voto en salta

La presentación del proyecto de Boleta Única Digital del oficialismo en la Cámara de Diputados de Santa Fe puso en alerta a investigadores, hackers y estudiosos de las nuevas tecnologías sobre los riesgos propios del sistema. Un sistema que, por cierto, está en retirada en aquellos países pioneros en instrumentarlo y abandonarlo luego por sus fallas.

El martes pasado, el diputado provincial y apoderado del Partido Socialista, Eduardo Di Polina, ingresó a la Cámara baja un proyecto de ley que promueve la implementación de una variante del voto electrónico. Con la presión de los medios de comunicación hegemónicos sobre la “necesidad de modernizar” los sistemas electorales “corruptos” y “clientelares” como marco, la iniciativa que intenta articular el actual sistema de boleta única (Sibolú) que se utiliza en Santa Fe –que quedó bastante golpeada en las últimas Paso– con los cada vez más presentes dispositivos digitales, ya puso en alerta a los estudiosos del tema y disparó un incipiente debate político que se profundizará la semana que viene, cuando el texto tome estado parlamentario en la comisión de Asuntos Constitucionales. Hackers e investigadores prenden la luz roja, advierten que “no existen programas ni máquinas invulnerables” y denuncian que “la tendencia en el mundo es abandonar esos modelos”. En el fondo de la discusión asoma la invasión sobre la intimidad de las personas de la cada vez más omnipresente cibervigilancia. Ya no se salvaría ni el cuarto oscuro.

El proyecto

Según explicó Di Polina a El Eslabón, su proyecto pretende “agregarle tecnología digital” al sistema vigente de la boleta única y tendría “dos ejes fundamentales”. “Uno –enumeró–, es que es una responsabilidad indelegable del Estado, no compartimos con quienes privatizan y lo dejan en manos de empresas privadas”. Es decir, que el programa y las máquinas deberían ser provistas por el propio Estado. “Y el otro –continuó–, que es la gran diferencia con el voto electrónico que se utilizó en Buenos Aires y otros lugares, es que en este caso se entregaría una boleta de papel, se eligirían los candidatos en una pantalla táctil y se imprimiría el papel con el nombre y apellido de los candidatos votados, que además quedaría impreso no en un chip sino en un código digital QR, que es invulnerable”.

El legislador del Frente Progresista detalló que luego, cuando se abran las urnas, a la hora del recuento, “ese código digital QR se leería con la misma máquina, que sumaría los votos ante la presencia de todos los fiscales, tras lo cual se imprimiría una planilla que luego se transmitiría al centro de cómputos”. “Con esto, los partidos políticos pueden hacer su propia lectura de esta planilla y se eliminan los errores humanos en la confección de las planillas”, se entusiasmó Di Polina, y remarcó: “La computadora es autónoma y no tiene conexión, no puede ser hackeada”.

Si bien la propuesta de Di Polina recién comenzará a discutirse en Diputados la semana que viene, los más férreos opositores a los sistemas de voto electrónico encendieron sus alarmas, alentados por un proyecto de comunicación dirigido al Ejecutivo que los primeros días de septiembre aprobó la misma Cámara de Diputados de Santa Fe por unanimidad, en el que se solicita al gobernador que reserve fondos en el presupuesto 2016 para la compra de equipos que permitan usar el sistema de voto electrónico.

Voces de alerta

Beatriz Busaniche es licenciada en Comunicación Social recibida en la Universidad Nacional de Rosario, aunque desde hace varios años está radicada en Buenos Aires donde participa de la organización Fundación Vía Libre, desde la que promueve “los derechos civiles en entornos mediados por nuevas tecnologías”. Fue una de las editoras de Voto Electrónico, Los Riesgos de una Ilusión, una compilación de artículos y ensayos que reúne a especialistas de los más calificados para debatir sobre el mismo dilema que ahora enfrentará la Cámara de Diputados de Santa Fe.

“Los sistemas de voto electrónico están en retroceso en el mundo. Hay diversos sistemas pero la experiencia común es negativa. Muchos países que usaron voto electrónico durante largo tiempo han dejado de usarlo, los casos más emblemáticos son Holanda y Alemania”, fue la primera referencia que dio Busaniche al ser consultada para esta nota.

“Entiendo que el proyecto de Boleta Única Digital que está circulando como opción en Santa Fe, creo que viene a responder a una exigencia de la opinión pública y de los medios de comunicación de cambiar algo del sistema, pero no creo que el voto electrónico aporte nada al que tienen actualmente en vigencia”, manifestó la investigadora. Y añadió: “No creo que la incorporación de tecnología en el acto de emisión del voto aporte nada, sino todo lo contrario, puede llegar a generar nuevas incertidumbres y nuevos problemas como los que conocemos en los sistemas que ya se han usado en otros lugares del país”.

La especialista explicó por qué en esos dos países, unos de los pioneros en implementar estos sistemas, finalmente los abandonaron y volvieron al papel. “En Holanda se dejó porque el sistema electrónico permite vulnerar el secreto del voto en el acto de la emisión. Y esto es así en casi cualquier dispositivo de emisión del voto electrónica”, indicó Busaniche.

En el caso de Alemania, que es considerado “emblemático” por la investigadora, “el Supremo Tribunal Constitucional prohibió el voto electrónico porque la incorporación de la tecnología impedía que un ciudadano sin conocimientos muy específicos de seguridad informática pudiera entender y auditar todo el proceso”, refirió. “Creo que esta cuestión es válida para todos los sistemas de voto electrónico”, remarcó Busaniche.

Según la experiencia de la especialista, “todos los proyectos de voto electrónico dicen sí, se debe resguardar el secreto, la integridad y todo, en la letra de la ley está todo muy bien, pero después cuando uno ve las implementaciones, estas no cumplen con eso y nunca se frena una implementación porque no cumpla con eso. Aquí en la ciudad de Buenos Aires la implementación no cumplía con esos resguardos y sin embargo fue usada”.

Busaniche se mostró centralmente preocupada por la pérdida del secreto del voto con estos sistemas. “Nos hemos desayunado en esta discusión sobre el voto electrónico actual –planteó– con que mucha gente no valora la importancia del secreto del voto y lo cierto es que cuando se critica que hay clientelismo, votos coaccionados y compra de votos, la clave para eso es que existan mecanismos para que se pueda producir ese hecho, para saber por quién ha votado esa persona que de alguna manera está siendo coercionada para votar de un modo u otro”. En este sentido, remarcó que “el voto secreto es uno de los pilares de la democracia y una de las cuestiones que hay que proteger hasta las últimas consecuencias, es una de las cualidades indispensables que debe tener el sistema electoral”.

En la misma línea de rechazo a las propuestas de voto electrónico, se manifestó el administrador de sistemas de la Dirección de Informática de la Municipalidad de Rosario, Pablo Grigioni, quien aportó argumentos que diluyen el planteo de Di Polina de que su modelo de Boleta Digital “es inviolable”. “Las máquinas emiten ondas electromagnéticas que pueden ser analizadas para extraer de ellas información, o pueden ser modificadas para emitir datos en formatos de audio imperceptibles”, explicó Grigioni, quien además se encarga del Área Informática de la Cooperativa La Masa –productora de este semanario y redaccionrosario.com–.

“Hay casos denunciados y pruebas de laboratorio que lo demuestran. Se puede ver en internet videos que permiten conocer cómo vota un ciudadano aún a distancia”, amplió el programador.

Para Grigioni, otro de los problemas es cómo y dónde se desarrolla la tecnología para instrumentar el sistema. “En el caso de un país que no dispone del complejo tecnológico-militar de vanguardia, el problema de la integridad e independencia tecnológica para construir las máquinas que no admitan falseamientos de la voluntad popular ni violaciones al secreto del voto se amplifica notoriamente”, consideró el especialista.

La propuesta de Boleta Única Digital, también cosechó el rechazo del Observatorio de Cultura Libre del Litoral, quienes elaboraron un documento ante el requerimiento de El Eslabón, en el que hacen una revisión detallada del proyecto presentado por Di Polina.

En defensa del voto

“Votar con computadoras es abrir una puerta grande al fraude. La computadora ejecuta un programa, y el programa puede ser cambiado o reemplazado. Puede ser reemplazado temporalmente durante la elección por otro diseñado para dar totales falsos. Ningún estudio del programa que debería correr puede asegurar que otro programa no actúe mal. El único sistema confiable es votar con papel”, escribió Richard Stallman, una especie de Perón para los activistas del software libre del mundo. “Si el patrón le cierra la tranquera con candado, rompa el candado o la tranquera o corte el alambrado y pase a cumplir con la Patria. Si en vez de cerrarle los caminos del comicio quiere ganar su voto con favores llevándolo con él en su coche, acepte la invitación, pero en el cuarto oscuro haga usted su voluntad votando por el partido de sus ideas y no por el partido de su patrón”, dijo Perón a los peones rurales en su mensaje de cierre de campaña de abril de 1954. La defensa del voto universal, obligatorio y secreto, de la voluntad popular, tiene una larga tradición de lucha desde las guerras de la independencia, pasando por las revoluciones radicales hasta el presente, antecedentes que hacen pensar que el debate por la modificación de los sistemas electorales merecen estar a la altura de esa rica historia nacional.

“El derecho a la privacidad es uno de los más comprometidos”

Entre los riesgos que advierten quienes estudian hace tiempo los diferentes sistemas de voto electrónico se destaca el de la pérdida de un elemento central para la democracia –al menos en este país–, que es el voto secreto. Esa “flaqueza” que ofrecen los dispositivos informáticos, es similar a la que traen otros que vienen colonizando nuestra cotidianeidad, como computadoras, tablets, celulares, que al mismo tiempo nos dejan indefensos ante la una problemática que comienza a debatirse cada vez con más fuerza: la cibervigilancia. Sobre estas cuestiones también fue consultada la especialista Beatriz Busaniche.

―¿Esta intromisión en el cuarto oscuro de un ciudadano a punto de votar, que puede ser al menos espiado, cómo se relaciona con este debate ya planteado pero no tan públicamente sobre la cibervigilancia, en un marco donde cada vez más personas utilizan diversos dispositivos electrónicos que al mismo tiempo son pasibles de ser usados como modo de acceso a sus datos personales e íntimos?
―El derecho a la privacidad es uno de los más comprometidos y difíciles de preservar en el entorno digital hoy día. Y lo cierto, también, es que empresas como facebook u otras que trabajan con big data y mecanismos de análisis y segmentación de audiencias, en buena medida a partir de la información que volcamos a las redes, están en condiciones de prever nuestro voto, de saber nuestra inclinación política, a partir de los diarios que leemos, de saber qué cosas nos gustan, cómo navegamos. De alguna manera está todo expuesto ahí y está todo sujeto a la comercialización por parte de estas grandes empresas. Así como hemos visto que la vida productiva de una persona en el capitalismo salió de la instancia laboral para pasar a la instancia de recreación a través de las industrias culturales, en este momento estamos viendo un proceso nuevo que tiene que ver con el haber volcado al mercado la apropiación por parte de ese mercado de nuestra vida privada y de nuestros pensamientos más íntimos, en calidad de mercancía.

―¿Por qué creés que en el tema del voto electrónico, como ocurre en otros órdenes, aparece la tecnología como el recurso que vendría a aportar “más transparencia”, que es el espíritu que esgrimen sus impulsores?
―Esto se debe inscribir en una corriente de pensamiento que tiene que ver con las utopías tecnológicas, las tecnoutopías, una ideología técnica de pensar que casi cualquier problema de la sociedad se va a solucionar con la incorporación de tecnología, es una ideología muy propia de nuestro tiempo, muy diseminada y poco criticada públicamente aunque hay muchos teóricos que la han cuestionado. Pero esta idea de que las tecnologías van a resolver todos los dilemas de la humanidad no sólo está lejos de ser realidad sino que en muchos casos es la causante de muchos problemas y muchas veces opera como un engaño que nos deja inertes frente al abordaje profundo de un problema. En el caso del acto electoral, está muy lejos de eso.

Fuente: El Eslabón.

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