunidad universitaria”, cierra Barrera.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 09/03/24

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