Por Daniela Moscariello. Claude Chabrol, el sutil retratista de los más ocultos pliegues de la burguesía, ofrece en La dama de honor una tensión creciente que nos conduce a una atmósfera densa, oscura.
 

¿Cuál es el punto de inflexión, cuál es el límite, siempre difuso, para distinguir una relación amorosa sana de un vínculo patológico? Con infinita sutileza, el gran director francés Claude Chabrol supo mostrar en La dama de honor la perversión llevada a extremos terribles, sorprendentes aún para aquellos espectadores ya acostumbrados a los complejos retratos sociales de este director. Un hombre joven ve a una mujer y queda atrapado en una relación donde lo siniestro recobra vida, con toda su inquietante magnitud. Y es éste apenas el comienzo de una historia donde Eros se asocia con Thánatos, esa criatura de oscuridad escalofriante con la que los antiguos griegos representaban a la muerte.

¿Quién es la dama de honor? No lo sabremos con precisión, excepto por especulaciones, y sobre este punto, entre otros, se sustenta buena parte de la creciente tensión del film. Y ya hacia el final de la historia, en la que la construcción psicológica de los personajes se torna infinitamente morbosa, la pregunta se impone y aporta todavía más inquietud.

Mientras tanto, y con el devenir de la trama, abrir los arcanos de lo oculto pasa a ser el desafío de un espectador atento al magnífico suspenso de esta obra.

Todo parece comenzar como una historia de amor a primera vista, pero tratándose de Chabrol, la cosa se complica, se hace más densa y oscura. Philippe (Benoît Magimel) es “un chico normal”, atractivo, de 25 años, que vive con su madre y dos hermanas más pequeñas en un barrio calmo y recoleto. El joven, que acaba de empezar a trabajar con un contratista inmobiliario, se siente atraído en la boda de su hermana por Senta (Laura Smet). Pero este será el punto de partida de un camino tortuoso que nos conducirá a los pliegues más oscuros de los sentimientos humanos. Phillipe será el protagonista de una historia que se torna inquietante y fantasmagórica junto a la misteriosa Senta, que lo someterá a una relación tortuosa.

Con una trama original y con variados matices en los sentimientos de los personajes, ambiguo a la hora de poner límites entre realidad y ficción, con giros sorprendentes e inesperados, este film presenta una atmósfera absolutamente densa y oscura. La dama de honor es una verdadera obra de arte a la manera en que nos tiene acostumbrados este gran director francés.

Título original: La demoiselle d’honneur

Dirección: Claude Chabrol.

Países: Francia y Alemania.

Año: 2004.

Duración: 110 min.

Género: Thriller, drama.

Interpretación: Benoît Magimel (Philippe), Laura Smet (Senta), Aurore Clément (Christine), Bernard Le Coq (Gérard), Solène Bouton (Sophie), Anna Mihalcea (Patricia), Michel Duchaussoy (Vagabundo), Suzanne Flon (Sra. Crespin), Eric Seigne (Jacky), Pierre-François Dumeniaud (Nadeau).

Guión: Pierre Leccia y Claude Chabrol; basado en la novela de Ruth Rendell Te Bridesmaid (1989).

Producción: Antonio Passalia, Patrick Godeau y Alfred Hürmer.

Música: Matthieu Chabrol.

Fotografía: Eduardo Serra.

Montaje: Monique Fardoulis.

Diseño de producción: Françoise Benoît-Fresco.

Vestuario: Mic Cheminal.

Estreno en Francia: 17 Noviembre 2004.

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