El ex preso político, Osvaldo Onetti, mencionó al ex arzobispo de Córdoba ya fallecido, Raúl Primatesta, en el marco del juicio que se les sigue a Jorge Rafael Videla y Luciano Benjamín Menéndez. Onetti declaró este martes en el marco del juicio que se le sigue en la justicia federal cordobesa a los represores Jorge Rafael Videla y Luciando Benjamín Menéndez junto a otros 29 imputados por crímenes de lesa humanidad.

El testigo recordó que cuando se encontraba en la Unidad Penitenciaria número 1 (UP1), “para el Día de la Madre, en octubre de 1976, íbamos a recibir visitas, pero no los dejaron entrar porque dijeron que hubo un intento de fuga pero que fueran a otro lugar donde los esperaba Primatesta en una plaza cercana” al penal.

Precisó que en ese lugar, el prelado “les comunicó (a los familiares) que hubo un intento de fuga y les informó que habían matado a Oscar García (asesinado el 11 de octubre de 1976), por lo que se decidieron a juntar firmas”.

“Hicieron una carta donde contaban la actitud de Primatesta y las autoridades en octubre del 76, y el martes siguiente secuestraron a mi padre y lo llevaron al (Centro Clandestino de Detención) La Rivera donde fue brutalmente torturado y le preguntaban por la carta que iban a dar a la OEA que mencionaba a Primatesta, después por miedo mis padres se autoexiliaron en el exterior”.

Al referirse al imputado Adolfo Alsina precisó que estuvo bajo sus órdenes en ocasión de cumplir con el servicio militar obligatorio en 1974, cuando recibió instrucción militar en el batallón 141, cuando “ya era conocido por su ferocidad y maltrato”.

“Tenía una ferocidad espantosa con los `bailes` que no paraba hasta que no se desmayaban 11 o 12 soldados y nos decía como arenga que si a un puesto se guardia se le acercaba una viejita con bastón písenla y mátenla por que esa viejita era terrorista”.

Luego de salir de baja, Quiroga precisó que fue detenido “el 14 de abril del 76, por un grupo de policías de civil en calle Obispo Trejo en un negocio de mi propiedad y me llevaron al (Departamente de informaciones de la policía) D2 desde donde 8 días después fui trasladado a la UPI”.

“Me llevan a un pabellón de las visitas intimas, allí estuvimos una semana totalmente aislados y una mañana nos empiezan a abrir la puerta a los gritos y reconocí la voz de Alsina gritándonos `zurdos hijo de puta, bolches, los vamos a matar a todos”.

Después “nos sacan pegándonos culatazos, puñetes, hasta otro pabellón y a mi me llevan al pabellón 6 nos llevan a una celda que era tan estrecha, que para poder descansar nos tunábamos, éramos todos de la Facultad de Agronomía” de la Universidad Nacional de Córdoba.

Recordó que Alsina “entraba sistemáticamente y igual que la guardia de (Pedro) Mones Ruiz (otro de los imputados), y añadió que en esas oportunidades “el ejército entraba golpeando a mansalva con la excusa de requisas absurdas”.

“La gente de Alsina fue monstruosa, creo que por cobardía, los oficiales de nuestro ejército siempre habían sido cobardes, no nos dejaban mirarlos a la cara” y agregó que en un momento determinado, Alsina me hace mirarlo y me reconoce, y me preguntó:
`soldado Onetti qué hace usted acá. Recuerdo que pensé: me mata, si este tipo era tan bestia en el servicio militar, ahora que tenía poder me mata y me preguntó: usted de qué ejército es y en un rapto de lucidez dije: del ejército argentino, creo que si Alsina tiene alguna neurona se tiene que acordar de ese episodio”.

Quiroga, posterior a su detención en la UP1, fue trasladado en febrero del año 1977 al penal de la ciudad de La Plata, y en el año 1979 recuperó su libertad.

En la 25 audiencia del juicio que se lleva a cabo en el Tribunal Oral Federal número 1 (TOF1), también declaró Frida Angélica Capatto de Ceballos, una médica de 72 años, viuda de Miguel Ángel `Niki` Ceballos, asesinado en un supuesto intento de fuga en un `traslado` de la UP1, el 11 de octubre de 1976.

La testigo recordó que con su marido se había separado de común acuerdo en 1970, porque “teníamos hijos pequeños y recién lo volví a ver en la cárcel de Encausados cuando fuimos a visitarlo con mi suegro, y desde ese momento tomo conocimiento de su detención cuando estaba en la UP1 cuando se produjo su muerte”.

Capatto de Ceballos dijo que recibió la noticia por un telegrama que le envió su suegro que “me cuenta que él lo va a visitar a la cárcel y no lo encuentran y cuando pregunta por él le dicen que había sido `trasladado`.

“Después siguió averiguando y llegó al principal responsable (de la cárcel al que no pudo identificar) y le dice que (Ceballos) había sido trasladado pero que en un intento de fuga había sido abatido. Me contó logró localizarlo en la morgue del (hospital) San Roque y que tuvo que reconocerlo entre una pila de cadáveres, atado de pies y manos, amordazado, vendado, con disparos en la espalda y un tiro de gracia en el mentón y decían que se había querido escapar”.

Finalmente precisó que tiene en su poder un certificado de defunción firmado por el médico forense Rodolfo Silvestre, que decía que “la causa de la muerte era por herida de bala, y tiene fecha 14 de octubre de 1.976”, lo que entregó al tribunal como prueba.

El último de los testigos de la jornada, fue el ex preso político Guido Guidi, quien recordó que fue detenido en la madrugada del 12 de mayo del 1976 por “un grupo de gente sin uniformes, no presentaron credenciales, nos pusieron contra la pared y nos hicieron bajar la vista. Buscaban a mi padre que no estaba”.

Recordó que después “fuimos trasladados en el piso de un Torino y nos llevaron a la D2 y al entrar nos vendaron nos, esposaron a mí y a mis hermanos, nos vendaron los ojos y nos sentaron en una sala que le llamaban el `tranvía`”.

Precisó que en ese lugar, en un momento determinado “se escuchó un disparo y entro alguien y una persona pregunta qué pasó y otro dice: `este hijo de puta me quiso quitar el arma` y entre la gente escuche sobrenombres como `el gato`”, apodo que recibía el imputado Miguel Ángel Gómez.

Guidi señaló que después de 13 días “fuimos trasladados a la UPI, al pabellón 6, celda 4, donde nos dieron un colchón y una frazada, en la celda éramos 17 y había camas para 6, y ahí empezaron lo que los militares llamaban requisas cuando no teníamos nada, salvo el colchón”..

Indicó que durante su detención conoció a José Cristian Funes, (asesinado el 30 de junio de 1.976 en un supuesto intento de fuga) “al que llamábamos el `diablito`, un compañero ejemplar, solidario, capaz de quedarse sin pan para convidarlo a otro, cuando no había otra posibilidad de alimento”.

“A diablito lo sacan una noche de la celda, era tarde, ya habíamos cenado, y 40 ó 50 minutos después lo vuelven a traer a la celda, y nos cuenta, muy compungido, que había un militar, me parece haber escuchado que tenía grado de coronel, que intentaba llevárselo de la cárcel, lo llevaron a la dirección (del penal), y escuchó una discusión con el director que decía que él no podía curbrirse si firmaba el acta de libertad a esa hora de la noche”.

Precisó que cuando sale el militar, que “lo picaneaba con un bastón que tenía electricidad en la punta,le decía: mirame que yo soy tu verdugo, mirame que te voy a matar y lo vuelven a la celda. A la mañana del día siguiente, a fines de junio, nos abren la celda para ir al baño, salimos; yo estaba al lado de él y se secaba la cara mirando al sol y me dijo: mirá loco, capaz que sea la última vez que veo el sol y escuchamos inmediatamente el nombre de él desde la reja del pabellón, donde había un militar con un bastón, golpeando en uno de los barrotes. Lo abrazamos todos, lo despedimos y se lo llevaron”.

“Estuvimos un par de días sin saber lo que le había pasado, hasta que un compañero intercambiando señas con una de las manos con un preso común, nos decía que (Funes) había muerto porque el preso lo había leído en el diario”, donde constaban que se había intentado fugar. Guidi recuperó su libertad desde la UP1, el 25 de diciembre de 1976.

Tras su testimonio, el Tribunal Oral Federal número 1 (TOF1) pasó a un cuarto intermedio hasta mañana a las 9.30 donde se receptarán nuevas declaraciones testimoniales.

Fuente: Télam.
 

 

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