Mientras la violencia asestó el lunes otro golpe con la muerte de al menos 24 policías en un ataque armado en el Sinaí, las autoridades judiciales le otorgaron la libertad condicional al ex presidente derrocado Hosni Mubarak. El domingo fue apresado el líder espiritual de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Badia.

El país árabe está sumido en una crisis desde el 3 de julio pasado, cuando el Ejército depuso al primer presidente elegido democráticamente, el islamista Mohamed Mursi, que se profundizó la semana pasada con una represión a manifestantes islamistas que continúa y ya causó más de mil muertos civiles.

En este escenario, se produjo el ataque más grave contra las fuerzas de seguridad en los últimos años en el Sinaí, perpetrado por supuestos extremistas, cuando dos vehículos de la policía sufrieron una emboscada y fueron atacados con lanzagranadas.

Se desplazaban desde Rafah, situada en la península del Sinaí y fronteriza con la Franja de Gaza, Palestina, en dirección oeste hacia la capital de la provincia de Al Arish.

Las fuerzas de seguridad acordonaron los accesos entre la península del Sinaí y el resto del país tras el ataque y también cerraron el paso de Rafah con la Franja de Gaza.

Además, enviaron refuerzos de la policía y el Ejército a Rafah y al área cercana de Sheij Zuweid, región considerada feudo de salafistas y de supuestos miembros de la red Al Qaeda.

Pero los Hermanos Musulmanes (HM), la organización de Mursi, acusaron a las autoridades de orquestar el ataque en el Sinaí para encubrir la muerte ocurrida ayer en un confuso incidente de 36 presos islamistas, que aseguran fueron torturados y calcinados.

En cambio, la versión oficial afirma que fallecieron asfixiados por gases lacrimógenos que la policía arrojó para sofocar un motín mientras eran trasladados desde El Cairo hacia Abu Zabal.

En medio de la crisis, el Tribunal penal de El Cairo le otorgó la libertad provisional a Mubarak -derrocado por las revueltas de la primavera árabe en febrero de 2011 y detenido dos meses después-, luego de que expiró el plazo de detención preventiva por este caso de corrupción.

No obstante, las autoridades judiciales consideraron que Mubarak debe seguir en la cárcel por otras causas abiertas contra en su contra, incluida la muerte de manifestantes durante la revuelta de hace poco más de dos años, informó la agencia de noticias DPA.

Mubarak, quien gobernó más de 30 años Egipto, fue condenado a los 84 años a cadena perpetua por complicidad en el asesinato de los manifestantes de 2011, pero en enero pasado un tribunal ordenó repetir el juicio.

La posible liberación de Mubarak introduciría un nuevo elemento de inestabilidad en el país norafricano desde que fue derrocado Mursi, detenido desde entonces por los militares.

Los partidarios de Mursi realizaron nuevas protestas para exigir su restitución en el poder y condenar el violento desalojo de sus campamentos. El mandatario islamista está en prisión preventiva acusado de colaborar con el movimiento palestino Hamás para perpetrar «acciones enemigas» contra Egipto y por el asesinato y secuestro de policías y reos durante el asalto a una cárcel.

A estos cargos, la Fiscalía egipcia sumó una nueva causa, al implicarle en la muerte, detención y tortura de ciudadanos durante los disturbios ocurridos en diciembre de 2012 frente al palacio presidencial de Itihadiya, en El Cairo, en los que murieron 11 personas.

Por ello, la justicia egipcia ordenó su detención preventiva por 15 días, una medida cautelar que entrará en vigor cuando acabe el periodo de prisión por el otro caso.

Así comenzó una semana de anunciadas protestas en el convulsionado Egipto, bajo toque de queda y la amenaza de las autoridades de aplicar más represión a quienes busquen «incendiar la nación», y tras cuatro días de furia.

Los partidarios de Mursi celebraron nuevas protestas para exigir su restitución en el poder y condenar el violento desalojo de sus campamentos en El Cairo el miércoles pasado.

Miles de islamistas salieron de numerosas mezquitas, tras el rezo de la tarde en la capital egipcias y en otras ciudades como la norteña Alejandría, la segunda más poblada del país, y en la sureña Beni Suef.

Aunque en menor medida que en jornadas anteriores, se registraron disturbios en la ruta entre Alejandría y Abu Qir y en la población de Zagazig, en el delta del Nilo, de donde es originario Mursi.

En el plano internacional, la represión en el país árabe renovó la preocupación internacional: la ONU reiteró su condena al gobierno de facto por el uso excesivo de la fuerza y la organización de defensa de los derechos humanos Human Rights Watch (HRW) denunció que esa es la principal causa del elevado número de víctimas en las protestas en Egipto.

Además, la asistencia económica que recibe Egipto empieza a ponerse en duda entre países occidentales debido a la represión.

Este lunes, la Unión Europea (UE) comenzó a mantener reuniones para resolver esta misma semana qué medidas toma con Egipto, entre ellas un posible embargo de armas.

Estados Unidos, que decidió suspender las maniobras militares conjuntas con Egipto, dijo a través de su Departamento de Estados que aún no tomó una decisión sobre la ayuda anual de 1.500 millones de dólares que le otorga, la principal asistencia económica del país árabe.

En este contexto, Arabia Saudita aseguró que los países árabes e islámicos ayudarán a El Cairo si fuera necesario compensar una eventual suspensión de la ayuda.

Mohamed Badia, preso

Pasada la medianoche del domingo último, las fuerzas de seguridad egipcias detuvieron en un apartamento de El Cairo a la cabeza de los Hermanos Musulmanes, el guía supremo Mohamed Badie. Prófugo de la justicia desde el derrocamiento de Mohamed Mursi el 03 de julio pasado.

El máximo cabecilla del movimiento islamista más influyente del siglo XX fue detenido cerca de la destruida mezquita de Rabea al Adauiya, epicentro de la acampada disuelta brutalmente el pasado miércoles con cientos de fallecidos.

Las primeras imágenes difundidas por el diario estatal Al Ahram de los instantes posteriores al arresto muestran al líder de 70 años vestido con galabiya (túnica) blanca, visiblemente desmejorado y escoltado por dos agentes enfundados en chalecos antibalas en el interior de lo que parece ser un furgón policial.

Según el Ministerio del Interior, Badie fue detenido después de que los servicios de seguridad localizaran su guarida en un apartamento del distrito de Medinat Naser, en el norte de la capital.

La televisión privada ONTV ha divulgado además un breve fragmento de vídeo en el que el gerifalte aparece sentado en un sofá en un lugar no identificado.

Un agente armado con un rifle aparece de pie junto a él. Este lunes la Hermandad, con 85 años de historia y curtida en la persecución judicial y la prisión, denunció que al menos 400 dirigentes fueron detenidos en los últimos días. La represión policial se cobró desde el miércoles la vida de más de un millar de personas.

Con varias causas abiertas en los tribunales por incitar presuntamente el odio y la muerte de manifestantes, Badia se enfrenta a un largo calvario judicial. Hasta ahora, pertenecía al cada vez más reducido núcleo duro que había escapado a la cárcel refugiándose entre los miles de simpatizantes que durante semanas acamparon en los aledaños de la mezquita de Rabea al Adauiya. El máximo dirigente de la cofradía conoce ya su primera cita con la justicia.

El Tribunal de Apelación fijó a principios de mes para el próximo 25 agosto el inicio del juicio contra Badia y otros líderes del grupo por presuntamente planificar, incitar y ayudar en el asesinato de manifestantes a las puertas del cuartel general del grupo, en el barrio cairota de Muqatam, durante los disturbios del pasado 30 de junio y en vísperas del golpe de Estado.

Sobre Badia pesan varias órdenes de arresto emitidas por los tribunales por los distintos episodios de violencia que se sucedieron tras el derrocamiento de Mursi.

En un guiño macabro del destino, el 25 de agosto también se reanuda el proceso contra Hosni Mubarak por la muerte de manifestantes durante las revueltas de 2011 que forzaron su salida.

Fuentes: Télam, The Guardian

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