El periodista rosarino que saltó a la arena política como candidato a intendente por el Frente Renovador de Sergio Massa ahora va por una banca de diputado nacional con las mismas propuestas que desgranó antes: cadena perpetua para narcotraficantes y venta de droga equivalente a homicidio.
Con unos 50 mil votos más de los que sacó en las últimas elecciones se convierte en diputado nacional, se tiene fe y está poniendo todas sus fichas. Pero más allá del resultado, dice que cruzó un Rubicón y que seguirá en política, a la que llegó detrás de unas conmociones bravas de inseguridad en carne propia y en la de un amigo. Antes pasó casi tres décadas analizando la realidad detrás de un micrófono o frente a una cámara en ligas mayores y no tanto.
Arrancó en LT8, con Filo, contrafilo y punta, por el libro de don Arturo Jauretche. Luego pasó por El Clan y A diario, por Canal 5, Radio Rivadavia y América TV. A pesar de sentirse “en su mejor momento” dejó la profesión para convertirse en candidato a intendente, frente a la opinión azorada de sus colegas, que fueron directos: “Vos estás loco”. No llegó al Palacio de los Leones, pero sigue pensando que tomó la decisión correcta con los 70 mil sufragios que cosechó al debutar. Quizás la nostalgia “llegue más adelante”.
Por ahora está satisfecho. “Cuando analizaba la realidad, creía saber, pero cuando uno se mete en la vida cotidiana, hay cosas que sorprenden. No sé cuántos colegas estuvieron en los clubes del trueque informales que hay ahora en Rosario, por ejemplo, eso me hizo más humilde”, resume y enumera los contactos de tipo cercano que lo calaron hondo más allá de los bulevares. “Una cosa es el análisis científico político, otra es interpretar al vecino en un barrio, porque ahí acontece la estructura de observador observado”, afinó en charla con el eslabón.
—De esa experiencia, ¿hay un treinta por ciento de pobres en Rosario? ¿Con respecto a qué se mide?
—Es imposible que no sea cierto. Lo mido con respecto a la carencia de la satisfacción de decir tengo lo que creo que merezco por el laburo que hago, hay dificultades para encontrar empleo, el cuentapropismo disfrazado de herramienta se deterioró, la economía se estancó en los últimos cuatro años. Pensar que tenemos menos pobres que en Alemania es escandaloso, hay que caminar la calle. Si no es esa la cantidad de pobres, dónde están los que yo veo que no están en las encuestas oficiales. Si no lo asumimos no podemos preparar nada para ayudarlos. Lo cierto es que el desasosiego que hay es brutal, lo silencioso de ese reclamo te aturde.
—Con ese nivel de descontento se movería algún indicador social, por ejemplo, la protesta.
—Esa es otra cuestión. Como dice el sociólogo Zygmunt Bauman, es una sociedad líquida, fragmentada, que no encuentra canales colectivos para unirse en un reclamo común. El fenómeno de la delincuencia hizo desaparecer lugares de encuentro como la calle o las plazas.
— ¿No se sienten aglutinados por los partidos políticos y sus líderes?
—Creo que cada vez más la política se ha profesionalizado, tiene que ver con los aparatos, el marketing, los medios, la parte artesanal. Es decir, la militancia no alcanza a pesar de esfuerzos fantásticos de gente convencida en todos los partidos políticos, pero está más devaluada. Son más importante las personalidades que las organizaciones, esto es un signo de época, también.
Los oficialismos hacen difícil que se pueda plantear otro tipo de discurso.
Políticos al habla
— ¿Cuál es el valor de la palabra?
—Absoluto. Es la esencia de la evolución y tiene un doble valor, el de dar la palabra como compromiso, transmitir y comunicarnos. Hago una infidencia, en el primer slogan que pensé para llevar adelante mi candidatura a intendente pensé justamente en poner “El valor de la palabra”. Hay un cuento de Mario Vargas Llosa muy lindo, Los Decidores, que eran los encargados de transmitir las vivencias cuando el hombre salía de las cavernas, tenía que haber alguien que relatara sus proezas y sus dramas. La palabra es eso, la posibilidad de vincularnos, para mi es vital. Literalmente porque hablo mucho (risas).
— ¿Qué es un relato político?
—Sin una valoración ética, es la instalación de una idea épica en la cual estamos realizando un montón de cosas, algunas de las cuales estamos haciendo y otras no. Entonces cuando volvés a la calle encontrás descreimiento, mucha gente la está pasando mal. De ese 30 por ciento de pobres, el 60 por ciento tiene algún tipo de asistencia del Estado y eso es positivo. Lo que está diciendo ese mismo informe es que la asistencia no alcanza para sacarte de tu situación de pobre. Además, hay que asumir que desde el año 2008 al 2010 venía decreciendo la pobreza y desde ahí comenzó la dificultad y no debería escandalizarnos. Habría que decir hubo errores y hay que cambiar.
— ¿Cuáles serían esas rectificaciones?
—Faltan estímulos de actividad económica real. Las retenciones a salarios, la inflación, necesitamos individualizar problemas muy graves. Lula sacó a 20 millones de la pobreza en Brasil, cuántos salieron acá; éste es el debate que necesitamos, no quiere decir que no se reconozcan los aciertos.
— ¿Cuáles son los aciertos del gobierno nacional?
—Una renegociación de deuda en defensa de los intereses de la Argentina por Néstor Kirchner y Roberto Lavagna. Un reclamo injusto por parte de los Fondos Buitre que no corresponde, pero también entender que nos faltó pericia, que estamos viviendo de prestado con la emisión. Lo negativo es la intolerancia política y del mensaje.
— ¿Habría que haber arreglado con los Buitres como dijo Mauricio Macri?
—Estoy bastante alejado de lo que dice Macri, lo que me queda claro es que tenemos que estar en un mercado de capitales, como Bolivia que pide dinero al 4 por ciento anual para obras de infraestructura, no para corrupción. Hay hechos gravísimos que tienen que ser investigados.
— ¿Podrías citar alguno de estos hechos?
—La de Amado Boudou.
Justos y pecadores
— ¿Cómo analiza el rol de la Justicia que va a pedir justicia a la plaza? ¿Son los jueces seres etéreos o están atravesados por la ideología como todos los demás?
—Están atravesados. El problema es que sean coto de caza política, para todos lados. Creo que tenemos que plantear algunos instrumentos que mejoren la calidad de representación de nuestros jueces. No estoy de acuerdo con el exceso de protección hacia los delincuentes, olvidándose de las víctimas.
—Estos temas son eje de algunas de tus propuestas. Cómo se desacopla el desamparo social del delito organizado.
—Plantear cadena perpetua para los narcotraficantes, que se asimile la venta de drogas al homicidio simple porque mata gente. Además, caída de dominio de los bienes de los narcos complementada por ley, de la recuperación de adicciones con los fondos de los bienes rematados a los narcotraficantes. En Rosario hay ausencia del Estado en la recuperación de adicciones de los vulnerables, hay iglesias y organizaciones trabajando.
Para complementar la ayuda a los vulnerables propongo la ley de aprendiz, como aplicó Lula en Brasil, para jóvenes que ni trabajan ni estudian, con formación y capacitación a las industrias que adhieran al programa. Con esto le damos un mensaje muy fuerte a los que trafican la muerte, hay que disputarle los jóvenes a los narcos en su territorio, al que renunció el Estado. Después, ocupar esos territorios con un verdadero ejército social, con escuelas, urbanizaciones y todo lo necesario. Al Estado no hay que revitalizarlo sólo en los discursos, tiene que estar en estas acciones.
— ¿Por qué elegís el proyecto de Sergio Massa y Manuel De la Sota para tu participación política?
—Porque es el único espacio donde se discute de política. Yo puedo discutir desde mi autonomía, desde la realidad y las necesidades de Santa Fe porque hay pocos espacios políticos con discusión interna. No me sentiría cómodo en un lugar donde me mandaran obedecer y levantar la mano contra los intereses de Santa Fe.
—Volviendo al principio de tu profesión, cuando citabas a Jauretche, ¿cuáles serían las zonceras en este aquí y ahora?
—Que el cambio por sí sólo garantiza mejoría, que los colores por sí solos pueden garantizar un proyecto de país como las salitas naranjas o amarillas, que tenemos menos pobres que Alemania, que la plata vendrá por sí sola a la Argentina y que el hecho de que alguien manda, se garantiza la gobernabilidad.
Nota publicada en la edición 204 del periódico el eslabón