Nuestra historia reciente, por lo menos la del siglo XX para acá, se caracterizó por la presencia o ausencia del movimiento político nacional y popular. En primer lugar por su presencia arrolladora con el primer peronismo, y luego por su derrota y resistencia hasta lograr, otra vez, posicionarse para conducir nuevamente al pueblo en marcha hacia la liberación en la década del 70.

Dictadura militar genocida, hiperinflación, leyes de impunidad e imposición de un neoliberalismo depredador como nunca se había visto en nuestras tierras mediante una nueva derrota del movimiento popular que vuelve a renacer desde sus cenizas como el Ave Fénix, a partir del 2003.

Hasta el 27 de octubre, el liderazgo del movimiento en re-composición o re-nacimiento estaba en manos de la pareja Néstor-Cristina, repartiéndose las funciones entre el liderazgo propiamente dicho del movimiento -que quedaba en manos de Néstor- y la tarea de gobierno -en manos de Cristina-. Con la muerte de Néstor ambas tareas quedaron en manos de Cristina. ¿Será ella capaz de semejante responsabilidad?

Al respecto no abrigamos ninguna duda, y ello no por un acto de fe irracional, sino apoyado en sólidos argumentos, algunos de los cuales pasamos a nombrar, dejando para otra oportunidad desarrollos más amplios.

En primer lugar, su preparación intelectual. No tenemos memoria de ningún político de primera línea que haya podido acercarse a la preparación intelectual de la que hace gala Cristina en cada una de sus intervenciones, tanto en el nivel nacional, como latinoamericano e internacional.

En este sentido, podemos decir que tenerla como presidenta es un verdadero lujo que nos damos. Su impresionante preparación intelectual se mostró con claridad y contundencia en el discurso con el que inauguró su presidencia mostrando rasgos que no serían desmentidas por las múltiples intervenciones posteriores: ordenada armazón conceptual, sólida argumentación, excelente memoria y clara exposición.

La deficiencia que hemos visto irse superando la colocamos en que el nivel académico opacaba un poco la llegada a los sectores populares. En segundo lugar, claridad de objetivos.

En todas sus intervenciones teóricas y en la puesta en práctica de las mismas siempre apuntó a lo que tanto Néstor como ella denominaron “el modelo” consistente en promoción del mercado interno, defensa del empleo, industrialización, defensa de los derechos humanos y realización de la Patria Grande Latinoamericana.

En tercer lugar, voluntad de cumplir esos objetivos pese a los mayores obstáculos presentados por los intereses monopólicos concentrados.

Cuando éstos, como en el conflicto del autodenominado “campo”, le infligieron una derrota, en lugar de retroceder avanzó profundizando las medidas del modelo como la recuperación de los aportes jubilatorios, la re-estatización de Aerolíneas Argentinas, la asignación universal por hijo y la ley de medios.

En los momentos de crisis, sean éstas de índole política o afectiva, es cuando se comprueba el temple de los conductores políticos.
Cristina ha pasado por ambas crisis y de ambas ha sabido salir con dignidad, sin ceder en sus principios. En ningún momento ha dejado de empuñar con firmeza el timón del Estado.

Dos mujeres de temple y sólida preparación, Cristina y Dilma, se encuentran al frente de dos naciones que son fundamentales para la realización de la Patria Grande Latinoamericana que hoy ha pasado de la utopía al proceso de realización.
Tarea nada sencilla, plena de dificultades y obstáculos que le opondrán los intereses concentrados que pretenden mantener dominados a nuestros pueblos.-

*(El autor es teólogo y filósofo).

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