De pie, pero en el pedal de la 4×4

En un medio día surrealista, una pequeña cantidad de productores rejuntados bajo la denominación «Chacareros de pie» acudió en tractores al Monumento Nacional a la Bandera, burlando su propio nombre. Sus reclamos, variados y contradictorios, podrían resumirse (simplificando con exceso tamaña macedonia de boludeces) así: «Queremos vivir en 1835 y que Cristina no vuelva».

La eterna lágrima chacarera estuvo acompañada por el plumaje campero de algunos caranchos de vieja data como el candidato a senador nacional socialista Hermes Binner; el frustrado ex candidato a gobernador por el PRO, Miguel Torres Del Sel y su crítico compañero de espacio Carlos Reuteman, entre otros.

Los del globito amarillo y la boleta desniembrada puede que hayan capitalizado algún voto. De hecho, por momentos, la junta de productores pequeños con chatas grandes parecía un mitin del PRO.

Sin embargo, los que más se beneficiaron con la movida fueron los carritos de panchos cercanos al monumento, que despacharon sus productos como si fuera domingo de sol, en lo que tal vez haya sido la única evidencia de que el campo argentino pueda estar pasando hambre.

Debido a su notoria incapacidad para organizarse, el micrófono pasó como zapallo en carro de un orador a otro. El rasgo común fue la contradicción, de manera que quien tomaba la palabra no tardaba más de 20 segundos en decir lo opuesto a lo expresado por el anterior orador. Así, pasaron del «tenemos que estar orgullosos por esta convocatoria» a un autocrítico «somos pocos y la culpa es nuestra».

Y al parecer el siglo XXI les queda lejos a quienes aún no supieron acomodarse al XX: «Los productores grandes tienen que aprender a mandar mensajitos de texto», recomendó uno de los oradores, que selló su participación recalcando que las entidades ruralistas «no quisieron, no pudieron o no sabieron» (sic) representarlos.

Por suerte, minutos después en otro de los discursos se mencionó la falta de educación como uno de los grandes males de la argentina, en lo que constituyó el único gesto de autocrítica seria durante toda la jornada.

Como no podía ser de otra manera, la victimización rural llegó a extremos bizarros cuando el representante de Tucumán enumeró los aprietes que sufre el campo: «Nos aprietan con la ley de herbicidas, con la ley de desmonte». Faltó que dijera que no los dejan destruir en paz la vida y el entorno del trabajo rural, al que dicen representar aunque sea mínimamente.

Los magros aplausos cayeron como una dádiva sobre todos los oradores, dejando en claro que estos muchachos no se escuchan ni entre ellos. Acaso el único pincelazo de realidad que se aportó desde el micrófono fue cuando los convocantes aceptaron que ellos no representan muchos votos, «y ahí está el tema». Y si… ahí está el tema muchachos, bienvenidos a la democracia, sigan trabajando de sol a sol, en los ratos que les quede entre tractorazo y tractorazo.