El gobernador tuvo un par de reacciones intempestivas que circularon por las redes sociales. “¿Sos sordo hermano?”, increpó a un periodista. Además, respondió con un manotazo a una cámara ante un reclamo en Santa Fe.

La función pública no es, como muchas veces se cree, un lugar fácil de transitar. Mucho menos cuando se ocupa un cargo ejecutivo, y menos aún si ese cargo es el más alto en la jerarquía del Poder Ejecutivo. Sin embargo, quien acepta ocupar esos espacios lo hace a sabiendas de las responsabilidades que le caben, del deber que tiene que cumplir. Que lo diga, si no, el gobernador Antonio Bonfatti, quien en los últimos días mantuvo dos altercados con periodistas y ciudadanos de una asamblea de vecinos de Santa Fe, que sin duda hubiesen tenido mayor trascendencia si el protagonista hubiese sido un ministro del Gobierno nacional o la mismísima presidenta. Pero, en estos pagos, el doble estándar para evaluar las mismas cosas cotiza bien alto.

En un caso, el mandatario fue sorprendido por vecinos de la asamblea de barrio Alberdi, en la ciudad de Santa Fe, que luchan contra la enajenación de tierras públicas, en las que también está involucrado el municipio de esa ciudad.

Una joven le pide una fotografía al gobernador, quien accede de buen talante. La chica se ubica al lado de Bonfatti y despliega con habilidad un letrero de papel que rezaba: “Bonfatti, regalame un terreno como le regalaste a Cam y Ponce”. El mandatario exhibe su mejor sonrisa y abraza a la joven, hasta que advierte que le hicieron una trampa y pregunta: “Qué dice ahí”.

Lee el cartel y su talante ya trocó de la amabilidad a la tensión. “¿Quién es Cam?”, pregunta, y la chica le devuelve el mismo interrogante. “Qué se yo quién es Cam”, repone el gobernador, según se puede ver en el video colgado en el sitio web periodismo salvaje.

Quien está filmando responde a Bonfatti que “es el terreno provincial de parque Alberdi”. “Nosotros, la provincia”, entra enseguida en autos el mandatario.

Y sigue: “Te equivocaste profundamente, ¿qué terreno le regaló la provincia? La provincia no ceder ningún terreno a la municipalidad, todos los terrenos que son públicos por ley, y buscá la Constitución…”. Bonfatti, ya molesto, levanta su mano y manotea la cámara de video que sostiene el joven que lo entrevista, y como si fuera un arma que apunta hacia él le grita: “Dejá de apuntarme”. “No me toqués la cámara”, alcanza a decir el camarógrafo mientras logra quitar la lente de las manos gubernamentales.

Pregunta: ¿Qué hubiese ocurrido si la presidenta Cristina Kirchner hubiera hecho algo similar con un camarógrafo de un canal porteño? Ni hablar si fuera de TN o de alguno de los más de 200 medios independientes del Grupo Clarín. O, ¿qué hubiese pasado si hubiese sido un ministro de su gabinete, o algún representante santafesino del Frente para la Victoria el que se involucrara en un hecho de esas características? Efectivamente, estimado lector, usted no se estaría enterando por ese semanario, sino que hubiese sido masacrado a imágenes y audios de repetición constante, y una misión de la SIP estaría viajando a Argentina para repudiar el hecho. Hecho que, además, no se agotó en ese sólo ataque de ira del gobernador, sino que tuvo otro capítulo.

Capítulo II

Ahora el gobernador Bonfatti dialoga con periodistas del norte santafesino, durante una actividad oficial en la que el Estado entrega a escrituras a propietarios de inmuebles que pudieron regularizar, después de muchos años, si situación dominial.

“Cuando el Estado cumple la gente también, era una gran deuda que tenía la provincia con mucha gente que no tenía final de obra ni planos y obviamente escrituras”, dice el gobernador.

Señala que ha visto “mucha gente grande llorar” al recibir los papeles en regla porque eso, aclara, “sensibiliza mucho, porque es gente que hizo esfuerzos durante toda la su vida y no sabía qué pasaba: ahora la tierra es de ellos”.

Un periodista lo cambia de tema. Le pregunta por una promesa realizada a la localidad de Florencia, del departamento General Obligado, al noreste de la provincia.

El gobernador se disculpa, le explica al periodista que el dato no lo recuerda en el momento, entre tantos datos que maneja un mandatario. “Son 362 comunas, no puedo saber, no me pregunte de a una porque no puedo saber”, se disculpa, amablemente, Bonfatti.

El periodista insiste sobre el caso, para los pobladores de Florencia, o al menos para él como trabajador de prensa, la cuestión es importante, tal vez trascendente. El gobernador abandona el tono amable y le pregunta, de mal humor, si posee alguna capacidad especial en su escucha: “Es imposible responder una pregunta puntual, ¡sos sordo hermano!”, patina el máximo responsable del Estado santafesino.

A este episodio le cabe las mismas preguntas que al anterior. Todo el mundo puede tener un mal día, haber dormido poco la noche anterior, estar mufado. Eso, en todo caso, serviría para explicar la conducta del gobernador, no para justificarla. En ninguno de los casos, además, sus interlocutores le faltan el respeto ni lo agreden. Sólo preguntan. Pero a veces, el que no está acostumbrado a recibir interrogantes o cuestionamientos, eso es suficiente para manotear una cámara o enviar al otorrinolaringólogo a un periodista.

Los hechos no fueron de extrema gravedad en ninguno de los dos casos. Sin embargo, la actitud oficial distante bastante de la prédica sobre diálogo y consenso que puebla la palabra del gobierno de Santa Fe.

Artículo publicado en la edición 154 del semanario El Eslabón.

Más notas relacionadas
Más por Redacción Rosario
Más en Región

Dejá un comentario

Sugerencia

La “táctica Goebbeliana”

Pocos actos tan autoritarios como utilizar el aparato de comunicación del Estado (que paga