Milei enfrenta con escasas herramientas la primera corrida del dólar. Caputo se aferra a no devaluar, y se lee lo contrario. Más ajuste para limpiar el balance del BCRA. Y el documento de Macri.

Mientras enfrenta con escasas herramientas la primera corrida cambiaria y un sacudón de los mercados tras la conferencia de prensa del viernes 28 del ministro de Economía, Luis Caputo, el Gobierno recibió esta semana un empujoncito de su principal socio, el PRO, cuyo centro de estudios, la Fundación Pensar, emitió un informe en el que asegura que existen “más interrogantes que certezas” sobre el rumbo político y económico de la gestión de los hermanos Karina y Javier Milei. La presión devaluatoria –con una liquidación del agro en junio que fue la más baja de los últimos cinco años, incluyendo el de sequía de 2023- y la negativa por ahora del Fondo Monetario Internacional (FMI) a darle otro préstamo al Messi de las finanzas, inestabilizan la butaca del encargado de la hacienda nacional, que siente el zumbido de Federico Sturzenegger cerca de sus oídos. Es decir, la presión por más ajuste y, consecuentemente, mayor caída de la actividad, el consumo y la recaudación. El gran problema de salir de la estrategia de microdevaluaciones programadas –crawling peg, en la jerga- es político: parte de esa subida del dólar en forma más abrupta se traslada a precios –sí, no era sólo la emisión monetaria- y el as de espada de la Casa Rosada, la reducción de la inflación, comenzaría a licuarse como los salarios y las jubilaciones. De hecho, junio no traerá buenas noticias en esa materia para el autopostulado al premio Nobel de Economía.  

Corazón y bolsillo

Los socios en la consultora Anker, Luis Caputo y el titular del BCRA, Santiago Bausili, ofrecieron el viernes 28 de junio una conferencia de prensa a las 18, cuando ya habían cerrado los mercados.

Un viernes y a esa hora ya es llamativo. Para colmo, lo que hicieron fue un anuncio técnico sobre el traslado de la deuda del BCRA –los famosos pasivos remunerados (Leliqs, Lebacs, pases)- de esa institución al Tesoro nacional. Es decir, un cambio de bolsillos.

Pero ese trueque no es inocuo. Los intereses que pagan los pases se cancelaban hasta ahora con emisión monetaria. Caputo anunció el viernes fatídico que, así como se había cerrado la emisión de pesos para afrontar el déficit fiscal –que el Gobierno convirtió en un dudoso superávit, sostenido en parte en la postergación de deudas que en algún momento deberá saldar-, ahora clausurará el grifo para pagar los intereses de los pasivos no remunerados de la autoridad monetaria.

A la vez, Caputo y Bausili anunciaron que lo harán con un nuevo instrumento, las Letras de Regulación Monetaria (Leremo –en dulce de leche-), sobre las que esta semana brindaron detalles ante los bancos, en cuyas manos están esos instrumentos de financiamiento a corto plazo que los últimos gobiernos utilizaron para absorber pesos de la plaza y evitar su refugio en el dólar.

De ese modo, los intereses que el BCRA afrontaba mediante emisión, ahora el Tesoro lo hará con recursos propios. O sea, con la recaudación de impuestos. Ello supone un mayor ajuste sobre quienes ya lo vienen pagando, puesto que el Estado dispondrá de menos recursos todavía porque una mayor recesión de la actividad económica se traduce, entre otros efectos, en menor recaudación.

Conclusión, menos pesos y a pagar los intereses de las Leremo. En junio, por caso, la recaudación tributaria nacional cayó 14 puntos en términos reales en relación al mismo mes del año anterior.

Los mercados, al parecer por su disgusto posterior, aguardaban otro anuncio de los socios de la consultora Anker: el de la fecha de salida del control cambiario, mal llamado cepo. Caputo aclaró –con racionalidad- que ese objetivo del Gobierno aún no tiene fecha.

Básicamente, el BCRA no posee las reservas suficientes para enfrentar una potencial inclinación hacia la divisa estadounidense si se libera el mercado de cambio, mientras que los exportadores de productos agrícolas le siguen haciendo saber que consideran que el tipo de cambio está atrasado, por lo que guardarán parte de la cosecha –aún restan unas 42 millones de toneladas por liquidar- a la espera de una mejor cotización del billete verde.

La crisis cambiaria que enfrenta el Gobierno era previsible. Se la hacían notar propios y extraños. Desde Domingo Cavallo –“el mejor ministro de Economía de la historia”, según el presidente Milei- hasta el FMI y economistas heterodoxos.

Mientras Caputo y Bausili sostienen la devaluación de 2 puntos mensuales, la inflación creció a un ritmo más alto y dejó el valor de la divisa en situación de atraso en relación al peso.

Sin crédito externo, las alternativas parecen ser devaluar y bancarse una suba de la inflación, uno de los caballitos de batalla de La Libertad Avanza (LLA) junto al de la emisión cero. Que en la misma semana el ministro de Economía haya tuiteado con insistencia que no va a devaluar, y que el vocero presidencial ratifique que “no vamos a devaluar, no nos vamos a correr de lo que dijo Caputo”, en cualquier gobierno argentino significa que prontamente va a suceder lo opuesto.

Desplome

Si en materia financiera el Gobierno enfrenta problemas, en la economía real también. Junto a la escapada del dólar ilegal y de los paralelos –que parecen acomodarse en torno a los 1400 pesos-, el resto de los indicadores económicos trazan un horizonte sombrío: el Estimador Mensual de la Actividad Económica (Emae) que mide el Indec arrojó para el primer trimestre del año una caída del 5,3 por ciento en relación al mismo período del año anterior.

Entre las actividades que más sufren la recesión autoinducida se destacan Construcción (-29,9 por ciento) e Industria manufacturera (-19,6), junto con Comercio mayorista, minorista y reparaciones (-16,7).

El Índice Producción Industrial Manufacturero (IPI) cayó hasta marzo un 14,8 por ciento, mientras que la utilización de la capacidad instalada se ubicó en el 53,4, equivalentes a 13,9 menos en relación a 2023 que, digamos, no fue un gran año para el país.

Hasta mayo pasado, la caída en la venta de los supermercados fue del 8 por ciento en los primeros cinco meses del año, según la consultora Scentia, a pesar de la desaceleración del ritmo inflacionario.

Las Pymes, por su parte, mostraron en mayo una caída en las ventas del orden del 7,3 por ciento, con una acumulación en los primeros cinco meses del año del 16,2, de acuerdo al relevamiento de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came).

Paralelamente, el centro de estudios Cifra, de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), señaló en un trabajo que dio a conocer a mediados de mayo que “entre el mes de noviembre de 2023 y abril del año en curso, la capacidad adquisitiva del salario promedio registrado disminuyó en 14,9 por ciento”.

Además, sostiene que “dentro del período del actual gobierno, la mayor pérdida se registró en los meses de diciembre y enero, tras la fuerte devaluación de la moneda y la aceleración consecuente de los incrementos de precios. En efecto, entre noviembre de 2023 y enero de 2024 la caída real llegó a ser de 21,3 por ciento, y alcanzó el 23,8 si el poder de compra se mide en alimentos”.

La pobreza pasó del altísimo índice de fin de año pasado, en orden al 45 por ciento, al 51,8 en el primer trimestre de 2024, lo que equivale a 3,2 millones de nuevos pobres en 90 días. Todo un logro. Mientras que la tasa de desempleo ascendió a 7,7 en los primeros meses de la gestión de los hermanos Karina y Javier Milei, equivalente a más de un millón de personas en procura de un trabajo remunerado que no consiguen.

Fuego amigo

En medio de esa crisis con el tipo de cambio y de profunda recesión económica, con agravamiento de los problemas existentes en materia de indicadores sociales, la Fundación Pensar, que preside la ex gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, y que orienta el ex presidente Mauricio Macri, difundió un documento de análisis de los seis primeros meses del gobierno de LLA.

Sostiene que “la gran apuesta del Gobierno, que se propone hacer cosas diferentes a todas las que fueron hechas antes, es también la apuesta que la mayoría de los argentinos eligió hacer en noviembre de 2023, tras el evidente agotamiento del modelo kirchnerista”. De la gestión de Mauricio entre medio, ni una palabra. Pero, sigue el texto, “los meses transcurridos desde la asunción del presidente nos plantean más interrogantes que certezas”.

En busca de cierto equilibrio en el análisis, aunque con la clara intención de diferenciar a los restos de lo que en vida fuera el PRO del actual Gobierno, el documento de la Fundación macrista resalta como logros el ordenamiento fiscal conseguido por la Casa Rosada, que tiene como ministro de Economía al ex ministro de Finanzas del propio Macri.

“Se consolida el déficit fiscal cero, con los mejores números desde 2008”, dice el informe, sin recordar quién gobernaba el país aquél lejano año. “Se avanza en la baja de la inflación, con el menor registro en 28 meses”, añade. En los primeros días de julio, el Indec le traerá malas noticias al Gobierno en esa materia.

En el punto dos del documento, titulado “el ordenamiento duele”, el macrismo duro recuerda que “la actividad y el empleo siguen cayendo y aún no logran recuperarse”. También, y contra la postulación de Milei sobre salarios vencedores e inflación perdedora, señala que “los ingresos no logran ganarle a la inflación acumulada y arrastra al consumo”, y que “el salario formal promedio ya está por debajo de la línea de la pobreza”. La claramente comunista Fundación Pensar también se preocupa porque “la brecha entre ricos y pobres es la mayor en ocho años”, lo cual incluye al gobierno de Macri y puede interpretarse esta crítica como una forma velada de celos.

El tercer punto que aborda el trabajo de la Fundación Pensar, afirma que “la sociedad banca, pero dividida” porque “la aprobación de la gestión sigue estable en niveles elevados” y, además, “la mayoría de los argentinos aún siente esperanza”.

Pero, como en el ajedrez, “las negras también juegan”, señala el cuarto ítem. Allí, el macrismo apunta a las debilidades de LLA que el PRO vino –hasta ahora- a suplir en parte, y luego se mete en la interna del ex presidente con la actual ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que ocupó el mismo cargo entre 2015 y 2019.

Dice que LLA tuvo “el peor arranque legislativo de la democracia”, atento a que sólo consiguió la aprobación de una ley en un semestre. Ahora, ¡qué ley! El segundo punteo de ese ítem sostiene que “los piquetes acumulan cuatro meses de suba”. Un dardo directo a Bullrich, quien el jueves exhibió fractura expuesta en la asamblea del PRO con Macri, al abandonar la instancia partidaria por entender que el ex presidente no cumplió el acuerdo por el cual él sería el titular del partido y ella el de la asamblea. “Quieren ser un partido chico”, dijo un vocero de Bullrich, en tono de cántico futbolero.

En ese contexto, las certezas acerca de hacia dónde lleva al país el rumbo que Milei le imprimió a la economía –aún con sus “logros” como la reducción de la inflación a niveles de Martín Guzmán- son claras: mayor desigualdad y pobreza, menos empleo, caída brutal de la actividad mientras se aguarda el milagroso pero improbable rebote en V. La incertidumbre, en cambio, radica en cuánto tiempo el Gobierno contará con aquiescencia de una mayoría ciudadana dispuesta a tolerar la recesión con ilusión y el apoyo –o su quita- de los inquietos mercados y potenciales inversores de una economía destrozada.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 06/07/24

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