El equipo de la UNR, integrado exclusivamente por alumnos y graduados universitarios, se coronó bicampeón de la Asociación Rosarina de Fútbol de Salón y se transformó en el conjunto con más títulos locales. Su conductor técnico –y ex jugador– dialogó con el eslabón.
Futsal, fútbol sala, fútbol de salón, son algunas de las más conocidas denominaciones de esta modalidad del deporte de la redonda. Cinco para acá, cinco para allá y a rodar la bola. Este deporte creado en Uruguay en 1930, encontró en la ciudad a una de las precursoras en el país, según lo cuenta Germán Lerín, entrenador del equipo de la Universidad Nacional de Rosario bicampeón de la Primera División A de la Asociación Rosarina, en la que se enfrenta cara a cara con los clubes. “El futsal comenzó en la UNR hace más de 30 años, es uno de los pioneros acá en Rosario e incluso en la Argentina”, se agranda el DT, quien en una charla con este medio repasa las características de esta actividad que también lo tuvo como protagonista con los cortos dentro del rectángulo de juego.
Estudio, luego juego
El paso de Germán por la casa de altos estudios comenzó en los pasillos de la Facultad de Ingeniería, aunque al tiempo se pasó a la vereda de la educación física, de la que nunca más se movió. “Hice la licenciatura y me quedé en esa rama”, confirma el profe, que tiró pisadas y gambetas en el suelo duro antes de calzarse el buzo de DT: “Empecé a jugar a los 18 años y ahora tengo 44. Jugué hasta 2003 y después pasé a dirigir al equipo de estudiantes universitarios y de chicos que ya estaban recibidos pero con ganas de seguir jugando”.
Tras aclarar que para ser parte del plantel universitario, los jugadores “tienen que ser, sí o sí, estudiantes o egresados de la UNR”, Lerín –primero pivot y después lateral– cuenta que “en este deporte tenés que aprender a jugar en todas las posiciones”, porque “si bien uno trata de que el fuerte de cada uno se mantenga mayormente en una posición, tenés que conocer las cuatro posiciones, porque se rota permanentemente y podés quedar parado en cualquier lugar de la cancha”.
Con la derecha como pierna hábil, este hombre que reparte su vida entre los libros y la pelota, confiesa que su participación en cancha de once fue escasa y que lo suyo “siempre fue el futsal más que otra cosa”.
UNR Futsal tiene la particularidad de ser el único equipo del torneo local que no se constituye como club. Pero esto no le impide llenar sus vitrinas de títulos. “Tenemos la desventaja de no contar con chicos desde pequeños, entonces te complica un poco porque los agarramos de grandes y por lo general nunca jugaron futsal, por lo que hay que enseñarles”, admite el técnico, pero celebra: “De todas maneras nos va bien, porque somos uno de los equipos con más tradición y los que vienen a jugar, como lo quieren hacer de una manera competitiva, se lo toman muy en serio”. Y al respecto, resalta: “Es raro tener una práctica con menos del 90 por ciento de asistencia. Los que vienen, además, quieren formar parte de un buen grupo y creo que esa es la clave. Eso se mantuvo tradicionalmente y los resultados están a la vista”.
El representante de la universidad pública, que acaba de coronarse campeón de primera división por segundo año consecutivo, se constituyó en el conjunto con más títulos en la historia de la Asociación Rosarina de Fútbol de Salón (Arofusa), y es –además– el equipo local que más certámenes nacionales conquistó. “En el último torneo hicimos una pretemporada muy fuerte. Los primeros partidos no fueron buenos, tuvimos varios empates, derrotas, y algunas veces ganamos con lo justo”, admite Lerín, y destaca: “A medida que fueron pasando los encuentros el equipo se fue soltando, fuimos más técnicos con la pelota, más coordinados, y terminamos de la mejor manera: jugando muy bien y siendo sólidos”.
A diferencia de lo que ocurre con sus rivales, en los que el único requisito es asociarse a determinado club y tener la cuota al día, para poder practicar futsal –o cualquier otra disciplina– en la UNR, hay que presentar un certificado de alumno regular. Pero eso es lo que le permite, a la vez, disputar torneos a nivel universidades.
En ese sentido, el entrenador de la “U”, tal como se lo conoce al equipo que luce los colores argentinos en sus casacas (combinados sobre fondos blancos o azules), repasa: “También jugamos en Serbia, en 2010, un mundial universitario, después de ganar tres campeonatos nacionales seguidos y ganarnos el derecho a representar al país, algo que ya había podido hacer la UNR en el año 2000”.
Claro que también, la buena performance a nivel “clubes”, les permitió ser partícipes de torneos internacionales. “Tuvimos la suerte de jugar mundiales de clubes en Perú, en 2004; en Rusia, en 2005; y en Uruguay, en 2006”, rememora Germán, y luego de confesar que “últimamente no nos ha tocado salir del país, aunque esperamos volver a hacerlo pronto”, y de señalar como las grandes potencias a Brasil, España y Rusia (“En los mundiales, ellos iban con profesionales y nosotros con estudiantes”), concluye: “Por lo pronto, gracias al título conseguido, en noviembre vamos a disputar en Esquel la Liga de Honor, que la juegan los mejores equipos del país, los campeones. Y hacía años que no la jugábamos, porque pasamos a jugar en la Liga Rosarina y recién hará dos o tres años que volvimos a jugar en Arofusa”.
Simplemente fútbol
A pesar de las grandes diferencias que existen entre los reglamentos del fútbol tradicional y el de salón, no se pierde la esencia del deporte más popular que enfrenta a dos equipos cuyo objetivo es el de convertir más goles que el rival para salir victorioso. “Hay bastantes diferencias, pero no deja de ser fútbol. Y el que juega bien en cancha grande se va a adaptar en algún momento al futsal”, admite Germán Lerín, aunque advierte y compara: “Todo el mundo piensa que es igual, pero no lo es. Si ponés a jugar a cinco jugadores buenos de fútbol contra cinco más o menos de futsal, es probable que ganen los de futsal. Porque se juega de otra manera”.
“Si vos traes a jugar futsal a uno que juega en campo, al principio se va a encontrar medio perdido. A mí me pasa mucho con los chicos que entreno, porque como somos de la universidad, los chicos que empiezan vienen del fútbol de campo y no hicieron inferiores en futsal. Entonces cuesta un tiempo no tan corto para que se adapten”, agrega.
De todas maneras, las diferencias no sólo se encuentran en aspectos reglamentarios, sino también en el desarrollo del juego mismo, como explica este hincha de Newell’s. “En la toma de decisiones se achica mucho el tiempo, tenés mucho más contacto con la pelota que en una cancha grande, y la velocidad de juego es diferente, los desplazamientos”, detalla el DT, y resalta la figura del arquero: “Es fundamental, y tiene que saber jugar con los pies, porque te da un plus extra. Para mí, el arquero vale doble, es como tener dos jugadores. Y con un buen arquero tenes muchas posibilidades de ganar un torneo”.
También destaca la siempre vistosa pisadita, que lejos de ser utilizada para cancherear, es una factor clave en el fútbol sala: “Es fundamental para jugar bien usar la planta del pie. Como el espacio es tan chico, si te rebota la pelota, la recupera enseguida el rival. Si usás la planta, en cambio, te la quedás y la direccionás para donde querés darla. El que no se acostumbra a jugar con la planta, tiene dificultades”.
Por último, tras remarcar que es mucho más factible que un pibe que se destaca en futsal pueda triunfar en el fútbol tradicional que a la inversa, Lerín subraya: “Este es un deporte en conjunto, y eso es lo que intento transmitirle a mis dirigidos: que uno juega con compañeros, que si uno no es responsable el resto sufrirá las consecuencias, ya que, para mí, acá se juega 80 por ciento en grupo y 20 en lo individual”.
