“Los derechos humanos me importan una mierda”, había sostenido.
“Los derechos humanos me importan una mierda”, había sostenido.

A los delincuentes hay que cagarlos a palos. A los más chicos encerrarlos a que estudien, y al reinsidente hay que hacerlo mierda”, fue la síntesis brindada por el intendente de Villa Gobernador Gálvez, Pedro González, sobre su visión de gobierno en materia de seguridad. Tras el fuerte repudio que provocaron sus dichos, pidió disculpas y aseguró que fue malinterpretado.

Consciente del rechazo que podrían generar sus expresiones, en especial, desde organismos que militan en defensa de los Derechos Humanos, el intendente galvense vosciferó: "Los derechos humanos me importan una mierda a mí, yo quiero que la ciudad esté tranquila".

Las declaraciones de González se enmarcaron entre dos hechos de violencia ocurridos recientemente en Gálvez: el del motociclista que fue ejecutado en pleno mediodía del martes a la vista de varios vecinos, y del remisero cuyo rostro quedó desfigurado luego de que delincuentes le desarrajaran un escopetazo en un intento de robo, una semana antes.

Desde entonces el titular del Ejecutivo galvense fue repitiendo, a todo micrófono que se le acercara, su convicción de que la tranquilidad ciudadana se gana a “palos”. Sólo que este miércoles fue un poco más allá y aun previendo el repudio que pudieran provocar sus dichos no se ruborizó al decir que los derechos humanos le “importan una mierda”.

Dijo además que “acá se terminó la joda”, en alusión a la gestión de su predecesor Jorge Murabito, quien, ante todo, primero fue sucesor de casi media docena de gestiones municipales de González, como si el origen de toda calamidad actual se resumiera a lo hecho o no hecho por el yogui socialista.

El repudio no tardó en llegar aunque casi en paralelo con las disculpas de Pedro, y lo hicieron desde todo el arco político. Uno de los primeros fue el de Juan Carlos Rodríguez, presidente de la Federación de Tierra y Vivienda (FTV) de la provincia de Santa Fe:

“Pedro González había parado de decir barbaridades un tiempo, adelgazó un poco, se acercó al kirchnerismo, se quiso probar la piel de cordero, pero ahora vuelve a mostrar los dientes de lobo y avergüenza a todos”, sintetizó Rodríguez.

Practicamente al unísono llegaban las disculpas de piedra. En un comunicado difundido este jueves, el intendente de Villa Gobernador Gálvez finalmente se retractó.“Mi expresión sobre los derechos humanos de ningún modo tuvo la intención de dañar o herir el concepto institucional que nuestro Gobierno Nacional ha adoptado como política de estado y en el cual como peronistas, trabajamos a diario, con la inmediatez que nos da la función que ejercemos”, sostiene en el escrito.

En otro tramo del texto critica lo mucho que se dijo de “las expresiones mías sobre los hechos que enlutaron la ciudad en estos días, pero veo con tristeza e impotencia, que no consideran la conclusión de que esto se arregla con educación, cultura y trabajo”.

“Tal vez, me critiquen las formas en que expreso mis ideas –agrega más adelante–, pero mi conducta, honorabilidad y trabajo diario, son suficientes para echar por tierra cualquier interpretación maliciosa de mis manifestaciones que intente alejarme de la legalidad”.

Seguidamente, el jefe municipal de Villa Gobernador Gálvez propone la forma correcta de interpretar su lenguaje: “«Hacer mierda», en mi concepto, es aplicar la ley con el rigor que ella prevé, consecuente con la magnitud del hecho delictivo”, dice.

En cuanto a la otra acción por él propuesta, la de «cagar a palos», según el diccionario de formas de González “es una expresión que a menudo se utiliza para imprimirle a un trámite todo el rigor que la legalidad exige, pero de ninguna forma, es consagrar una forma de proceder ilegal y apartado de las herramientas que el estado posee para combatir el delito y a su vez proteger el derecho de víctimas y acusados”.

“Pido disculpas –añade González– a quienes, no viviendo en esta ciudad, reciban una interpretación distinta de mis manifestaciones a las que acabo de realizar en la presente, pero pido también, se ubiquen en el marco de tiempo y lugar en que fueron realizadas”.

En su última campaña, la que lo llevó de regreso a la intendencia, González prometió “hechos, no palabras”, pero sólo se le oyó vociferar detrás de cada hecho brutal sus palabras brutales y, una vez repudiado, sus palabras de disculpas, pero sólo eso, palabras.

Foto: Guillermo Martínez Berger (El Ciudadano)
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