Por Ernesto Ávila. El denominado Recorrido por la Memoria fue por cada uno de los centros clandestinos de detención locales de la última dictadura y puntualizó su negra historia.
El denominado Recorrido por la Memoria, en el marco de las conmemoraciones por un nuevo aniversario del golpe militar de 1976, comenzó durante la tarde de este sábado en lo que fuera el centro de detención y torturas de la ex fábrica Militar de Armas Domingo Matheu. Allí, se convocaron ex detenidos y sobrevivientes, organismos de derechos humanos, legisladores, militantes y las Madres de la Plaza 25 de mayo. Las visitas se extendieron a otros emblemáticas sedes represivas como la escuela Magnasco, de Ovidio Lagos y Zeballos; el actual bar Rock&Fellers de Moreno y Córdoba, en donde funcionaba el Centro de Información del IIº Cuerpo del Ejército; la ex Jefatura de San Lorenzo y Dorrego; la Quinta de Funes, de Diagonal San José y Ruta 9, y la Quinta La Calamita, ubicada en Granadero Baigorria.
Uno de los sobrevivientes del “chupadero” de la ex fábrica de armas, Juan Antonio Rivero, actual concejal por el Frente Progresista Cívico y Social, y querellante en las causas por la Verdad y la Justicia, encabezó el acto de apertura. Luego el recorrido se extendió por otros centros de detención de la ciudad.
El centro clandestino de detención de la ex fábrica militar daba a los fondos de la edificación, a donde se llegaba por una calle sin nombre, más conocida por entonces como Paredón Sur. Por una puerta construida a fines de 1976 ingresaban los vehículos que transportaban a los detenidos y éstos eran alojados transitoriamente en una cocina. Ahora, en la esquina más próxima, de Francia y Olegario Víctor Andrade, se levanta un cartel con una breve reseña histórica que recuerda el pasado oscuro de ese sitio. Allí, se realizó ayer por la tarde, un acto de recordación en el que habló el concejal Rivero y en donde fue imposible evitar la emoción y las lágrimas.
“Desde que salí de aquí, he trabajado para que haya justicia y verdad y para rescatar la memoria sin ningún tipo de rencor. Porque sólo la verdad y la justicia nos llevaran a lo tiempos nuevos, ha mejorar nuestros estándares de vida, y a que nunca más haya golpes o dictaduras militares”, dijo con Rivero.
El actual edil y sobreviviente de aquella masacre planificada desde el Estado, advirtió que “hay situaciones dispersas de las derechas de América Latina, que se asoman con intenciones golpistas en Venezuela, Brasil. Bolivia, Ecuador y también están apareciendo en Argentina, pero que no van a tener éxito”, dijo optimista.
Rivero también fue uno de los promotores en el Concejo de la señalización de los centros clandestinos y elevó, a la vez, un proyecto para que –específicamente en los fondos del predio que albergaba el centro clandestino de la ex fábrica militar– se construya un parque “por la vida” para que el lugar “se trasforme en algo positivo y para que existan también centros recreativos para los pibes”, anheló el edil.
Sobre la importancia de los señalamientos de los centros de detención, Rivero dijo que “la intención es muy simple: que no se pierdan de vista los lugares que fueron centros de tortura, ya que muchos no lo saben porque estuvieron muy bien ocultos durante tantos años de terror”. “Además –continuó–, es necesario que se tengan presentes y no queden perdidos en la ciudad, sin su historia, como un legado para la gente”.
Poco antes de iniciarse el acto, mientras el sol de la siesta reinaba implacable, los primeros militantes y familiares de detenidos y desaparecidos en arribar al lugar, se acercaron a lo que era la vieja entrada al chupadero. Hoy, el predio está ocupado por oficinas que dependen de la Jefatura de Policía de la Unidad Regional II.
Del portón salían vehículos policiales y a lo lejos se podía observar como se preparaban los animales del cuerpo de caballería para ser conducidos a la cancha de Central. Ante el solazo, la gente comenzó a ingresar y a guarecerse en la sombra del paredón. Al instante, un agente de policía se acercó y uno de los militantes se adelantó para explicarle de qué se trataba la convocatoria.
Pero la charla con el policía se extendió por un buen rato. Al volver el militante al grupo, los otros le preguntaron si había algún problema.
“No –contestó–, lo que pasa es que le tuve que contar la historia del lugar por-que no sabía nada. Es un canita de 22 años que a pesar de trabajar en este lugar no tenia ni idea que aquí había funcionado un chupadero, estaba sorprendido”, relató el hombre.
En otro orden, cabe recordar, en cuanto a la causa judicial sobre la ex fábrica militar, que hace un mes atrás el juez federal Marcelo Bailaque la elevó a juicio oral y que los imputados son: Juan Daniel Amelong, Eduardo Rodolfo Costanzo, Pascual Oscar Guerrieri, Jorge Alberto Fariña y Walter Salvador Dionisio Pagano, por los delitos de lesa humanidad cometidos contra Juan Antonio Rivero, Ramón Verón, Adriana Elba Arce, Olga Moyano, Hilda Cardozo, Ariel Morandi y Susana Miranda.
A los represores se les imputan privación ilegal de la libertad, amenazas, tormentos y homicidio en los últimos dos casos.
En cuanto a los recorridos que se iniciaron ayer en la ex fábrica militar, luego continuaron en otros centros de detención como la escuela Magnasco, de Ovidio Lagos y Zeballos; en el actual bar Rock&Fellers de Moreno y Córdoba, en donde funcionaba el Centro de Información del IIº Cuerpo del Ejército; en la ex Jefatura Policial de San Lorenzo y Dorrego; en la Quinta de Funes, de Diagonal San José y Ruta 9 de la vecina localidad, y en la Quinta La Calamita, ubicada en Granadero Baigorria.
* El texto anterior se publica en la edición del domingo 22 de marzo de El Ciudadano.