¿La Afsca o la Parca? ¿Quién adecuará primero, bajo los parámetros de la Ley de Medios de Comunicación Audiovisual, al grupo comandado por el dinosaurio Alberto Gollán? Es que Televisión Litoral SA, el multimedios propietario de Canal 3, Lt2, FM Vida, Rosario3.com y una larga lista de emprendimientos locales y extra rosarinos, es uno de los conglomerados que incumple la normativa que vino a poner democracia allí donde hasta hace tres años legislaba aún el decreto firmado por los genocidas Jorge Rafael Videla y José Alfredo Martínez de Hoz.

El cónsul honorario del Reino Unido de Gran Bretaña y socio minoritario de Artear no puede ser titular de esas licencias por haber sido ex intendente de facto durante la dictadura de Alejandro Agustín Lanusse, según especifica la –cautelares mediante– postergada Ley. El tema viene siendo recordado asamblea tras asamblea por los pequeños accionistas del grupo que no responden a Don Alberto –como le dicen algunos empleados y alcahuetes del medio periodístico local–, los cuales además han solicitado que Gollán se despoje de sus acciones para no poner en riesgo a la empresa. Pero los años de impunidad le han durado lungo al nonagenario empresario, a quien parece que ni las leyes naturales lo afectan, y sigue soplando velitas desde el sillón de mando que tiene en su mansión ubicada en el predio de Canal 3, donde también fijó domicilio del consulado británico.

El grupo Clarín puso en suspenso el artículo 161, el de la desinversión, pero no aquel que refiere que los titulares de licencias no pueden haber integrado los gobiernos dictatoriales. Hasta el momento podría especularse con que a Gollán le ha valido el mismo criterio con el que se ha hecho la vista gorda para el resto de los grupos mediáticos que están dispuestos a acatar la Ley pero sólo una vez que la empiece a cumplir el multimedio de Ernestina Herrera de Noble y Héctor Magnetto. Por eso el 7 de diciembre –la fecha fijada por la Corte Suprema de la Nación, que pone en vigencia la plena aplicación de la Ley–, adquiere una dimensión que excede la pelea de fondo contra el enorme oligopolio de la cornetita; y más aún en el pago chico, donde los que deben adecuarse son otros: Televisión Litoral y el Grupo Uno, de Daniel Vila y José Luís Manzano.

Para redondear el capítulo de Televisión Litoral, de quien hemos escrito muchas veces en El Eslabón –tanto de sus maniobras para no repartir dinero entre los accionistas menores, como de sus relaciones con Lanusse y Leopoldo Fortunato Galtieri–, resta decir que además de la situación alrededor del propio Gollán, la Autoridad de Aplicación deberá evaluar la propiedad del grupo sobre alguna de sus radios, tal cual reconoció la integrante del Concejo Federal de Comunicación Audiovisual, Stella Hernández.

Tampoco debe descartarse que el sueño de zar eterno de los medios rosarinos, que mantiene en pie a Gollán, sea puesto en jaque no por una fuerza extraña sino por los propios huevos del dinosaurio, ya que los últimos tiempos, según informan puertas adentro del canal, ha empezado a hacerse visible una puja entre los herederos que podría llevarse puesto al mismísimo Don Alberto.

UNO que está fuera de la Ley

En el conglomerado de medios del Grupo UNO, de Vila y Manzano, que en Rosario conduce al multimedios La Capital en sociedad con Orlando Vignatti, hay una clara irregularidad en el caso de las AM que explota.

Tal cual lo explica el informe que acompaña a la edición 120 de El Eslabón, LT8 y LT3 no pueden estar en las mismas manos y alguna de las dos radios deberá ser vendida. Las últimas apariciones públicas de Daniel Vila con relación a la Ley, han sido para denunciar al grupo Clarín. A tal punto llegó el empresario mediático y futbolístico en su nuevo rol –poco creíble– de combatiente aguerrido contra los monopolios, que en la edición impresa y en la versión on line del denominado decano de la prensa argentina pueden seguirse diariamente las batallas judiciales que vienen sorteándose en los tribunales contra los obstáculos interpuestos por los abogados de Magnetto.

Teléfono para Canal 5

Otro de los grupos que tendría que desinvertir, y que tienen presencia en Rosario y la provincia es Telefónica Argentina, la compañía de teléfonos española con expansión a otros rubros de la comunicación. En Rosario es la propietaria de Canal 5 y en la ciudad de Santa Fe de Canal 13. En total, con el que posee en la ciudad de Buenos Aires (Telefé), tendría doce canales según publica en su sitio web la cadena; once en el denominado “interior” del país. La Ley plantea que no se puede exceder las 10 licencias.

Además del histórico 11 de Ciudad de Buenos Aires, la multinacional tiene presencia con sus canales en provincias como Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Tucumán, Salta, Formosa, Neuquén, y en algunas con más de un canal, tales son los casos de Bahía Blanca y Mar del Plata, Río Cuarto y Córdoba, o nuestro caso cercano: las ciudades de Santa Fe y Rosario. Aunque no queda claro hasta donde pudo chequear este medio, si Telefé es la titular de todas esas licencias, como en el caso del Canal 13 de Río Cuarto donde aparece como “operador” del medio.

Otro punto de la Ley desde el cual se debe medir a la cadena Telefé, es el que plantea que “la multiplicidad de licencias –a nivel nacional y para todos los servicios– en ningún caso podrá implicar la posibilidad de prestar servicios a más del treinta y cinco por ciento (35%) del total nacional de habitantes o de abonados a los servicios referidos en este artículo (el 45, sobre la multiplicidad de licencias ), según corresponda”.

El Clarín, estridente sonará

Cuando llegue el 7 de diciembre el multimedios Clarín tendrá que vender aquellas licencias que incumplen los límites marcados por la nueva Ley de Medios, como sucede con Cablevisión y Canal 13. Salvo que la justicia resuelva declarar inconstitucional la llamada “cláusula de desinversión”.

De acuerdo a un detallado informe publicado por el diario Tiempo Argentino, el pulpo mediático de Ernestina Herrera de Noble y su CEO, Héctor Magnetto, deberá entregar varias de sus licencias que superan los topes o las limitaciones territoriales establecidas por la Ley.

Debe recordarse que quien posea un canal de aire no podrá tener, en la misma zona, una operadora de cable, algo que sucede con firmas pertenecientes a Clarín en cuatro distritos, entre los que se incluye la Ciudad de Buenos Aires.

En la Capital Federal, el grupo deberá optar entre conservar Cablevisión/Multicanal o el Canal 13. En Córdoba, la situación se repite entre estas cableoperadoras y el Canal 12; en Mar del Plata, con el 10, y en Bahía Blanca con el 7. Este escenario de licencias superpuestas va a obligar a la compañía a tomar una decisión de enorme trascendencia económica: quedarse con las redituables empresas de cable o con los canales de aire y el peso tradicional que tienen en la opinión pública.

Si el grupo se inclina por quedarse con la cableoperadora, la ley fija que un mismo dueño de servicios de televisión por suscripción no podrá contar con más que la señal de generación propia, es decir, un solo canal de cable. Pero por el contrario el multimedios tiene varios: Metro, Volver, Magazine, TyC Sports y Todo Noticias (TN), entre otros. La norma lo obligada a elegir una señal y desprenderse de las otras, las cuales está habilitado a vender, es decir que no se le confiscarán ni expropiarán.

El apartado 2c) del artículo 45 de la Ley –remarcó el informe de Tiempo Argentino–, indica que se podrá poseer “hasta una (1) licencia de radiodifusión televisiva por suscripción, siempre que el solicitante no fuera titular de una licencia de televisión abierta”. Quiere decir que si Clarín elige conservar Canal 13 y desprenderse de las cableoperadoras, deberá hacer lo mismo con sus señales de cable, hasta quedarse con sólo una.

Ese es el artículo de la Ley 26.522 que –cómo se dijo más arriba– indica que la multiplicidad de licencias –a nivel nacional y para todos los servicios– en ningún caso podrá implicar la posibilidad de prestar servicios a más del 35% del total nacional de habitantes o de abonados a los servicios referidos en este artículo, según corresponda”. Clarín como operador de cable supera ampliamente esa porción de mercado ya que posee cerca del 56% de los abonados al servicio. Razón por la que el multimedios tendrá que reducir su participación sobre esa masa de clientes hasta llegar a la proporción indicada.

Otro de los ítems a tener en cuenta es el número de licencias a nivel nacional. En el caso de las señales televisivas de aire y las emisoras de radiodifusión no podrán ser más de diez en total. En cuanto a los permisos para canales de cable, el máximo son 24. Clarín, que con Cablevisión/multicanal, supera con creces esa marca. En nuestra ciudad posee la señal de cable Somos Rosario y en la capital provincial Somos Santa Fe.

Un cross a la mandíbula

Pero si bien está claro que le pelea central en esta lucha es contra el principal oligopolio mediático del país, y que es el propio Estado nacional el único capaz de juntar la fuerza necesaria para doblegar a ese inmerso poder, no son sólo esos los actores que están llamados a ser parte de la disputa por la construcción de una comunicación democrática, que realmente multiplique las voces, que considere a la información como un derecho humano y no como una mera mercancía, que no utilice a los medios como un instrumento de extorsión para conseguir otros negocios –favores políticos u otros beneficios particulares–, sino como una herramienta para multiplicar las voces, difundir información sensible para las amplias mayorías, amplificar realidades, reflejar la diversidad de nuestra identidad cultural, publicar opiniones, investigaciones, ideas, denuncias y miradas.

Hay un rol ineludible que debe asumir el colectivo social y sus organizaciones. Existe cierta comodidad que se manifiesta en algunos críticos que se quejan de las demoras en la plena aplicación de la Ley, que desde lo ideológico comparten su corpus conceptual pero que necesitan desmarcarse del gobierno y esperan, cruzados de brazos, que el Estado resuelva todo, mientras observan desde el balcón esperando confirmar sus profecías auto cumplidas, esas que concluyen con la afirmación siguiente: “Vieron que al final estos no quieren cambiar nada”.

Además, están aquellos que también aportaron en la etapa previa a la sanción de la Ley, que esperaron con expectativa la conformación de un escenario favorable, y que ahora, que hay que hacer efectiva la nueva realidad, es decir construir los nuevos medios, se echan atrás porque no quieren arriesgar (dinero). ¡Vamos muchachos, ahora es el momento!

Pero también tenemos a los que a pesar de la idas y vueltas con los pliegos para las nuevas licencias, se mandaron; a los que hacen oídos sordos a la crítica anticipada de que “no se puede arrancar hasta tener todo cerrado y seguro”, y se lanzan a la aventura de crear la otra comunicación, ya sea radial, televisiva, y por qué no también –aunque nos salgamos del terreno de la Ley–, digital o gráfica. Esos que lo vienen practicando desde hace años desde la semi clandestinidad y que aprendieron que el futuro será de todos por prepotencia de trabajo.

Tenemos que convencernos de que habrá otra comunicación por prepotencia de trabajo. La afirmación es un parafraseo de la idea fuerza que ensayaba desde el prólogo de su tercera novela, Los lanzallamas, el popular escritor Roberto Arlt.

“Se dice de mí que escribo mal. Es posible”, comenzaba el autor de El juguete rabioso, y luego agregaba: “Pero el futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo. Crearemos nuestra literatura no conversando continuamente de literatura sino escribiendo en orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un cross a la mandíbula”.

Fuente: El Eslabón. Esta nota acompaña la edición 120 del Periódico El Eslabón, que produce la Cooperativa La Masa (editora de Redacción Rosario).

Más notas relacionadas
Más por Juane Basso
Más en Columnistas

Dejá un comentario

Sugerencia

La primera promoción de la Enerc estrenó sus obras en Cine El Cairo

Egresadas y egresados de la sede Rosario de la Escuela Nacional de Experimentación y Reali