“La República Juliana, también conocida como República Catarinense, fue un Estado republicano proclamado dentro del territorio del actual Estado brasileño de Santa Catarina. Perduró desde el 24 de julio de 1839 al 15 de noviembre del mismo año”, explica Romualdo Rocha de Negreiros, desde Porto Alegre, Rio Grande do Sul (Brasil). Pero de inmediato aclara en un portuñol que hace más regional la charla: “Nós gostamos de chamar republicario-grandense”.
Tras recorrer con el eslabón la memoria de los Pueblos Libres que en 1815 declaran su independencia y federalismo artiguista, al testimonio e investigaciones de historiadores y baqueanos de las huellas de la identidad regional de territorios, hoy correntinos, santafesinos y charrúas agregamos una voz que falta. La de los “paisanos”del sur brasileño, ese que también luchó contra los arrebatos y saqueos portugueses, británicos y porteños.
“José Gervasio Artigas es un ilustre desconocido de los brasileños. Incluso aquí, en Rio Grande do Sul, donde esta ignorancia es imperdonable”, señala Romualdo. Pero advierte que eso es “¡explicable!”, haciéndonos meter ya en ese relato sobre las luchas de los copaisanos “gaúchos”.
Don Romualdo Rocha de Negreiros, nacido en 1953, es un historiador autodidacta, especialista en la historia de Río Grande del sur, y de regiones históricas del Plata.
Explica que la “Guerra dos Farrapos” (1835-1845) fue un divisor de aguas. El gobierno imperial entendía muy bien que se trataba de una guerra por la Independencia de nuestro territorio y que se lo perderían.
Desde el trágico final de la lucha, para nuestras pretensiones, se procedió a una especie de “caza de brujas” a los que participaron en la guerra, a los republicanos y también a los caudillos y comandantes simpáticos a los de habla española”.
“Entre todas, la medida más eficaz para erradicar los ideales separatistas fue el control estricto de lo que se enseña en las escuelas y se escribe en los libros de historia. Generación tras generación se encargarían de «olvidar» nuestros verdaderos propósitos en la guerra a cambio de su versión”, cuenta y así, nos hace recordar las maniobras de Mitre y Sarmiento al justificar la imposición de su política liberal, sobre el proyecto federal en la región.
Patriotas en harapos
Durante la era del imperio del miriñaque, en alusión a la moda europea en los salones de la corona portuguesa en Brasil, la palabra “Farrapo” (harapo), fue usada en forma despectiva por los conservadores (caramurus) para nombrar a los liberales. Pero el tiempo también revoluciona las palabras, y luego fue tomada con orgullo por los revolucionarios que pelearon junto a esclavos negros que buscaban la libertad.
A partir de los no claros límites, Rio Grande do Sul, desde 1815, respira un deseo independentista de gobiernos populares, ideal artiguista de los Pueblos Libres. Sucede que los gaúchos, como se nombra a los paisanos de esas tierras, tenían casi semejanzas con los gauchos litoraleños y charrúas. En la campaña, el hombre rural eran también el de a caballo, mateador y con una lengua portuguesa con acento sureño. Para más parentesco era la “montonera” su arma guerrera.
Desde 1835 y por diez años se levanta la insurrección de los gaúchos en harapos, mientras el tipo de la ciudad, el que vivía de funcionario o militar imperial, siguió leal a la unidad brasileña. En tanto, las estancias ganaderas de Río Grande eran poco cercanas a las fazendas del norte que explotaban azúcar y café.
No muy recordado, el tratado de Tordesilla ubicó a Rio Grande do Sul bajo la corona española. Ante la desidia hispánica, los portugueses avanzaron al sur y el oeste. Pero, por su geografía y distancia, era una zona difícil de administrar.
Negreiros relata: “Sólo después de unos 70 años surgirán los primeros historiadores que fueron habilitados por el sistema para escribir la historia de la guerra, sobre la base de pocos documentos, ocultos de las autoridades por valientes farrapos, que sobrevivieran hasta nuestros días”.
“Así que nuestra historia oficial, escrita en libros de referencia, que se distribuyen a las escuelas, colegios, librerías y la gente en general, es totalmente sesgada a favor de Su Majestad, y viene cargada de patriotismo brasileño, llena de milagros de los comandantes cobardes y sin principios”, resalta.
Un prócer, sólo uruguayo
Entonces señala: “Esto explica por qué Artigas es tan mal presentado como un caudillo del mal, invasor, aventurero y enemigo del gobierno y del pueblo brasileño. Hoy lo respetan como líder uruguayo que luchó por la independencia del Uruguay, pero que planeaba invadir y conquistar el territorio brasileño para aumentar el tamaño de su país”.
Además, Negreiro resalta que al consultar sobre Artigas en Río Grande “ni siquiera de sus intelectuales, van obtener más que «un caudillo que luchó por la independencia de Uruguay»”. Algo tan parecido a lo que sucede en Argentina.
En ese marco, nos señala que la organización RSlivre, (Rio do Sul livre), recién creada, propone revisar esta historia, volver a contar desde el punto de vista de los intereses del propio gaucho, habitante de Rio Grande do Sul: “Es un contrapunto de la historia oficial e ideológica que busca manipular la comprensión del propio gaucho en cuanto a su propio pasado, engañarlo, y le hacen creer que somos sólo brasileños del Sur”.
“Para buscar nuestras legítimas raíces es necesario volver hasta el primer cuarto del siglo XVII, entonces descubrimos en Artigas, un legítimo héroe gaúcho. Eso es exactamente lo que nos representa, y su ideología es liberadora para los gauchos clarificados de Río Grande. Para entender mejor cómo el actual Rio Grande do Sul se incluye entre los que lo admiran y lo idolatran, se requiere un poco de ejercicio en la geografía”, remarca.
Mirá Google maps
Para graficar y documentar sus dichos, apunta a cualquier imágen de satélite: “Podemos observar que el río Uruguay conforma todo el contorno de una región que llamaron en ese momento la «Banda Oriental». En su parte más septentrional, que forma el límite de Rio Grande y Santa Catarina (Brasil)”.
“Es una región con muy altas montañas, sierras, cañones casi intransitables para los exploradores portugueses del siglo XVIII. Así que la invasión portuguesa de esta región perteneciente a España tomó el extremo noreste, donde se encuentra la ciudad de Laguna. Ahora, mirando al mapa anterior es fácil de entender que todas las personas que vivían en esta región, podrían ser considerados «orientales» y no sólo el actual Uruguay, como nos quieren hacer creer los historiadores brasileños”, explica.
“Con astucia –detalla- argumentan que la región estaba deshabitada y era una «tierra de nadie», y que debería pertenecer a quien llegaría allí en primer lugar. Pero, mucho antes de la invasión portuguesa, los jesuitas, bajo el mando de España, empezaron su obra con los indios guaraníes, el establecimiento en estas tierras, ahora anexa a Brasil, siete pueblos españoles y que cada vez más ocupaban las tierras del Este, con la clara intención de realmente colonizarla, y no sólo explotarla, hasta las playas del Atlántico”.
“También sabemos que la fundación de la ciudad de Porto Alegre se debe al hecho de que los primeros pobladores de Azores se establecen por la presencia de los indios bárbaros al otro lado del Guaíba, posiblemente Charrúas y Patos”. añade.
Entonces, afirma: “Además de pertenecer legalmente, de acuerdo a las leyes de aquel tiempo, aún estaba habitado por los españoles, bárbaros e indios civilizados, paisanos y gauchos, que circulaban libremente a través de él como si fuera el suyo, al igual que de hecho y de derecho”.
“Así que podemos reinterpretar inclusive a los documentos pertenecientes a Artigas y otros de su tiempo: Siempre que se habla de Banda Oriental, podemos entenderlo como pertenecientes a todo el territorio del actual Uruguay y Río Grande del Sur, incluyendo las personas que ahí habitaban. Se trata de nuestra raíz común. Las ciudades fundadas por los portugueses en la región, han sido y siguen siendo una invasión irregular e ilegal, como fue la fundación de Colonia del Sacramento”, remarca a El Eslabón, desde Porto Alegre .
“Somos conscientes –remarca- de que Artigas predicó una Unión Confederativa de los Pueblos Libres, incluyendo aquí, a su propio pueblo, el Gaúcho (si no en origen, en el modo de vivir), mestizo y elemento natural de la Pampa, como sabemos, todos los que pertenecían a la Liga Federal”.
“El Río Grande era y sigue siendo uno, único en sus características y un país indivisible, principalmente porque está entero habitado por un pueblo amante y orgulloso de su noble cultura gaucha y sus hazañas”, sostiene el copaisano Negreiros.