Organizado por la CTA y numerosas organizaciones sindicales, sociales, políticas, estudiantiles y derechos humanos, el próximo viernes 30 los pibes del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblos marcharán desde las 9 por la ciudad capital bajo el lema “El hambre es un crimen”. Una mirada sobre la infancia y la niñez distinta a la dominante, que donde hay un chico ve un delincuente y piensa en cárceles y más policías.

“Nos reunimos a las 9 en el Parque Alberdi, Rivadavia y Tucumán. Marchamos por calle Primera Junta hasta San Gerónimo y de allí hasta General López a la Plaza de Mayo de la ciudad de Santa Fe, donde haremos el acto a las 10.30”, dice la convocatoria.

Texto completo de la convocatoria:

El Hambre es un crimen. Hay que detenerla. Sí o sí. Porque en nuestro país no faltan ni alimentos, ni platos, ni madres, ni médicos, ni maestros, faltan en cambio la voluntad política, la imaginación institucional, la comprensión cultural y las ganas de construir una sociedad de semejantes que asegure a nuestros hijos las oportunidades vitales para que puedan crecer con dignidad. Es imperativo terminar con un sistema económico -que en la mayoría de los casos- no da hijos sino hambre, que no da futuro sino Paco, que talla caricias olvidadas en cuerpos olvidados.

Niños hermosos nacen a la muerte aunque ya todos sepamos que la infancia es el principal recurso natural no renovable de nuestro país, ya que la mayoría de las capacidades humanas quedan -de alguna manera- determinadas durante los primeros años de vida cuando los niños están haciendo ahora mismo sus huesos, criando su sangre y ensayando sus sentidos.

La infancia es por lo tanto la gran oportunidad de la sociedad para mejorarse a sí misma en lo biológico, en lo cultural, en lo económico, incluso en lo político. La infancia es el terreno más fértil para sembrar inteligencia, trabajo, creatividad, justicia y democracia.

Sin embargo, los niños se nos mueren de hambre por decenas cada amanecer. Se nos mueren "acabaditos de nacer" mientras los padres lloran por los días hermosos, cuando la vida era azul.

Sin una infancia sana, amasada y entera es impensable una Argentina mejor. Porque un país que mutila a sus niños es un país que se condena a sí mismo.

¿Cuánto tendrán que andar nuestros hijos pobres, para no morirse de hambre, como goteras vivas que desangra las estrellas? Entre dolores y silencios hay una calle por donde marchan los niños hacia una primavera que se domicilia en los extremos del viento borrando de los calendarios la contribución de sangre a la acumulación capitalista.

Pero nuestros PIBES vencerán porque son el golpe temible de un corazón no resuelto: Con ternura y airosos como alas.
 

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