Jorge Lanata, con casco, chaleco, y en guerra... contra Cristina.
Jorge Lanata, con casco, chaleco, y en guerra... contra Cristina.

Se sabe que Jorge Lanata odia al kirchnerismo. Y que anduvo haciendo declaraciones en contra de periodistas y medios que acompañan al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner o bien simpatizan con el modelo inaugurado por Néstor Kirchner en mayo de 2003. En síntesis, para el ex director de Página 12, si un colega adhiere al modelo K, “es por plata”. Bueno, Roberto Caballero, director del diario Tiempo Argentino, le salió a masticar la yugular, en una extensa nota que publica la agencia Paco Urondo y Redacción Rosario reproduce en forma completa.

Roberto Caballero es director del diario Tiempo Argentino, y mantuvo un extenso diálogo con La Paco en el Palais de Glace -a propósito de la charla “La actitud de la prensa ante el pensamiento nacional” en la muestra “Homenaje al pensamiento y al compromiso nacional”-. En esa oportunidad hablamos de los medios gráficos y su posición discursiva a lo largo de la historia, de los medios emergentes en la era del kirchnerismo, y el cruce que se da entre estos medios y los tradicionales.

Hace 10 meses que el diario está en circulación, ¿cuál es tu apreciación del mapa de medios desde que Tiempo Argentino está en escena con respecto a la posición discursiva que tienen los grandes medios?

Tiempo salió para mostrar un discurso alternativo al que ya tenían estos medios tradicionales instalados. La verdad que en muy poco tiempo nos dimos cuenta que había una corriente de gente con una necesidad muy grande de un enfoque también alternativo como el nuestro, que es un enfoque totalmente contracultural al instalado. Creo también que el diario tiene hoy una potencia, no solo por el nivel profesional de los periodistas, me parece que es una herramienta que la utilizan muchos sectores para ir a buscar elementos, datos, o enfoques, que les permiten ir reconstruyendo una voluntad de pelea, de recorrer los hechos, de rescatar lo dicho, transformar a la Argentina en una gran nación, digamos que es también el objetivo que Tiempo declama y construye cotidianamente a partir de sus productos. Yo estoy muy contento. La verdad me parece que la cosa está funcionando muy bien. Y está confirmado

Un poco pensando en (Jorge) Lanata, que estos días estuvo haciendo declaraciones en contra de los periodistas y los medios que acompañan al Gobierno de Néstor y Cristina; y a su vez, pensando en la historia del surgimiento de otros diarios a lo largo del siglo XX, como fue el caso del Crítica de Natalio Botana o La Prensa y La Nación, mucho más atrás en la historia -por supuesto el Clarín-, diarios que fueron expresiones de un sector social, ¿vos cómo ves la opinión de Lanata en torno a las declaraciones que estuvo haciendo, sobre esta especie de reduccionismo en el que justifica que todo lo que los “periodistas K” hacen es “por la guita”?

Mirá, yo generalmente con lo que dice Lanata no me meto. Primero porque lo conozco y porque he trabajado en algún medio que él fundó y le tengo respeto y cariño. Lo que sí puedo decir es que yo no creo que los periodistas tengan que ser víctimas de una especie de “caza de brujas”. Simplemente que más allá de lo que se cobra o no se cobra, hay que tener presente que acá lo que está en juego y lo que de alguna manera se castiga cuando se dice peyorativamente “ultrakirchnerista” o “ultraoficialista”, es a la capacidad profesional de los periodistas, y eso no es para juzgar en términos ideológicos. Lo que se juzga en términos ideológicos son las ideas. Creo que primero lo que hay que poner en debate es a las ideas, entonces la forma de evitar ese debate es tratando peyorativamente al otro, diciendo que lo que hace, lo hace “por plata”. Yo conozco a mucha gente que hace cosas por plata, pero también conozco a gente que hace cosas por convicción. Y este es mi caso.

De alguna manera, todos los que estamos en este modo de producción hacemos algo por dinero, en cualquier actividad humana para vivir.

Para mí lo que está en juego también son cuestiones culturales y generacionales. Lanata se educó en un país donde el Estado era genocida o era neoliberal. Yo -que tengo un poquito de años menos que Lanata-, nací en un país democrático donde el Estado ya no me persigue, ya no es el malo de la película. Y del otro lado veo al poder, y lo veo desnudo. Antes no me pasaba eso. Las generaciones de periodistas anteriores lo que hacen es confundir al Estado con el poder, cuando el Estado es simplemente una herramienta, que en este caso quienes lo gobiernan lo utilizan como herramienta de los sectores populares. Considero que este Estado está a la izquierda del mercado y ese es el Estado para el que yo quiero colaborar; el Estado de la democracia. Estoy convencido de que aquellos que quieren un país mejor, con más igualdad, con más justicia social, memoria, etc., hoy tienen de aliado al Estado. No participo de los prejuicios de la generación previa de la prensa.

Digamos que de esta manera (Lanata) paradójicamente se está poniendo del lado de los que siempre taparon esto. De los que siempre ocultaron al plebeyismo y las culturas populares, imponiendo una hegemónica, sin hablar en términos de dominación económica, no sé a vos qué te parece.

Claro. Insisto, yo no quiero hablar de lo que opina Lanata. Yo hago cosas y generalmente me sale mejor hacer que decir. Hoy estoy haciendo un diario y espero que mis 140 trabajadores puedan vivir bien y puedan seguir manteniendo su fuente de trabajo. Creo que estamos construyendo una épica que es esta herramienta necesaria para la transformación de la Argentina. Lo que puedo decir de Lanata es que ojalá me haya pasado lo que le pasó a él cuando fundó Página/12. Cada actor tiene su lugar, su tiempo y su forma de ver las cosas. Yo creo que hoy Tiempo es una experiencia de la que se va a hablar mucho en el periodismo gráfico, pero sobre todo se va a hablar -como ya sucede-, en las barriadas, en las empresas, las oficinas. Nosotros somos el diario que trae lo nuevo, las nuevas ideas que van a servir para construir a otra Argentina.

—¿Qué tirada tienen en este momento?

Muy contrariamente a lo que piensan todos los que nos critican somos un diario de una tirada modesta. Ahora estamos casi en los 35 mil ejemplares los días de semana y los domingos tiramos cerca de 50 mil. Para darle una idea a la gente, el Diario Popular tiene una tirada de 100 mil, La Nación de 160 mil, y Clarín de 190 mil aproximadamente. Con esto te podés dar cuenta que no tenemos una posición dominante en el mercado como para hacer pagar a nadie por nuestro crecimiento.

—¿Por qué creés entonces que ustedes molestan tanto?

Porque nosotros nacimos para ladrarles. Nacimos para mostrar a la sociedad que la Argentina se está construyendo con todo lo que ellos como medios hegemónicos mantuvieron invisibilizado y desnaturalizado. Les molestamos porque somos una piedra en sus zapatos. Y yo estoy orgulloso de que sea así.

—Antes de ser director de Tiempo, ¿en qué otros medios trabajaste?

Trabajé con todos los patrones habidos y por haber. Comencé en La Prensa en el año ’92. Trabajé en radios truchas anteriormente también y esto me da risa porque cuando quieren acusar a Mariotto por haber trabajado en una fm trucha, en realidad están negando que por esa época no se daban licencias y si querías salir al aire tenías que hacerlo de esta manera. No había alternativas. No teníamos posibilidad de acceso a los medios. Estuve muchos años en la revista Noticias, así que sé cómo se hace la hamburguesa. Sé también cómo se construye una moral, valores o ideas que son los que sostienen el statu quo; y de alguna manera conocer al monstruo desde adentro me dio la posibilidad de construir la logística que yo tengo. También trabajé en el Página/12. Para mí la ley de medios fue el punto de inflexión. Por aquél momento hace diez meses dijimos “vamos a sacar un diario”, que justo pegó con los festejos del Bicentenario. Por lo tanto considero que así como Página fue el diario que surgió en los ’80 como la voz de los derechos humanos, Tiempo es el diario de la ley de medios, de la distribución de la riqueza, del desarrollo industrial, de la defensa del empleo en blanco, y esto a mi me parece bárbaro porque tenemos un Estado que los colocó en agenda y se ocupó de estos temas. Después está lo de siempre: la política es la política y el periodismo es el periodismo.

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