Fernando Vallejo trae al país El don de la vida, su última novela, y dialogará en público en el Teatro Príncipe de Asturias –ubicado en el Centro Cultural Parque de España (CCPE)– con el académico belga Jacques Joset, autor de La muerte y la gramática, un estudio crítico sobre la obra del colombiano donde hace justicia a uno de los escritores hispanoamericanos más brillantes, “pero a la vez más falseados de los últimos tiempos”. Será este jueves 29, a las 19.30, con entrada gratis. Organiza el CCPE junto con editorial Alfaguara.

“Cuando este que habla nació —escribe Fernando Vallejo en su célebre texto A las madrecitas de Colombia—, Medellín tenía 180 mil habitantes. ¿Hoy cuántos? ¿Dos millones? ¿Tres millones? Decida usted, pero por ahí va la cosa. Tres millones de medellinenses embotellados desde que el mariquita manzanillo de Gaviria abrió las importaciones de carros sin haber construido una sola calle y nos embotelló el porvenir. Y en Medellín hoy no solo están congestionadas las calles, las carreteras, los hospitales: está congestionada la mismísima morgue, donde ya no caben los cadáveres. Treinta mesas apenas para un sangriento fin de semana en Medellín en su única morgue no alcanzan y hay que apiñar los cadáveres como bultos de papas. ¿Pero sangriento fin de semana en Medellín no es pleonasmo? Ya ni sé, con el deterioro ambiental y moral se nos deterioró hasta la gramática. ¡Dizque Bogotá la Atenas sudamericana! ¡Dizque éste un país cuidadoso del idioma! ¡Dizque el país de Caro y Cuervo! ¡Ja, ja! Permítanme que me ría”.

Esa risa de Vallejo tiene ecos gigantescos. No por nada es uno de los escritores más visitado y polémico de Sudamérica, masivamente conocido en el mundo desde que Barbet Schroeder llevara al cine su novela La virgen de los sicarios (2000).

En El don de la vida un hombre viejo conversa con un compadre en un banco de un parque de Medellín mientras la ciudad se mueve y cambia, mientras la vida pasa. El viejo, sin embargo, quiere que todo siga igual. Para fijar el tiempo lleva una libreta en la que anota los nombres de los muertos que ha conocido. Ya suman 657 y quiere llegar pronto a los 700. Hablan y hablan sobre los tiempos y las cosas idas: los muertos, los ríos de Colombia, los gobernadores de Antioquia, los amantes del pasado. El viejo es feroz y su conversación una suerte de inventario de insultos. El compadre le hace eco y, al final, parecen una misma voz enceguecida que reza y grita a un tiempo.

Entre otros actos que convierten a Vallejo mismo una trama de acontecimientos, el autor renunció en 2007 a su nacionalidad y declaró: “De pequeño descubrí que Colombia era un país asesino, el más asesino de todos, luego me di cuenta que era un país atropellador y mezquino y ahora con la reelección de Uribe descubrí que era un país imbécil”. Sin embargo, Colombia es el mundo y la escena de toda su obra, aún de aquellos libros dedicados al ensayo.

El crítico

Una crítica literaria de la obra de Fernando Vallejo sólo podría estar compuesta de la manera en la que está escrito La muerte y la gramática: con capricho, pasión y rigor. Su autor, Jacques Joset, un experto hispanista que no se conforma ni con la posibilidad de indagar lo oculto debajo de lo obvio, ni con la imprescindible erudición, decide hacer justicia a uno de los escritores hispanoamericanos más brillantes, pero a la vez más falseados de los últimos tiempos, a través de los ocho capítulos en los que indaga: Fernando vs. Gabo, La diatriba anticolombiana por doquier, ¿Autoficciones? Sí y no, entre otros títulos. Vallejo asegura sobre su crítico: “Yo soy muchas cosas, más de mil”. Y Joset escoge entre ellas las más significativas para abordar e intentar descifrar los elementos recurrentes en la prosa del escritor a quien dedica estas páginas llenas de destreza ensayística y sensatez.

Fernando Vallejo y la literatura es, pues, el asunto de este libro —dijo Joset—, y buen título sería si no me hubiera parecido mejor incluir en él la obsesión por la aniquilación final y las trayectorias del escritor en sus usos y abusos de la lengua”.

Joset nació y reside en Lieja, Bélgica, es doctor en Filosofía y Letras de la Universidad de esa ciudad y catedrático emérito de Lenguas y Literaturas Hispánicas. Miembro correspondiente de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona y de la Academia Argentina de Letras, se dedica al estudio de la literatura española medieval y áurea, así como a la literatura hispanoamericana contemporánea.

(Fuente: Prensa Parque de España)

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