Contra todos los pronósticos agoreros y las difundidas quejas de la “Mesa de Enlace”, la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) calculó en 19,7 millones de toneladas la producción de maíz; 14,4 millones la de trigo; y 48,5 millones la de soja. En el caso del trigo se realizaron ajustes en los rindes, y se pasó de 31 a 32,3 quintales promedio por hectárea, según indicó un informe elaborado por la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la institución.

De acuerdo al relevamiento realizado por la Bolsa rosarina, los incrementos de las productividades unitarias de trigo se registraron en el sudeste bonaerense, y en particular en la zona de influencia de Tres Arroyos, donde los rendimientos promedio conseguidos serían de 38 quintales.

Con respecto al cultivo de soja, se ajustó la superficie hasta casi 19 millones de hectáreas para este ciclo, lo que reafirmó la cobertura de un área récord, 1,6% mayor a la del año pasado, y un rinde nacional proyectado en 26 quintales. “Ante la mayor cobertura de trigo que se registró en la presente campaña, cabe destacar que el área de soja de segunda implantación vuelve a los porcentajes históricos de participación sobre el total sembrado con soja en el país”, destacó la bolsa.

La oleaginosa de primera, añadió el informe, sufrió la escasez de humedad, compensada en parte por los aportes de agua de fines de enero, mientras la de segunda “permite albergar buenas expectativas en cuanto a rendimiento”. “Para el cultivo de soja, las lluvias de fines de enero tuvieron un marcado impacto favorable, más aun considerando lo avanzado de sus etapas reproductivas”, agregó la GEA.

La soja de primera se encuentra, en general, en buenas condiciones, entre floración y llenado de granos, pero “para mantener esta reacción positiva, deberían seguir las lluvias durante el mes de febrero y principios de marzo, sobre todo donde los acumulados fueron menores”.

Las áreas más comprometidas son: el sur de Santa Fe y Córdoba y noroeste de Buenos Aires, donde la humedad es escasa. El informe puntualizó que las enfermedades “no han tenido alta incidencia hasta el momento, dadas las condiciones de la campaña”.

En lo que respecta al maíz, quedan atrás los temores de rindes de 55 quintales por hectárea, como los de la campaña 2008/09, pero las lluvias llegaron tarde y la producción sería 12% menor, con una productividad unitaria nacional de 63 quintales.

A pesar de una sequía muy fuerte y “condiciones termohídricas extremas” en diciembre-enero, “la anticipación de La Niña permitió que los productores que optaban por el maíz tomaran recaudos con respecto a las fechas de siembra y al manejo de lotes, lo que limitó la obtención de mayores pérdidas”, indicó el informe.

De todos modos, “la falta de agua pegó de lleno sobre el maíz en la época en la que definía el tamaño de la espiga”. Por eso se estiman rendimientos muy dispares, con mermas de entre 15 y 50% por zona, respecto al año pasado, de acuerdo con las lluvias ocurridas alrededor de floración en cada región, lo que arrojaría un rinde promedio nacional de 63 quintales.

“El impacto de las condiciones adversas en la productividad unitaria no logró contrarrestarse con el incremento interanual del 15% en la superficie maicera, la que habría alcanzado a poco más de 3,9 millones de hectáreas”, concluyó la GEA. Biolcati decía que la Argentina iba a tener que importar trigo. Se equivocó.

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