Por una ¿rara? carambola del destino, la jueza más famosa de Rosario tuvo en un mismo día la feliz coincidencia de ser noticia dos veces. Una por la condena a un narco local –en la que se opuso a que también se investigue a los policías que intervinieron en el caso–, y la otra porque tras su declaración en el juicio contra la patota de Feced, los representantes de la parte acusadora pidieron la nulidad de su testimonio.

Ambas noticias están reflejadas en este portal y nuestros lectores pueden repasarlas, pero para aquel que le interese tener aún más una idea acerca de quién se habla cuando se menciona a la doctora Cosidoy, lo invitamos, luego de releer estas textuales –y si todavía le quedan ganas–, a hacer el ejercicio de escribir el apellido “Cosidoy” en el buscador de este diario digital, para ver la cantidad de testimonios de los ex detenidos que declararon en el juicio Días Bessone, que cuestionan el rol de quien fuera defensora oficial durante la dictadura.

De yapa, dejamos una entrevista a fondo con la jueza, publicada en El Eslabón a fines de 2008.

Textuales
 

“Si soy amigo de alguien del que dicen que es una basura y yo por algo le tengo algún afecto, bueno tengo afecto y punto, no puedo juzgarlo” contestó el domingo 15 de marzo de 2010 la jueza Federal Laura Inés Cosidoy al periodista José Maggi, quien le había preguntado a la magistrada si no creía que el dictador Leopoldo Galtieri “fuera capaz de ordenar la muerte de alguien”.

Hace sólo unas semanas atrás, la magistrada había vuelto a ser noticia porque el Secretario de derechos humanos de la CGT Julio Piumato, recordó que sus compañeros de detención durante la dictadura, venidos de la región del Segundo Cuerpo de Ejército, le contaron que cuando tuvieron a Cosidoy como defensora, ésta les solicitaba “que se quiebren”, así ella intercedía “ante su amigo Galtieri”. Luego de las declaraciones de Piumato, la jueza salió a desmentirlo y en el intento se desmintió a sí misma.

El cruce de declaraciones comenzó primero en 2010,  y volvió a editarse tras la declaración de Julio Piumato realizada en el marco del mismo juicio en el que testimonió Cosidoy este martes, cuando el secretario de derechos humanos de la CGT, contara que la jueza federal Laura Inés Cosidoy “le pedía a los detenidos políticos que colaboren con la dictadura militar”.

La jueza Laura Inés Cosidoy salió a cruzar los dichos de Piumato, para intentar desmentir las palabras del líder sindical y ex preso político de la dictadura.

En sus incursiones mediáticas en 2010, la jueza Cosidoy elucubró una teoría respecto a que los cuestionamientos a su rol de defensora oficial en la última dictadura "no están desvinculadas de sus denuncias a la gestión (del en aquel entonces) ministro de Justicia de la Nación, Aníbal Fernández”.

Cebada en su intentona de refutar al referente gremial, la jueza llegó incluso a desmentir sus propios dichos que realizara a Rosario12, cuando reconoció una relación amistosa con el dictador Galtieri. Consultada el miércoles 29 de julio por Radio 10 de Santa Fe sobre su relación con Galtieri, Cosidoy sostuvo que “una vez dije que en su momento me salvó la vida y que yo no iba a tener la deslealtad de desconocer esa circunstancia y no puedo juzgar sus actitudes. Sé que me salvó la vida y eso es verdad, pero nada que ver con reuniones y cenas de las que habla Piumato, no tengo la menor idea de donde sacó esa versión”.

Una vez más, vale la pena recordar las declaraciones de Cosidoy al periodista José Maggi del domingo 15 de marzo del año pasado, para ver la contradicción de su defensa frente a la denuncia de Piumato. En aquella entrevista, Maggi le preguntó a la jueza: “Una de las interpretaciones que se hicieron cuando Bielsa reconoció su ayuda, es que si alguien podía salvar la vida de otro en una dictadura era porque del otro lado había alguien que escuchaba a esa persona. ¿Quién escuchaba sus pedidos del otro lado?".

—Galtieri. Les guste o no les guste –respondió Cosidoy. 

La entrevista publicada en Rosario continuó de la siguiente manera:

—¿Usted tenía diálogo con el general Leopoldo Fortunato Galtieri? –replicó Maggi.

—Sí, creo además que le debo la vida a Galtieri, porque para el resto de los que eran las fuerzas de operaciones que integraban militares y policías, mi cabeza no valía dos pesos. Se han inventado muchísimas historias en relación a Galtieri y a mí, pero también se inventaron con jefes de policía y con ministros. Realmente no me importa, porque sé el respeto que yo tuve y la conducta mía, así que en ese sentido estoy absolutamente tranquila, y no tengo ningún derecho a negar que era escuchada al punto de que me salvó la vida.

—¿Cuándo le salvó la vida Galtieri?

—Cuando hubo un episodio raro, de movimiento de personas, que se llegó a saber, porque yo sabía cosas que mis defendidos me habían contado. Mi cabeza no valía nada.

—¿La quisieron matar?

—Sí, me quisieron matar. Fue antes el Mundial’78. En ese momento no supe, recién ahora estoy poniéndole cara a los relatos. Entonces eran apodos: El Chino, el Potro, el Burro.

—¿Fue el propio Galteri quien se lo comunicó?

—Sí, me llamó por teléfono una tarde para que fuera al Comando que quedaba en Córdoba y Moreno, y me estaba esperando en el escritorio. Por lo general nos sentábamos en los sillones, y creo que en ese momento él suponía que yo estaba más alertada del tema, que conocía algo, e intentó darme tranquilidad, pero finalmente me tuvo que contar lo que pasaba porque lo ignoraba totalmente.

En otro pasaje de la nota, José Maggi preguntó:

—¿Usted no creía que Galtieri era capaz de ordenar la muerte de alguien?

—No creía, así como lo estoy mirando a usted, se lo digo —respondió Cosidoy.

—¿Qué le llevaba a pensar eso?

—(Se le llenan los ojos de lágrimas). El no tener nada para pensar que era capaz de hacer una cosa así. No lo sé, es una de las cosas que es difícil de explicar, tan difícil como explicarle a la gente porqué no puedo juzgar a alguien que quiero. Si soy amigo de alguien del que dicen que es una basura y yo por algo le tengo algún afecto, bueno tengo afecto y punto, no puedo juzgarlo.

A confesión de parte, relevo de pruebas.

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