Los fantasmas del masajista
Los fantasmas del masajista

Fruto de una capacidad imaginativa incuestionable, la última novela del mexicano Mario Bellatin hace evidente algunos de los riesgos de una escritura que se propone no saber hacia donde va.

Novela. Bellatin, Mario: Los fantasmas del masajista. Buenos Aires, Eterna Cadencia Editora, 2009, 96 páginas, $ 39.

Para ciertos escritores y críticos, literatura y experimentación son una misma cosa: no existiría la primera sin la segunda. Para otros, lo experimental es un modo de hacer literatura, es decir, de trabajar con la imaginación, tan posible como puede serlo, pensando en términos antagónicos, un modo tradicional. El crítico Raymond Williams era uno de los que consideraban que una buena obra literaria no debía ser necesariamente experimental. El último libro de Bellatin pone en evidencia, como toda experiencia experimental lo hace, la arbitrariedad de las elecciones temáticas y compositivas de todo relato, pero no logra imponer persuasivamente las propias como necesarias.

La narración se inicia con las sesiones de masaje de una persona que ha nacido sin su antebrazo derecho, en las que asiste a la experiencia dolorosa de una mujer a causa de su pierna fantasma. Luego deriva hacia la historia de quien calma a la mujer sufriente, el masajista João, y la del decadente final de su madre, una declamadora profesional. Como la canción citada de Chico Buarque, los elementos de la narración comienzan a contagiarse mutuamente, haciéndola progresar al límite del absurdo. Las fotos caseras dispuestas al final del libro, “mal sacadas”, se acompañan de epígrafes que remiten al relato. Lejos de confirmar documentalmente la historia leída, parece “afantasmarla”. Podría pensarse que a partir de ellas se inventó la breve historia de Bellatin.

Escribir sin recetas acarrea riesgos. La misma libertad que aleja a un texto de lo políticamente correcto en términos literarios, permite que lo imprevisible acontezca, aun cuando ello no resulte plausible. Puede lamentarse en este caso que la experiencia de la escritura se sugiera mucho más interesante que la lectura de sus resultados.

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