Yo no sé, no. Manuel venía agarrándose el cuello y diciendo: “¡Ya me duele el cogote de tanto mirar hacia arriba buscando entre las ramas una Y de madera!”. Esa semana le había empezado a llamar a la horqueta para las gomeras “Y griega de madera”. La seño le dijo que tenía que encontrar palabras que empiecen o contengan la Y. Tiguín le decía: “¡Yo me fijo que esta Y griega de hierro esté en condiciones!”, señalando a la horquilla de la bici. 

José estaba pensando cómo hacer una Y de madera para que sostenga el caño del desagüe de un techo que estaba arreglando. Raúl y Carlos sostenían que, ya que teníamos un 8 y un 10 que colocaban las pelotas casi a la perfección, teníamos que explotar al máximo las pelotas en diagonal al 9, para que entrara por el medio de la defensa contraria. Esas jugadas serían como una Y pero al revés, patas para abajo. Pií y Nicola se quedaron deslumbrados cuando, estando cerca del tambo de Tito, vieron a una bandada de patos gritones formando una gran Y en lo alto. Pedro le decía a Juancalito que en Carlos Casado, ahí dónde está la plaza, las calles forman dos Y interesantes. Una, y sólo una, te puede hacer salir o entrar al barrio. La otra es un embole y si no estas atento te quedás dando vueltas sin poder salir. Pedro y el Pichi conocían esas calles, y cada vez que iban con las pibas de Acindar a esa plaza, la canchereaban diciéndole a las pibas: “¡Con nosotros, aquí nadie se pierde!

Los golpes sobre un yunque que venían del lado de Piñataro –uno que trabajaba en su taller con hierros– lo hicieron levantar a Manuel que estaba con nosotros sentado en Riva y el pasaje Y (hoy Laprade), gritando “bienca, ya tengo otra para la lista que me encargó la seño”. Ese ruido a golpes trabando hierros se hacía cada vez más frecuente en el barrio, para bien. 

Se hacía de noche, prendimos un fueguito porque empezó a refrescar. Alguien trajo una guitarra, se armó un fogón. Esa noche, uno dijo que con el tiempo la Y sólo se iba a llamar “ye”. En ese momento Carlitos, el Santiagueño, tomó la guitarra y dijo: “¡Voy a cantar iuio verde!”. Más tarde, Pedro, con una birome, se escribió en el brazo: “Te quiero Susy”.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 01/06/24

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