El Canaya, que volvió a jugar mal, rescató un empate ante uno de los invictos del campeonato. Los hinchas apuntaron sus cañones contra el mánager deportivo Gonzalo Belloso, quien luego terminó en la comisaría por agredir a su par mendocino.

Salió todo mal en la noche del lunes feriado en Arroyito. El conjunto de Miguel Ángel Russo volvió a quedar en deuda con su público y estuvo a punto de perder en su estadio. Los hinchas, que desafiaron la lluvia y el bajo presente futbolístico del equipo para colmar de color y pasión el Gigante, terminaron descargando su bronca contra la dirigencia (“Central va a salir campeón el día que se vayan todos los hijos de p… de la comisión”) y especialmente contra la figura del ex delantero y hoy responsable del área profesional del fútbol canaya, Gonzalo Belloso. Y como si eso no fuera suficiente para los pobres corazones auriazules, el Pejerrey fue denunciado por la directiva visitante por agresión física y verbal contra varios integrantes de la delegación mendocina.

El partido arrancó como la tarde, gris, y terminó dejando en claro que el presente canaya, y el futuro de seguir así, pinta oscuro. Si bien hay que admitir que en los primeros tramos del juego, Central tuvo decisión y buscó permanentemente el arco de enfrente, la falta de ideas volvió a ser una constante. Los electrizantes arranques de Medina se fueron transformando en calesitas improductivas. La pausa y el toque de Lagos en letardía y pases a la nada. El despliegue y las ganas de Méndez en vehemencia y topetazos para la tribuna. Y así es muy difícil que se pueda esperar y lograr el objetivo de estar entre los que aspiran a un ascenso.

Enfrente estaba la Lepra mendocina que, no por nada es uno d ellos pocos invictos que le quedan al certamen, que con orden y viendo que el rival lo permitía, y hasta lo forzaba, se fue adueñando del trámite. Y no extrañó a nadie que cuando promediaba la primera mitad, tras un tiro libre de Walter García, un defensor (Sbuttoni) empujara al gol entrando como pancho por su casa en el área chica local. Al mal clima reinante en el Gigante, se le agregaron entonces un baldazo de agua fría y una lluvia de insultos para los que debían dar el espectáculo.

A fuerza de empuje, Central emparejó el juego y cuando la etapa incial se moría llegó el anisado tanto del empate con un preciso tiro libre que el uruguayo Méndez desempolvó de su galera disfrazando de un Messi del tercer mundo. Desahogo. Y poco más.

El complemento fue muy parecido a lo visto antes del parate y, para colmo de males, la defensa auriazul volvió a dudar y lo pagó, como casi siempre se pagan esos descuidos, con un nuevo cachetazo: disparo de Ferradas, Caranta que otorga el enésimo rebote de la tarde-noche y Píriz Alves que lo aprovecha y empuja a la red. A esa altura, ningún baldazo de agua podía enfriar siquiera el horno en que se había convertido el estadio de Arroyito.

Por suerte, el árbitro, que hasta allí había sancionado casi siempre para el lado visitante, percibió una mano en el área cuyana y pitó el penal que Lagos transformaría en gol y le daría cierta tranquilidad a los simpatizantes que, pese al punto y al honor rescatados, descargó su desazón con una verdadera cataratas de insultos y proyectiles contra sus propios jugadores y cuerpo técnico.

Antes de eso, y por primera vez en lo que va d ella gestión post Usandizaga, el estadio entero coreó aquello de “Central va a salir campeón…”, apuntando de lleno a la comisión directiva, y personalizó en el manáger deportivo (“Belloso, hijo de p..”) a los culpables del pésimo andar del equipo en el duro y largo camino del retorno a la primera división del fútbol argentino.

Pejerrey salvaje

El final, si lo anterior había sido para el olvido, fue bochornoso: Gonzalo Belloso fue denunciado por agresión al gerente deportivo de Independiente Rivadavia y, según la presentación del presidente del club mendocino, Daniel Vila, el Pejerrey también agredió a uno de los jugadores y los visitantes sufrieron la sustracción de varios bolsos.

Según los testigos, Belloso agredió verbal y luego físicamente a su par del equipo mendocino, con quien mantendría una bronca d elarga data, provocó que muchos de los canayas presentes en la zona de vestuarios, y que paradójicamente minutos antes lo habían insultado, tomaran partido por los colores y se sumaran a la agresión. La rápida intervención de la policía, que no escatimó disparos al aire, logró calmar las aguas pero no impidió que la dirigencia mendocina se dirigiera rápidamente a la seccional 9ª .

Allí se presentaron Daniel Vila, titular de la entidad visitante, y los principales perjudicados: el gerente deportivo Daniel Valls y el futbolista Sebastián Longo, ambos víctimas de la ira de Belloso, y el arquero Josué Ayala, a quien le robaron un bolso con toda su documentación, y el preparador físico Enzo Storani.

“Esto es una vergüenza. Nos pegaron a todos”, publicó en su cuenta de Twitter el puntero Martín Gómez, cerca de la medianoche, y Vila resumió la situación con una tajante frase: “Una cosa es lo que puedan hacer Belloso y los barras. Y otra los directivos de Central”.

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