Para la cooperativa La Cabaña de Rosario el 2008 había arrancado complicado pero terminó con novedades alentadoras: avanzan hacia la construcción de una nueva planta de producción y la Justicia les reconoció a los trabajadores la totalidad de sus acreencias laborales en el marco de la quiebra que supieron revertir.

“A pesar de todo fue un buen año”. Con estas palabras, Héctor Gallo, secretario de la cooperativa La Cabaña, empresa láctea recuperada por sus trabajadores en el 2006, resume un año marcado por conflictos locales y crisis internacional.

El inicio del mes de marzo trajo aparejado el fuerte conflicto entre el gobierno y los sectores rurales que duró ciento veinte días y tuvo consecuencias negativas para la cooperativa. “Se nos incrementaron los fletes, comenzó a escasear materia prima y combustible”, recuerda Gallo, que añade que que se hacía difícil la llegada de los productos de la cooperativa a los centros de comercialización por el cierre de rutas y caminos. El efecto fue evidente, baja en la produción, incremento de los costos fijos y caída de ventas.

De todas formas, a nivel interno y con el apoyo fundamental de sus asesores legales e institucionales, avanzaron en el fortalecimiento cooperativo. Uno de los logros de este proceso fue el reglamento de trabajo, producto de la discusión y el consenso de los asociados.

También lograron gestionar una mejor cobertura en seguros para el medio centenar de integrantes de la cooperativa con una empresa que ofrece sus servicios para todas aquellas cooperativas nucleadas en la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajadores Autogestinados (Facta).

Todas estas vicisistudes no hacen perder de vista a Héctor el objetivo final: “Sueño con el día en que esté terminada la nueva planta”. Y algunos pasos en ese sentido comenzaron a dar. En octubre logaron que el juzgado que tramita la quiebra aceptara una propuesta de compra de cuatro hectáreas por parte de la cooperativa en un predio de la localidad de General Lagos. Este hecho les abrió las puertas para la gestión de créditos productivos oficiales que hoy se están ofreciendo a una baja tasa de interés, y el acceso a subsidios de dependencias estatales como el Inaes.

La frutilla del postre fue el reconocimiento de la totalidad de las acreencias laborales mediante las cuales lograron quedarse con las marcas de la crema de leche y las mantecas que elaboran, todavía en el establecimiento de Balcarce entre San Luis y San Juan, y las herramientas y maquinarias de trabajo.

Y esto no es todo. A los logros de la gestión cooperativa, que tuvo que afrontar duros desafíos contando solamente con sus fuerzas y ahorros propios, se suman dos premiaciones. La primera fue el Premio “Planeta Nuevo Milenio 2008” a la calidad, imagen y prestigio de la cooperativa, y la segunda fue la distinción “Ana del Valle” otorgada por la Fundación Rovere a las mujeres hacedoras y emprendedoras de la recuperada.

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