
¿Puede la literatura destinada a las infancias aportar a los valores de Memoria, Verdad y Justicia? La pregunta la recoge el profesor y especialista en pedagogía de la lectura Oscar Yaniselli y asegura que mucho puede contribuir a sostener estos principios, además de cuidar “la diversidad y belleza de nuestra lengua castellana”. La invitación a que estos libros estén al alcance de las niñas y los niños sirve para sacarle provecho todo el año escolar y no sólo para la efemérides del 24 de Marzo. El educador sugiere 20 libros que abren la puerta a esta tarea en las salitas de inicial y en las clases de primaria.
Yaniselli es profesor superior en letras (UNNE), especialista en literatura para niños y jóvenes; durante ocho años coordinó el Plan Provincial de Lectura del Chaco y por más de 20 años ha participado de la Comisión Asesora Nacional (dependiente del ex Ministerio de Educación de la Nación) para la selección y compra de libros que se distribuyeron a las instituciones educativas de todo el país. Actualmente es rector del Instituto de Estudios Superiores de la Fundación Mempo Giardinelli.
Desde el 2002, cada 24 de Marzo se conmemora el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia (ley 25.633) y forma parte de las ceremonias escolares ineludibles. Para el educador Oscar Yaniselli, “marzo debe ser el mes que inicie un trayecto continuo de mucha lectura, reflexión y debate en todas nuestras instituciones educativas sobre los nefastos hechos producidos por la dictadura militar en nuestro país”.

Considera que la reflexión a la que convoca la fecha debe ir más allá del día o el mes conmemorativo: “Desde acá brego para terminar con esa cultura escolar que banaliza estos hechos o los trata como meras efemérides que se recuerdan y culminan, en general, en un solo día. Hubo demasiada muerte y aberración en nuestra historia reciente para que creamos que alcanza con evocar estos hechos durante una semana o, como mucho, el mes completo”.
En su mirada, los principios de Memoria, Verdad y Justicia ameritan ser abordados como un contenido fundamental, transversal y todo el año, en especial en lo que hace a la educación obligatoria (desde inicial al secundario).
“Y, como dice el escritor formoseño Orlando Van Bredam, «la literatura si de algo sirve es para hablar de las cosas que nos pasan». Lejos de entender a la literatura desde una concepción utilitaria, la cantidad y calidad de libros infantiles que hoy existen nos convocan a reflexionar colectivamente, a formar comunidades escolares lectoras que construyen pensamiento crítico junto a nuestras infancias”, reflexiona, y suma: “Leer en voz alta y conversar, tal como lo plantea el maestro británico Aidan Chambers en su obra Dime. Los niños, la lectura y la conversación, tiene que ser la única actividad permanente para este objetivo”.
Para el profesor Oscar Yaniselli Memoria, Verdad y Justicia debe pensarse como “un recorrido lector que supere el frívolo tratamiento de una efeméride circunstancial y tiene que permanecer activo durante los 190 días del ciclo escolar”.
“La Gran ocasión”
Yanisselli es contundente al referirse a todo lo que los buenos libros para niñas y niños pueden dar a una formación en derechos humanos: “La literatura para las infancias puede aportar –y mucho– no sólo a los principios de Memoria, Verdad y Justicia sino, sobre todo, puede contribuir de una manera amorosa y efectiva a recuperar, resignificar y repotenciar la diversidad y belleza de nuestra lengua castellana”.
Y al decir lengua –subraya– también implica “pensamiento, inteligencia e imaginación”: “No hay elemento de mayor valía, protección y fortaleza para un niño o niña que contar con la cantidad y calidad de palabras que le permitan ser, decir y pensar con claridad y autonomía”.

Recuerda que si en las escuelas y bibliotecas argentinas hay buenos y diversos libros infantiles es gracias a la inversión que el Estado nacional hizo a través del Plan Nacional de Lecturas, en los gobiernos de matriz popular de las últimas dos décadas. Libros que hoy “pueden resultar un poderoso e inigualable portal de ingreso a la cultura letrada y al pensamiento crítico, sobre todo para las infancias más postergadas y vulneradas en sus derechos sociales de nuestro país”.
El profesor Yaniselli pone a la escuela como un lugar ideal para emprender esta tarea de transmisión de la memoria, más “en el tristísimo e injusto marco de nuestra realidad actual”. La compara con la “Gran ocasión” de la que habla la escritora Graciela Montes “para que nuestros pibes y pibas, nuestras infancias y adolescencias, junto a docentes lectores, entusiastas y comprometidos, lean literatura de calidad”; y que además “se torna una cantera interminable de donde extraer las palabras necesarias para hablar, pensar, soñar y reclamar cuando sienten afectados sus derechos”.
La escuela, el mejor lugar
“Alentar la memoria es importante porque los cimientos y los secretos del presente y del futuro están en el pasado. Recordar para conservar ciertos hechos es fundamental porque nos permite preservarnos, evitar que se repitan las tragedias –privadas y colectivas– y así enfrentar el presente con ojos más atentos y el corazón más fortalecido”, dice el educador cuando habla de la importancia de no naturalizar el olvido, al tiempo que admite que la actualidad muestra que “nunca podremos evitar del todo que vuelvan a aparecer esas calamidades –naturales o autoinfligidas– que nos laceran con dolor, decepción, estigmatización, persecución, exclusión, violencia e incluso con la muerte misma”.
“Además, la memoria está íntimamente ligada a la verdad y a la justicia”, afirma sobre lo que considera “valores supremos e irrenunciables de la condición humana y de su dignidad inalienable”. “No puede haber justicia sin verdad ni memoria. Como no puede haber paz social sin igualdad, sin equidad y sin posibilidades reales para todas las personas”, añade.
Para el profesor, no se trata de un juego de palabras, más bien de un llamado a volver a pensar el significado original y los alcances más profundos de estos términos, más en “un momento histórico de tanta y tan grosera manipulación y depreciación del lenguaje en general y de ciertos vocablos en particular: así, por ejemplo, junto a «memoria, verdad y justicia» –en un proceso que podría llamar como de resemantización popular– hay que devolverle el valor, el brillo y la relevancia a palabras como «libertad, justicia y democracia»”.

Sostiene que “restablecer la esencia y la capacidad comunicativa de nuestro idioma implica fortalecer en nuestras infancias las habilidades sociales y cognitivas que nos nutren de palabras para saber y poder nombrar, y enfrentar todo aquello que nos lesiona o que no queremos que vuelva a ocurrir”.
Yaniselli recuerda que “la admirada especialista argentina Emilia Ferreiro, quien, al igual que el maestro Paulo Freire, nos enseñó que para desarrollar todo esto no hay mejor lugar que la escuela inclusiva, popular y democrática; ni mejores estrategias que la narración oral, y la lectura en voz alta intensiva, literaria y compartida; además de la conversación argumentada, diversificada y sostenida, porque son justamente estas prácticas las que permiten acrecentar y perfeccionar el vocabulario de nuestros chicos y chicas”.
En clave educativa, que “nuestras infancias y adolescencias tengan la capacidad de pensar, de soñar, de expresarse con argumentos respetuosos, convincentes y sólidos ante hechos y situaciones personales e históricas que menoscaban su dignidad, debería ser uno de los objetivos prioritarios de una sociedad realmente inclusiva y democrática”.
Lecturas recomendadas
Con el entusiasmo de todo buen lector y maestro, Yaniselli recomienda una selección especial de libros para ser compartidos –más allá del 24 de Marzo– con las niñas y los niños de los niveles inicial y primario.
Para las salitas de inicial: El pequeño Cuchi Cuchi, texto e ilustración de Mario Ramos (Océano Travesía); Los Tambores, de Reiner Zimnik (Lumen); ¡Ya vienen!, escrito por Sylvie Neeman, ilustrado por Albertine (Limonero); Gris, texto e ilustración de Silvi Hei (Gerbera); Las Abuelas nos cuentan. 45 años: Una nueva colección por el derecho a la identidad (ex Ministerio de Educación de la Nación); El vendaval, escrito por Mo Yan e ilustrado por Zhu Chengliang (Océano Travesía); Cinco dedos, Colectivo Libros para Niños de Berlín (Ediciones de la Flor); Altibajos, de Cristina Bellemo con ilustraciones de Maddalena Gerli (AH Pípala); Esperanza, de Gianni Rodari y con ilustraciones de Francesca Ballarini (Limonero); Un mar de fueguitos, de Eduardo Galeano, con ilustraciones de Poly (Siglo XXI).

Para las aulas de primaria: Así es la Dictadura, idea y texto de Equipo Plantel, ilustraciones de Mikel Casal (Mediavaca); Memoria en palabras, 10 historias de autor@s argentinos (ex Ministerio de Educación de la Nación); UMA, de Perla Suez e ilustraciones de María B. Sonnet (Comunicarte); La gran fábrica de las palabras, de Agnès de Lestrade e ilustrado por Valeria Docampo (Unaluna); Una caja de libros, de Valeria Daveloza, ilustraciones de Natalia Aguerre (Superpoder); El Cheruvichá. Un pajarito honesto, de Mempo Giardinelli e ilustrado por Alejandro Agdamus (Continente); El negro de París, de Osvaldo Soriano, ilustrado por Miguel Rep (Seix Barral); Nos vamos, nomás, nos vamos…, Relato murguero de Mercedes Pérez Sabbi, con ilustraciones de Cubillas (Abran cancha); Dos Pajaritos, de Dipacho, Diego Francisco Sanchez (Calibroscopio); A veces las cosas, de Toño Malpica e ilustraciones de Guillermo Haidr (Ruedamares).
Publicado en el semanario El Eslabón del 22/03/25
¡Sumate y ampliá el arco informativo! Por 6000 pesos por mes recibí todos los días info destacada de Redacción Rosario por correo electrónico, y los sábados, en tu casa, el semanario El Eslabón. Para suscribirte, contactanos por Whatsapp.
Dejá un comentario