El 12 de agosto pasado el ministro de Economía de Santa Fe, Pablo Olivares, celebraba que pese “a una elevada inflación”, las finanzas provinciales arrojaban “un resultado positivo de 160.311 millones de pesos” para el primer semestre del año. Un número al que se llega por el ajuste, en particular en el bolsillo de sus trabajadoras y trabajadores. Porque la Nación no aporta un peso, y el gobernador Maximiliano Pullaro se siente más a gusto achicando salarios y derechos laborales que ir a golpearles la puerta a sus patrones de la Rosada o elevando tributos a las empresas portuarias o sus colegas del campo.

La provincia de Santa Fe transita una especie de doble personalidad, casi como en una versión muy libre de la novela de Stevenson El extraño caso del Dr. Jekyll y el Sr. Hyde. Llama a paritarias, presenta una oferta salarial que dice acompañar la inflación (no “la alta”, claro, sino la de Milei), la comunica y la da por cerrada. Lo que opinan las y los docentes poco importa, la decisión ya está tomada. Mientras tanto se aseguran un lugar en los medios hegemónicos -siempre dispuestos- para imponer el discurso de que “el diálogo está abierto” y que “todo es por los aprendizajes”, como repite el ministro de Educación, José Goity. Lo que sigue es el descuento del día de paro a quienes muestran su disconformidad con el sueldo ofrecido y, por si fuera poco, la aplicación del presentismo que tiene nombre de premio. En eso Reutemann era más auténtico, lo llamaba por su nombre y no lo disfrazaba de “reconocimiento”.

Para seguir acrecentando ese superávit y contribuir con la patronal local y de la Rosada, Pullaro cocinó y está a punto de sacar del horno una reforma previsional que castiga a la docencia y demás sectores del Estado provincial. Y otra vez estamos ante el extraño caso de la provincia que tiene superávit en sus finanzas pero declara la emergencia para reformar su Caja de Jubilaciones con el argumento de que es deficitaria.

En la semana que pasó, los principales dirigentes gremiales del magisterio denunciaron lo que esta reforma previsional significa para la docencia.

“No nos equivocamos cuando decíamos que discutir una reforma previsional en un contexto de ajuste iba a implicar pérdida de derechos para las y los trabajadores”, acusó el secretario general de Amsafé, Rodrigo Alonso, y repasó que la reforma en marcha significa “una rebaja salarial para los pasivos, porque implica un aporte solidario del 2% por esta emergencia previsional, que es igualita a la de la década del 90”.

Advirtió que, de aprobarse, los activos deberán aportar a la Caja de Jubilaciones  “entre un 15.5 a un 18/19 por ciento” de sus ingresos y quienes están jubilados “van a percibir los aumentos salariales 60 días después que los activos”.

En esa denuncia de lo que representa la reforma en marcha, Alonso señaló que “se modifica el Régimen opcional docente y se termina la jubilación con el 82% y 57 años de edad”, será con el 76%. Lo que significa que se modifica además la edad jubilatoria para las mujeres: de 57 a 60 para recibir el 82%.

No es todo. Alonso definió como “la frutilla del postre” al artículo 49 del proyecto de ley de reforma previsional, que establece que el gobierno de la provincia de Santa Fe tiene la facultad de modificar la edad jubilatoria sin pasar por la Legislatura en caso de que se modifique a nivel nacional.

El secretario general del Sadop Rosario, Martín Lucero, no dudó en hablar de cinismo y señalar que es de “muy mala persona pensar que el financiamiento de la Caja de Jubilación pasa por descontarles plata a las y los jubilados”. “En Nación les pegan y aquí nos enteramos que quieren descontarles más dinero”, comparó la violencia con la que se ejecutan estas medidas y la represión contra la protesta de jubilados del miércoles 28 de agosto pasado. Represión ordenada por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, a la que Pullaro presenta como “querida ministra y querida amiga”.

Otro dato clave que sumó Lucero sobre el impacto de esta reforma es que para “el 76% (a percibir) se van a contemplar sólo las cifras remunerativas y bonificables”, es decir que, por ejemplo, el presentismo que definen como un Premio a la Asistencia Perfecta no computa para las jubilaciones. “Es perverso”, dice Lucero con mucha razón.

La reforma previsional de Pullaro y de quienes levantan la mano para su aprobación expone un profundo rechazo a las conquistas de derechos laborales, que no son otra cosa que condiciones para una mejor vida. Pero, especialmente en el caso del magisterio, es un ataque directo, planificado, hacia un gremio mayoritariamente integrado por mujeres, que hace tiempo decidieron dejar los hábitos del apostolado docente, el papel de “la segunda mamá”, para reconocerse como trabajadoras de la educación. Y a eso el patriarcado nunca lo va a perdonar.

 

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