Un ex conserje del hotel lindante al boliche Cromañón acusó hoy al dueño del complejo, Rafael Levy, de quejarse del ingreso de bomberos al establecimiento para socorrer a la gente del incendio de 2004 y de "pensar más en el dinero que en lo que había pasado" en el local.

 

"Levy me preguntó esa noche quién autorizó a subir (a los bomberos) al primer piso (donde se hizo un boquete para sacar gente) y yo le dije: ’¡Sos un hijo de puta!, ¿no ves que se está muriendo gente’?, relató en el juicio oral Maximiliano Chaparro, un ex empleado del hotel Central Park que asistió a las víctimas.

Levy, dueño del complejo del barrio de Once que incluía el hotel, el boliche y varios locales comerciales, fue procesado en la causa por el juez Alberto Baños, pero luego la Cámara del Crimen lo sobreseyó y ahora su situación está siendo analizada por la Cámara de Casación Penal.

En su extenso relato, Chaparro contó que lo que le molestó a Levy fue enterarse de que los bomberos habían subido al primer piso, donde se realizó un boquete al lado de una puerta que conectaba el hotel con el boliche, a través del cual logró salir con vida mucha gente.

Luego explicó que debido al cierre del hotel a raíz de la tragedia, Levy les pagó el sueldo a los empleados por unos meses, una indemnización y luego les dijo que le hicieran juicio si querían porque no le iban a "sacar nada" y que el empresario "pensaba más en el dinero que en lo que había pasado" en Cromañón.

El testigo también reveló que el dueño del complejo y Omar Chabán, gerenciador de Cromañón, tenían "reuniones frecuentes" en el hotel, lo cual se contradice con lo declarado por el primero en el debate, quien negó tener relación con él e incluso se quejó de que no estuviera siendo juzgado.

"Las reuniones con Levy eran para insonorizar las ventanas (del hotel) y entonces se les empezó a meter guata", afirmó el ex conserje, quien relató que también se colocó "gomaespuma a la puerta alternativa".

El testigo explicó que esas medidas fueron adoptadas debido a que el sonido de los recitales provocaba continuas quejas de los pasajeros del hotel, entre los que mencionó futbolistas que lo utilizaban para "concentrarse".

También recordó que le comentaron que había habido un incendio anterior (en mayo de 2004) y que en esa ocasión, muchos chicos habían salido por el garage y se habían refugiado en la recepción.

Chaparro también sostuvo que "Chabán y (Raúl) Villareal eran lo mismo", ya que ambos se reunían con Levy y que el segundo era a su entender "el encargado de seguridad" del boliche, aunque nunca se los habían presentado así, porque "ordenaba las filas y era el más morrudo", junto con "chicos que tenían remeras de Callejeros".

"Chabán se presentó una vez como alguien importante del local y Villareal siempre estaba con él. Villareal era como Chabán, era implícito que era el encargado del salón", remarcó Chaparro respecto de la "mano derecha" del ex gerenciador, quien niega haber cumplido esas funciones y atribuye la seguridad a Callejeros.

Para reforzar esa idea, el testigo contó que luego de que él terminó de sacar al último chico con vida de adentro del local, Villareal le dijo: "Menos mal que conocía el lugar porque si no, no salíamos, era una trampa mortal".

El testigo también complicó a Chabán al asegurar que tras hacerse cargo de Cromañón realizó una serie de reformas, entre ellas "tapiar con ladrillos" unas turbinas de aire que refrigeraban el local y se ubicaban detrás del escenario.

Mencionó también que la cortina de acceso al garage del hotel, que a su vez se comunicaba con Cromañón, "a veces funcionaba y otras no", que en ese pasillo "había espesores de humo conectados a una alarma del hotel que nunca funcionaron" y que las mangueras "estaban de adorno porque no tenían presión de agua".

Sobre la llamada puerta alternativa, que se comprobó que esa noche tenía un candado y un alambre que impedía la apertura, el testigo reveló que "siempre estaba abierta", lo que indicaría que sólo fue clausurada por la serie de recitales de Callejeros.

Al respecto, detalló que se usaba para descargar mercadería para el local o para que personas ingresaran a fiestas que el hotel organizaba en Cromañón, como una efectuada pocas semanas antes de la tragedia.

"Esa noche la puerta tendría que haber estado liberada, yo nunca la había visto así, tenía un alambre", recordó el testigo, quien ayudó a los bomberos a abrirla desde afuera y, como los efectivos, se encontró con una pila de jóvenes desmayados a los que auxilió.
 

Vanina Save I Télam

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