El multimillonario condenado y convicto volverá a ser presidente de EEUU. Una victoria para la Internacional Reaccionaria. Los líderes de la ultraderecha mundial se sienten legitimados y envalentonados para aumentar sus niveles de violencia.

Más allá de quién gobierne Estados Unidos, América Latina seguirá siendo un territorio en disputa entre el autodenominado “Occidente” (Estados Unidos, Unión Europea, Organización del Tratado del Atlántico Norte), por un lado, y China, Rusia, e Irán, por el otro. En el centro de esta disputa están los recursos naturales. 

Los planes para América Latina están ya diseñados. De hecho, fueron clara y repetidamente comunicados a través de una asidua visitante de la región. La jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, Laura Richardson, expresó la avidez imperial en tono altivo, amenazante e irrespetuoso, dejando de lado la soberanía de los países y el derecho internacional. En enero de 2023, la jefa del Comando Sur de los Estados Unidos señaló que su país busca “los ricos recursos naturales” de América Latina, y advirtió a los gobiernos de la región que no se asocien con “países malignos” (China, Rusia o Irán) para explotarlos.

El 60 por ciento del litio del mundo se encuentra en ese triángulo y es necesario hoy en día para la tecnología”, señaló la jefa militar, que también incluyó “los recursos de Venezuela, con petróleo, cobre, oro”, y la importancia de la Amazonía, a la que describió como el pulmón del mundo. “Tenemos el 31 por ciento del agua dulce del mundo en esta región”, dijo Richardson en primera persona del plural. Concluyó diciendo que a su país “le queda mucho por hacer”.

En marzo de 2024, la militar reiteró sus conceptos en el Congreso de su país. “Quien lea detenidamente la declaración de la generala Laura Richardson, al frente del Comando Sur, en la audiencia del 14 de marzo de 2024 en la Cámara de Representantes encontrará un hilo de continuidad entre aquella disputa entre Washington y Moscú (la Guerra Fría) y la actual pugna entre Estados Unidos y China en la mirada prevaleciente entre militares y civiles, dentro y fuera del gobierno de turno. Una nueva amenaza superior e inquietante en lo que para algunos continúa siendo el «patio trasero» estadounidense: América Latina”, afirma Juan Gabriel Tokatlian en la nota titulada “La prepotencia militar de Estados Unidos en América Latina”, publicada el 31 de marzo de 2024 en el sitio Cenital.

Tokatlian considera que, esta vez, a China se suman Rusia e Irán, y recuerda que, de hecho, en los discursos de los sucesivos responsables del Comando Sur desde 2010 en adelante, se identifica ese trío como el mayor peligro en materia de relaciones interestatales respecto a la región. Si la postura del Comando Sur es la misma desde hace 14 años, resulta difícil imaginar un cambio. Se trata de una política de Estado de un imperio.

De todos modos, la expresión “Trump y Harris son lo mismo y nada va a cambiar en América Latina” resulta una simplificación exagerada. Más allá de que ambos responden al poder real, cada uno posee una historia, una trayectoria y un estilo. Y una base electoral muy distinta. 

Es muy pronto para saber cómo impactará en América Latina este cambio de gobierno, porque hay variables que no conocemos. Pero también hay elementos que tienden a ser constantes. Las directrices generales fijadas por el poder real (que nunca se ponen a consideración del voto) están claras, más allá de los cambios, matices y estrategias que se irán haciendo visibles con el tiempo.

Lo que denominamos “poder real” hace referencia a una larga y compleja lista de conglomerados de intereses económicos, militares y políticos: el complejo militar-industrial (el mismo que denunció el presidente Dwight Eisenhower el 17 de enero de 1961), el complejo tecnológico y de vigilancia (Silicon Valley), las financias (Wall Street y FMI), la industria armamentística, la “comunidad de inteligencia” (constituida por más de 24 agencias), y las corporaciones nacionales e internacionales. La enumeración no pretende ser completa. Sólo una muestra de todo aquello que queda fuera de la decisión de la ciudadanía. 

El futuro de América Latina y el resto del mundo dependerán de las relaciones que establezca el mandatario con estos poderes. Desde antes de su primera presidencia, la prensa de su país describe a Trump como “caprichoso”, o como una suerte de “niño grande” que siempre quiere salirse con la suya y no entiende razones. 

En el caso particular de Venezuela, no es necesario hacer proyecciones ni especulaciones, porque contamos con las propias palabras de Trump, a las que siempre hay que tomar con pinzas. En junio de 2023, el por entonces candidato criticó las políticas de la administración de Joe Biden por la relación comercial que mantiene con Venezuela. Confirmó que su gobierno intentó hacer colapsar la economía venezolana y aseguró que “estamos haciendo rico a un dictador”, al comprarle el petróleo que necesita la nación estadounidense.

Cuando me fui, Venezuela estaba a punto de colapsar. Nos hubiéramos apoderado de ella, nos hubiéramos quedado con todo ese petróleo”, dijo.

El primer presidente delincuente

Trump es un delincuente convicto. Este es el motivo por el que aún así está habilitado para votar hoy”, tituló el sitio de CNN antes de la elección.

Trump, presidente con todo el poder y criminal convicto: ¿qué futuro legal le espera?”, tituló El país de Madrid, que afirmó que “el escenario inédito y de enorme incertidumbre que ahora se abre en Estados Unidos afectará también a los cuatro casos penales que el magnate tiene pendientes”

“Donald Trump vuelve a la Casa Blanca. El candidato republicano se ha proclamado ganador de las elecciones de Estados Unidos: «Una victoria política que no se había visto antes». Y tiene razón, se trata de una elección histórica, ya que es la primera vez en EEUU que un presidente es electo siendo oficialmente declarado delincuente”, señala la nota del diario español Público, titulada “Trump se convierte en el primer presidente de EEUU condenado en un juicio penal”. 

El medio español agrega que fue declarado culpable de 34 delitos graves por falsificación de documentos, el intento de asalto al Capitolio, y el soborno para intentar silenciar a la actriz de cine porno Stormy Daniels.

En mayo de 2023, fue declarado culpable de 34 delitos graves por falsificación de documentos.

En mayo de 2024, informa Público, “el republicano también fue declarado culpable de abuso sexual y difamación, aunque no de violación, en el caso contra la escritora E. Jean Carroll. Esta sentencia marcó la primera condena contra Trump tras dejar la Casa Blanca. Además, en enero de ese mismo año, su compañía fue condenada a pagar 1,61 millones de dólares por un esquema de evasión fiscal”. 

Carroll acusó a Trump de haberla agredido sexualmente en el probador de unos grandes almacenes de Nueva York a mediados de la década de los noventa. Además, lo responsabilizaba de difamarla cuando ella decidió hacer pública su denuncia en un libro publicado en 2019. 

Otra causa, de carácter federal, también investiga los intentos de Trump por revertir su derrota electoral, en relación con el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, cuando el Congreso debía ratificar los resultados de las elecciones presidenciales.

“El magnate enfrenta cuatro cargos: conspiración para defraudar a Estados Unidos; conspiración para obstruir un procedimiento oficial, la certificación de la victoria de Joe Biden; obstrucción e intento de obstruir un procedimiento oficial; y conspiración contra los derechos civiles, por privar a los ciudadanos de su derecho al voto y a que su voto sea contado. Finalmente, Trump se ha declarado no culpable y todavía no hay fecha prevista para el juicio”, puntualiza el medio español. 

Por ahora, los abogados de Trump están intentando retrasar el proceso, apelando a todas las instancias judiciales con el argumento de que, como presidente en ejercicio al momento de los presuntos delitos, goza de inmunidad frente a cualquier enjuiciamiento criminal. Dos tribunales ya han desestimado esta justificación, y el caso ha llegado al Tribunal Supremo, donde la mayoría de los jueces son conservadores, tres de los cuales fueron nominados por el propio Trump. 

La ultra, violenta y anti-derechos, al ataque

“Se espera que el regreso de Trump a la Casa Blanca traiga consigo una agenda radical de derecha que podría resultar en la deportación de millones de inmigrantes, la reducción de los derechos de las personas transgénero, la restricción de los derechos reproductivos y la reducción de las protecciones ambientales en medio de una catástrofe climática cada vez mayor”, asegura Jonah Valdez en su nota titulada “Los demócratas desperdiciaron su oportunidad de bloquear el resurgimiento de Trump”, publicada en el medio estadounidense The Intercept.

El analista considera que “en cuanto al clima, la inmigración y la guerra de Israel en Gaza, Harris se inclinó hacia la derecha”, lo que le alejó de los votantes.

“A diferencia de 2016, cuando su victoria sobre Hillary Clinton fue una sorpresa para muchos estadounidenses, Trump no fue una sorpresa en 2024. El Partido Demócrata tuvo la ventaja de cuatro años para asegurarse de que esto no volviera a suceder. Sin embargo, como en 2016, los demócratas parecen no haber logrado ganarse al electorado en una carrera contra un candidato excepcionalmente impopular, esta vez uno con múltiples juicios políticos, acusaciones y condenas penales”, señala la nota.

“La breve campaña de Biden y la posterior campaña de Harris optaron por intentar vencer a los republicanos en su propio terreno, virando hacia la derecha en cuestiones como la inmigración, la justicia penal y el clima. Después de que el presidente Joe Biden se retirara, el Partido Demócrata rechazó los llamamientos para dejar de proporcionar armas a la guerra de Israel en Gaza. En cambio, Harris promocionó el apoyo de conservadores como Liz Cheney. La estrategia fue una estratagema para cortejar a los moderados y conservadores recelosos de un segundo mandato de Trump, pero puede haber alejado a bloques de votantes clave”, agrega Valdez.

“Incluso dejando de lado este genocidio, ha sido difícil conseguir que Harris adopte una postura firme sobre otras cosas que me preocupan, como los derechos de las personas trans; tener algún tipo de reforma migratoria significativa y humana; y adoptar una postura sobre el cambio climático”, dijo Meghan Watts, una votante de Carolina del Norte, a The Intercept la semana pasada. Estaba decidiendo entre Harris y la candidata del Partido Verde Jill Stein. Terminó dejando la sección presidencial de la boleta en blanco.

“A lo largo de la guerra, la administración Biden ha demostrado su falta de voluntad para cambiar su política de armamento a Israel, y ha mostrado poca o ninguna protección ante la creciente evidencia de violaciones de los derechos humanos tanto en Gaza como en el Líbano. Después de un año de protestas contra la guerra en los campus universitarios de todo el país, hubo un optimismo inicial entre los votantes de que Harris podría cambiar de rumbo después de asumir la candidatura”, señala la nota del medio estadounidense.

La nota señala que el Movimiento No Comprometido estuvo reuniendo promesas de cientos de delegados de Harris para impulsar la campaña hacia un embargo de armas, y parecía que esto iba a tomar impulso en la Convención Nacional Demócrata en Chicago en agosto. Sin embargo, el partido bloqueó el movimiento en todo momento y Harris se negó a dar garantías de que su política hacia la guerra diferiría de la de Biden.

El Movimiento Nacional No Comprometido (Uncommited National Movement) es una campaña de protesta que estuvo destinada principalmente a presionar a Joe Biden y Kamala Harris para que logren un alto el fuego en la guerra entre Israel y Hamás, y para que se imponga un embargo de armas a Israel. Pese a su ardua lucha, no lograron convencer ni a Biden ni a Harris, y retiraron su apoyo a los demócratas. 

“Las encuestas han demostrado constantemente que imponer restricciones o límites a las armas que Estados Unidos envía a Israel es popular entre los estadounidenses, y aún más abrumadoramente, entre los demócratas. Pero Harris siguió ignorando los llamados a hacerlo, lo que culminó con la decisión del Movimiento Uncommitted de no respaldarla”, agrega The Intercept.

“La vicepresidenta Harris y su equipo no aprovecharon la oportunidad de empoderar al Movimiento de los No Comprometidos para que la apoyara y movilizara a los votantes para su reelección”, dijo Abbas Alawieh, cofundador del movimiento, en septiembre, después de anunciar que no respaldaría a Harris. Terminó votando por Harris con la esperanza de que los votantes siguieran presionándola para que aprobara un embargo de armas y un alto el fuego.

“Los demócratas pasarán años debatiendo qué cuestiones en concreto alejaron a los votantes de Harris y los inclinaron por Trump: ¿la guerra, la inflación, el racismo y la misoginia en Estados Unidos u otros factores? Pero mientras el partido analiza su derrota, también debe tener en cuenta cómo aborda las voces disidentes dentro de sus filas”, considera Valdez.

Por su parte, el analista Daniel Kersffeld hace especial hincapié en la frustración del electorado y el carácter policlasista de trumpismo. “Obviamente, el trumpismo no existiría si, al mismo tiempo, no hubiera un caudillo decidido a encabezar un particular movimiento de reivindicación con bordes indefinidos. Pero tampoco existiría sin un sistema al que una mayoría percibe como excluyente, sin perspectivas de futuro, y construido para beneficio de una minoría cada vez más alejada del ciudadano común”, asegura en la nota titulada “El trumpismo y el malestar en la cultura”, publicada en Página 12.

“Así, y como ningún otro dirigente, Trump expresa y canaliza la frustración, pero también la protesta. Y últimamente, también la revancha y la venganza alimentadas, incluso, por mentiras y fake news de todo tipo (como las apetencias gastronómicas de ciertos inmigrantes…)”, agrega Kersffeld.

El analista considera que, como cualquier populismo, el trumpismo es un movimiento policlasista, capaz de amalgamar la identidad política de trabajadores pobres y desempleados, junto con clases medias y empresarios. “Y como todo populismo, el trumpismo expresa mejor que ningún otro movimiento o corriente las enormes contradicciones que se desarrollan actualmente en la todavía principal potencia global”, concluye.

La fórmula ganadora: Trump- Vance- Musk

Al cierre de esta edición, la fórmula del Partido Republicano, Donald Trump – James Vance, obtuvo 72. 623.882 votos (50,9 por ciento), y 295 votos electorales. La fórmula demócrata, Kamala Harris-Tim Walz cosechó 67.927.989  (47,6 por ciento) y 226 votos electorales.

La bolsa registró una suba histórica. El mercado festeja la victoria de un dirigente que considera “pro negocios” y “que va a eliminar regulaciones”.

En el discurso tras la victoria, el magnate dio rienda suelta a su mesianismo: “Dios me permitió vivir por una razón, para salvar al país”. 

El presidente electo le dedicó buena parte de sus palabras al magnate Elon Musk: “Te amo, Elon”, dijo Trump para cerrar una catarata de elogios.

“Es un gran hombre y estuvimos juntos esta noche”, dijo el presidente electo haciendo referencia a que esperó los resultados junto al millonario en su residencia de Florida. “Hicimos campaña juntos”, agregó, al tiempo que detalló las “hazañas” del magnate en el espacio exterior. 

“Es una persona importante. Es un genio, y no hay tantos. Hay que proteger a los genios”, aseguró Trump, mostrando así su sensibilidad hacia los desprotegidos.

Publicado en el semanario El Eslabón del 09/11/24

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