En la historia del deporte argentino, hay un antes y un después marcado por la hazaña de un grupo de basquetbolistas que, contra pronóstico, se alzaron con el oro olímpico. La conocida como “Generación dorada” revolucionó el básquet a nivel nacional y enganchó a todo el país a un deporte que muchas veces ha sido ignorado.

El origen de un sueño

Corría el comienzo del nuevo milenio cuando un grupo de jóvenes talentos argentinos empezó a destacarse en las canchas de básquet del país, pero también fuera de la Argentina. Con Manu Ginóbili a la cabeza, figuras como Luis Scola, Andrés Nocioni y Fabricio Oberto, entre otros, comenzaron a dar de qué hablar en el panorama. Fue el Mundial de Indianápolis de 2002 donde esta camada dio el primer gran golpe. El entonces invencible equipo de Estados Unidos perdió en casa ante los jóvenes argentinos. La final ante Yugoslavia, liderada por Dejan Bodiroga, fue muy peleada, pero terminó cayendo para el equipo balcánico.

El oro no está en Indianápolis, está en Atenas

Sin embargo, el verdadero golpe de teatro argentino llegó en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Desde la llegada de los jugadores provenientes de la NBA a los JJOO, los estadounidenses jamás habían perdido el oro. Sin embargo, la “Generación Dorada” fue capaz de sorprender a las apuestas. Argentina batió en semifinales de forma convincente al cuadro americano, y en la final Italia fue incapaz de superar a los argentinos, conquistando así el oro olímpico.

El éxito de Argentina en estos JJOO no fue solo por habilidad pura. El equipo entrenado por Rubén Magnano era una exhibición de garra, corazón y química muy pocas veces vista en una cancha de básquet. Sin estos ingredientes, la receta muy difícilmente hubiera dado un triunfo tan importante como el cosechado por Ginóbili y compañía.

Un legado que aún se recuerda

La importancia de la “Generación Dorada” trasciende las medallas y trofeos conquistados. En nuestro país, donde el fútbol es religión y Diego Armando Maradona su pastor, miles de jóvenes empezaron a ver y hablar de básquet e idolatrar a unos muchachos que habían sido prácticamente ignorados hasta entonces. El básquet pasó de ser un segundo plato a estar en la primera línea y ser un nuevo tema cotidiano para los nuestros.

Años después de aquellos triunfos y con la retirada de sus últimas figuras (Luis Scola fue el último hace apenas tres años), el espíritu de la “Generación Dorada” aún perdura. Más aún sabiendo quién es el actual seleccionador del combinado nacional: Pablo Prigioni. El base cordobés se unió años después a la selección, pero se empapó del ambiente y ahora es el encargado de revitalizar a la selección argentina una vez más.

Por esto, los nombres de Scola, Nocioni, ‘Manudona’, Oberto o Hermann son recordados en el país. Son el gran detonante de los triunfos de un país que, hasta hace apenas 20 años, no sabía lo que era el baloncesto.

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