Belén es el apellido de un dirigente de los obreros metalúrgicos que ahora está de secretario adjunto de la CGT que encabeza el camionero Hugo Moyano. Pese a lo encumbrado de su cargo, Belén es un tipo de perfil mediático bastante bajo. Por la CGT hablan Moyano, el taxista Viviani, el judicial Piumato y casi que pará de contar. A Belén se lo escucha poco, salvo en LT2 de Rosario, en el programa 10 Puntos, que lo viene sacando al aire seguido.
Hoy, el periodista Luis Novaresio lo entrevistó con tono amable y los dichos de Belén, sobre todo la forma de decir de Belén, generaron –ya había pasado antes– una catarata de llamados de indignados oyentes y oyentas, siempre prestos a cargar contra los dirigentes de los gremios.
Poco y nada sabe de la trayectoria de Belén quien escribe estas líneas. Sí le queda claro a este escriba, al escucharlo por radio, que Belén es unos de esos dirigentes obreros que mantiene, y hasta parece cultivar, los modos del hablar de miles y miles, millones, de obreros de la Argentina. Este cronista tuvo la oportunidad de escuchar en varias ocasiones a esos obreros, muchos con la primaria incompleta o sin nada de primaria, con lógica y léxico propios despojados de estructuraciones sintácticas correctas. Apenas varían las tonadas de esos hombres, determinadas por la situación geográfica. Belén es de los urbanos, según le contó a Novaresio vive en Lanús, en el sur del gran Buenos Aires. Los hay al sur y al norte, al oeste y en el litoral de la patria.
Y tanto se enojan los oyentes que llaman a 10 Puntos al escuchar a Belén que Novaresio contó que tuvo que atender a uno que lo increpó por no repreguntar, por ser casi complaciente con el tipo. Y Novaresio explicó que él lo hace hablar para que los oyentes, los chichipíos, los últimos orejones del tarro, saquen sus propias conclusiones. Porque a veces, se entiende a Novaresio, los periodistas tienen que ser , para bien o para mal, inquisidores y lapidarios. Como cuando él –Novaresio– dice de algún funcionario “es buena gente”. A veces, entonces, el periodista, es dueño del “buenómetro”, y explica a los chichipíos quién es “buena gente” y quién no. Otras veces, el periodista se limita a “hacer hablar” para que los orejones saquen conclusiones de acuerdo con su libre albedrío.
Lo que le pasa a este cronista en su calidad de orejón de vez en cuando de LT2 es que su opinión, su “buenómetro”, sus “propias conclusiones”, casi nunca coinciden con la de los otros orejones. Igual con Belén, que tal vez es un burócrata que no beneficia a sus dirigidos todo lo que debiera, o se enriqueció más de lo que corresponde a un dirigente sindical honesto. O tal vez no. Sí o no, seguro que Belén es menos enemigo de los intereses de los trabajadores que varios señorones bienhablados y seriotes, como por ejemplo –aunque bienhablado hasta ahí nomás–, don Alberto Gollán, el cónsul honorario de Gran Betraña que es el dueño de LT2.