Foto: Andrés Macera
Foto: Andrés Macera

El compositor, Osvaldo Zulo, de amplia trayectoria en la escena under local, publicó su segundo disco solista como Víctima del Vaciamiento.

íctima del vaciamiento es el seudónimo que eligió Osvaldo Zulo para su joven carrera solista, sin embargo el músico lleva casi dos décadas en actividad, durante las cuales editó decenas de discos con las tantas agrupaciones de las que formó parte, entre ellas: Los Daylight, Sistema de Sonidos Descontrol, Operativo exposición total, Desesperanza y Los Impedidos. Proyectos nucleados dentro del universo punk.

—¿Qué diferencia hay entre tu primer y segundo disco como solista?
—Al primero lo veo como más garagero, pero tipo revival, cerca de Jesus and the Mary chain, eso que a veces se confunde con shoegaze. Bandas de los ochentas pero con sonido tipo garage de los sesenta. Éste va más hacia otro lado. Lo que tienen en común es que ambos están hechos casi íntegramente de canciones que me sobraron de otras bandas y material inconcluso que me daba lástima tirar. Tengo dos computadoras llenas de música inconclusa, cosas que empiezo y luego abandono.

— Parte del registro de la producción fue hecha con instrumentos secuenciados. ¿Conocés algún otro antecedente dentro del espectro del punk, de discos que estén hechos con instrumentos programados pero que emulen ser reales?
—He escuchado algunos discos que están hechos así, pero la verdad es que ahora no se me ocurre ninguno. En el caso de este disco, quería que sonara rockero y el addictive drums (programa para diseñar ritmos) tiene un sonido bastante fiel a instrumentos reales, a diferencia de otros programas para editar percusión. Por un lado tuvo que ver con una búsqueda estética, pero también fue para abaratar costos al no tener que recurrir a un estudio. Igual, no es algo que haya premeditado mucho: los temas son rockeros y necesitaban de eso, de algo que sonara con potencia. Por eso cuando lo toco en vivo lo hago con una banda, o al menos trato de hacerlo. Los temas me gustan más cuando están tocados por la banda. Generalmente las bandas que me gustan utilizan instrumentos reales, síntesis de sonido real. El tema es que no dispongo de dinero y las cosas hay que hacerlas igual. Pero si me hubiesen dado la posibilidad de grabar estos temas con otro equipamiento, obvio que lo habría hecho.

—En los últimos tiempos se popularizó cada vez más el home recording (grabar en domicilios particulares en lugar de en estudios profesionales), ¿que opinión te merece esta práctica de la que sos cultor?
—Es una posibilidad que te da la nueva tecnología. Antes el común de las personas no tenía acceso a un estudio en sus casas. Cuando era pibe grabar un disco era muy caro. Está bueno que se socialicen las herramientas de grabación. Pero discos caseros hubo en todas las épocas, por ejemplo, me acuerdo que cuando era pendejo había salido un disco de El otro yo grabado en cuatro canales. En Argentina se popularizó –sobre todo– por la influencia de Fun People que expandieron la idea de los discos más caseros, aunque no eran estrictamente home recordings. A mí me gusta mucho R. Stevie Moore, un solista activo desde los setenta hasta ahora que tiene canciones buenísimas grabadas de manera bastante rudimentaria.

—¿Cuál fue el rol de Ignacio Molinos (coordinador del sello independiente Soy Mutante, editorial del disco)?
—La mezcla la comenzamos Ezequiel (guitarrista del proyecto) y yo, pero en un momento nos quemamos y propuse redondearla en lo de Nacho, para que nos ayude a pensar un poco. Llevamos empezada la mezcla y la terminamos en su estudio. Nacho defendió sobre todo la idea de que el disco sea corto, él dice que ahora se acostumbra escuchar música en ese formato, la gente escucha música en internet y de manera súbita le da play y en poco tiempo se hace una idea completa de lo que se trata. A mí no me cerraba del todo, pero al final nos convenció. Con vistas a futuro, lo más probable es que siga sacando EPs con bastante periodicidad y me ahorre el disgusto de andar eligiendo qué canciones entran y cuáles no. Éste me dio bastantes dolores de cabeza en ese aspecto, ahora me hice la idea de que se trata de colecciones de temas que voy terminando y listo.

—¿Porqué cantás en inglés y no en español?
—En Operativo y en SSD cantaba en español. Pero en el caso de mis discos solistas fue lo que me salió, supongo que se debe a que escucho mucha música en inglés. No lo pienso desde un lugar ideológico, para mí el rock es anglosajón pero también me gustan muchas bandas que cantan en castellano. Al menos a mí me resulta más fácil en inglés porque es un idioma que tiene una forma más compacta de armar las frases, te da a la posibilidad de hacer las cosas de una manera más sintética, las canciones de este disco son cortitas, como un haiku. Tengo planeado hacer un disco en castellano. La idea viene del año pasado, Charlie Egg con Pablo Jubany lo quieren producir y ellos tienen ganas de que sea en castellano. Creo que lo voy a poder hacer, no sé cuándo será, pero tengo muchas ganas. De todos modos me siento obligado a reconocer que con hecho de cantar en inglés, tanto como la cantidad de efectos de sonido que uso, es parte del maquillaje: encripto aún más el mensaje a propósito. Me siento más seguro oculto detrás de todo eso.

—¿Qué lectura hacés de la escena musical under en Rosario en la actualidad?
—Siento que cambió mucho todo. En un momento la palabra under tenía una connotación muy política, era underground porque se trataba de algo clandestino, que trataba de evitar los circuitos oficiales por algún motivo, y me parece que todo eso ya no existe más. O si está, es en una medida mucho menor. No me siento en comunión con los nuevos exponentes, tenemos una visión muy distinta. Creo que en un punto se debe a que hemos hecho recorridos muy distintos, la gente que conozco que estaba en el punk fue desapareciendo y empezó a aparecer mucha gente nueva que en su mayoría nunca pasó por ese tipo de lugares. Para mí hay una diferencia abismal entre una persona que vivió el hazlo tú mismo y el punk rock, y otra que llegó al rock por otros caminos. No me importa si usan tachas, parches o tatuajes, no pasa por una cuestión estética. Me refiero a que la formación de esa persona es muy distinta y lo noto mucho. Veo muchas personas que se acercan al rock con una visión más tradicional del tipo «quiero tener una banda, que sea exitosa, y levantarme minas», eso nos hace muy distintos. Cuando empezamos a hablar, salta la ficha de que venimos de planetas diferentes. No me parece interesante relacionarme con esa gente y no creo que a esa gente le interese relacionarse con otros, más que para alcanzar más fácilmente sus fines individuales, eso veo dentro del rock. Además me pasa que no me hacen sentir nada, no hay mucha gente acá que me mueva el piso. Y los que ya tienen cierta onda personal, quienes desarrollaron algo, son gente más grande, lamentablemente no hay gente nueva que aporte. No me interesa hablar de escena, ni de underground y mucho menos de indie. No comulgo con nada de todo eso.

—Qué diferencia notás entre llevar un proyecto solista y una banda?
—Desde muy chico siempre tuve la tendencia a hacerme cargo de un gran espectro de cosas dentro de las bandas en las que estuve. No me gusta la palabra líder pero siempre me salió encargarme de la mayoría de las cosas, me hace sentir más incómodo delegar. Con el tiempo me empecé a interesar en encontrar músicos que aporten algo y no se cuelguen del proyecto. Por ejemplo, la última formación de Los Daylight, que fue la que más tiempo duró, todos aportábamos mucho. Si bien yo componía todas las canciones, todos aportaban su visión. En este momento extraño bastante esa dinámica. Hago esto por ganas y la necesidad de hacer, pero no estoy tocando mucho en vivo y ensayo poco. Estoy con abstinencia de banda. Son cosas distintas, a lo mejor usé estos discos para hacer otra cosa. No es que agarré y dije: «ahora quiero tener una carrera solista», en este momento las cosas se están dando así. Pero me resulta complicado tener una banda en este momento, es difícil ponerse de acuerdo y estamos todos más grandes y tenemos otras ocupaciones.

—¿Cómo ves la posibilidad de vivir de la producción musical en Rosario?
—El vivir de la música no significa vivir de tocar tus canciones sino, más que nada, de actividades que giran en torno a la música. Conozco a varias personas en la ciudad que lo hacen. Pero no puedo pensar en esos términos con lo que hago, no tiene sentido, no hay público para que eso suceda. Vivir de esta música, imposible, pero de entrada siempre lo supe. Hay una tendencia generalizada, de que todos quieren sacar más rédito a su producción, ya sea con la venta de discos virtuales en internet o con los shows. Hace unos años la red estaba mucho más a full, se encontraba todo lo que uno buscaba y con el tiempo se empezó a privatizar cada vez más la información. En mi caso, me interesa que la actividad se solvente a sí misma. Pero yo ni siquiera me pienso como músico. A mí me importa más que alguien agarre la guitarra y pele una canción que me genere algo, no importa si es músico o si sabe un montón.

—¿Qué planes tenés para el futuro?
—Voy a salir a tocar un poco el disco en vivo, también voy a seguir sacando EPs con un formato similar a éste y queda en carpeta el disco con canciones en castellano. Me gustaría poder conformar una banda fija que suene bien, para tocar mis canciones y hacerlo en vivo con periodicidad, como lo hacía hace unos años. Pero la situación de la ciudad no está ayudando, uno modifica su actividad según el momento que está viviendo.

LIBRE DESCARGA. 2, nuevo disco de Víctima del Vaciamiento, al igual que todo el material editado por Soy Mutante se puede escuchar y descargar de forma gratuita desde soymutantenetlabel.bandcamp.com

Publicado en El Eslabón 207

 

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