Yo no sé, no. Por la temperatura de aquel octubre parecía que un veranito se adelantaba y nosotros, sabiendo que en el extremo norte de La Florida la temporada de sangría había comenzado, el jueves ya se nos veía por la Escauriza bajando. Manuel dijo: “Los quiero ver después, dentro de unas horas, subir por esta bajada”.

Tiguín, después de ver cómo le bajaban la bandera a cuadros al brasileño Fittipaldi, estaba ancho como si fuera él el ganador de la última carrera. Carlos bajaba del último de los eucaliptos de una hilera que estaba pegada a la vía con un extraño huevo que había sacado de un nido también extraño. Raúl renegaba con un flaco que había venido a jugar para nosotros. El flaco jugaba de 7, era bueno y rápido. Pero le costaba bajar. “Si bajo, no subo más, lo mío no es bajar marcado de atrás”, decía. José renegaba con Cepillo porque se negaba a bajar a puntear al pozo que estaban haciendo. “Me da vértigo cuando después subo”, decía el Cepi.

Las pibas y los pibes que vivían para el lado de las quintas, a la salida de la Anastasio, bajaban y subían las montañitas de la Vía Honda antes de seguir viaje a sus casas. Juancalito bajó muy rápido por la montañita del lago y derrapó a la altura de los chimpancés que lo miraban con asombro, El sábado, a eso de las once de la noche, la Susi (la de Acindar) bajaba el volumen del Ranser (tocadisco combinado) cuando sonaba Cómo te diré, de Sandro, porque sabía que con Sandro comenzaban las lentas, el apriete.

El domingo, mientras el sol bajaba temprano y de las sogas algunas vecinas bajaban las frazadas que serían guardadas hasta el próximo invierno, vimos unos pájaros negros que se mandaban unas picadas bajando y subiendo a todo trapo. Para algunos, eran una patrulla perdida de golondrinas, para Pií el comportamiento de esas aves era un buen augurio. 

Pedro le dijo a Graciela: “¿Te acordás de aquellos negros pájaros que una vez vimos y que fueron una buena señal? Bueno, el otro día vi a una banda bajando por Santa Fe, una banda que venía de los barrios, eran hombres y mujeres con sus niños bajándose la anteúltima mamadera. Bajaban para unirse con los universitarios que bajaban por Córdoba hacia el mástil principal del monumento. Esa bajada, cuando es para el encuentro, es una bajada para subir”.

Foto: Estela Zogbe

Publicado en el semanario El Eslabón del 26/10/24

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