Corrales en los Tribunales Federales de Rosario. Foto: Rosario/12 (Alberto Gentilcore).

El represor de la dictadura Ricardo Corrales, ex mano derecha del fallecido comandante de Gendarmería Agustín Feced –dueño de la vida y la muerte del Centro Clandestino de Detención que funcionó en el Servicio de Informaciones de la policía de Rosario–, se encuentra internado en el Sanatorio Plaza tras intoxicarse con Lavandina.

Corrales –que se encontraba bajo el régimen de prisión domiciliaria– “presuntamente habría tomado lavandina para suicidarse”, según informó a Redacción Rosario el fiscal federal Gonzalo Stara, quien recibió la denuncia el sábado por la noche a través de un llamado de la concejala del Frente para la Victoria, Norma López, que a su vez obtuvo el dato de un informante anónimo.

Tras recibir el llamado telefónico de López, Stara solicitó la confirmación del dato por parte de la Dirección Provincial del Patronato de Liberados, dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de Santa Fe, desde donde corroboraron la internación de Corrales.

Según indicó el fiscal, “la misma noche del sábado se notificó al juzgado federal del doctor Marcelo Bailaque, y se pidió al Patronato que extremen los controles al imputado”.

La concejala Norma López, explicó por su parte que el pasado sábado recibió la información de que el represor habría “ingresado al Hospital Provincial con una intoxicación producto de haber ingerido lavandina”. López contó que luego informó al fiscal Stara, y que pudo saber que Corrales había sido trasladado luego a un sanatorio privado.

En el Sanatorio Plaza confirmaron este lunes a Redacción Rosario que Ricardo Corrales se encuentra desde el sábado “internado en terapia intensiva”.

Mano derecha

Ricardo Corrales, quien fuera durante los años de la dictadura uno de los secretarios privados de Agustín Feced, está imputado por más de un centenar de secuestros, desapariciones y homicidios por la justicia federal rosarina. Estuvo prófugo desde el pedido de indagatoria solicitado por el fiscal Stara hasta que se entregó el 6 de diciembre de 2011.

Durante la indagatoria, realizada el mismo día que se entregó a la justicia, el ex policía esquivó las preguntas argumentando que tenía «una nebulosa terrible en la cabeza» y rechazó las imputaciones en su contra –31 secuestros, 131 casos de secuestros seguidos de torturas, 16 desapariciones y 10 homicidios–.

«He trabajado en la secretaría privada, no recuerdo el tiempo, ni el mes del año. Esa es la verdad, mi deber era recepcionar todos los procedimientos en la faz policial. No obstante tenía que transmitir sobre la persona que viniese a preguntar por personas que estaban detenidas… tenía que comunicarle al interventor de represión”, declaró en aquellos días Corrales.

“Así fue transcurriendo el tiempo –continuó–, alguna persona que preguntaba por algún detenido. Primero si es asunto policial le comunicaba al subjefe de policía, todo lo concerniente a la policía. Cuando venía alguna persona a preguntar si alguien estaba detenido en forma reiterativa, yo iba, golpeaba la puerta y le decía al interventor que estaba fulano y que quería hablar con él, y él me decía: «yo no atiendo a nadie». Entonces yo iba, decía «perdone, el jefe me dijo que vaya a preguntar a otro lado», que no me había dicho nada, eso decía yo al que venía a preguntar. En realidad algunas veces, me decía que quería que pase y otras veces, me decía que no lo quería atender. El interventor me decía estas palabras: «hágalo pasar»».

En una segunda declaración, en el marco del juicio oral conocido como Díaz Bessone, en el que fue propuesto como testigo por otros represores, el represor volvió a eludir responsabilidades, en esa ocasión con menor credibilidad, a las preguntas servidas en bandeja por el defensor de los represores. Corrales repitió casi siempre no recordar nada.

“¿Quien era su jefe?”, preguntó el defensor oficial germán Artola. “Pasaron muchos jefes, en este momento no me acuerdo”, repitió varias veces, y luego se iluminó: “El Coronel Duré, después vino el comandante Feced”.

Una que lo mandó en cana

En el marco del mismo juicio Díaz Bessone, la ex oficial Mirta Beatríz Gallardo, quien revistió en la Alcaldía de mujeres de la Jefatura de policía de Rosario durante la dictadura, escrachó a Corrales ante el Tribunal Oral Federal (TOF) 2, junto a los nombres y atrocidades de los integrantes de la patota de Feced.

“Un día cuatro hombres que decían que eran de la Federal, en mayo del 76 creo, traen a una mujer en un colchón, muy joven, muy bonita. Cuando me acerco veo que ese está muriendo. Le dije «vos estás mal». Ellos contestan «lo que pasa que uno de los nuevos, el boludo, le dio agua después que la trabajamos»”. La testigo explicó que “trabajar” era la manera de decir que le habían aplicado picana.

Gallardo contó que en ese momento ella dijo que “no la iba a recibir, que se iba a morir, que no se va a hacer responsable, que se la lleven”. Y comentó que los que la traían le dijeron que la tenía que recibir, ya que era “una orden del comandante”(Feced). “Yo les pedí entonces que la manden por escrito”,relató Gallardo.

Al rato la llama Corrales, que era el secretario personal de Feced, su mano derecha, describió la testigo y agregó: “Me llama la atención que Corrales no esté detenido, porque manejaba todo, era terrible con los detenidos y con el personal”.

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