Yo no sé, no. En ese pedacito de la cancha –cuenta Pedro–, que vendría a ser una canchita de 9, a un costadito había unos brotes de ortiga que se resistían. Y cuando uno pasaba por ahí, en el ataque, como wing derecho, como los viejos números 7, tenía que tener cuidado porque algunos aceleraban y se estrellaban contra las cañas.
El que jugaba de 3, el marcador de punta izquierdo, tenía mucho cuidado para tirarse a los pies porque los brotes eran bravos. También se acuerda Pedro que cerca del segundo puente de la Vía Honda había llegado un flaco que era bueno de 6 pero que se brotaba enseguida. Cuando uno iba a jugar un desafío terminaba siempre a las piñas, según cuentan los compañeros, y cuando el torneo era por los puntos, los que lo conocían sabían que a la segunda provocación se brotaba y lo expulsaban. ¡Afuera!
Pedro también se acuerda que en ese tiempo la que se brotaba en el colegio era la de Lengua, cuando Pedro pasaba al pizarrón y le escribía “lluvia” tres veces distinto: una con b, la otra con v, y hasta con ye. Había que contenerla porque no lo podía creer. Y al poco tiempo, ya en la secundaria, la que estaba brotando era la militancia de los más pibes, que se volcaban a la política. Algunos por las circunstancias, otros porque mamaban de las raíces de los viejos peronistas, los troskos, los de la izquierda nacional. Y aparecían como brotes llenos de esperanza en los frentes secundarios. Eran años en los que parecía que se nutrían de las grandes luchas que estaban por venir. Aunque Pedro se acuerda que ya en septiembre a nivel internacional, a algunos brotes de gran esperanza ya los habian medio cortado: el autogolpe en Uruguay, Allende caía en Chile. Algo parecido a lo que está ocurriendo hoy pero mucho más sangriento.
A nivel futbolístico, Central ganaba un campeonato, Pedro cree que el del 73, con gran cantidad de puntos ganados desde la Tercera. Es que siempre hubo buenos brotes en las inferiores, tanto en Central como en Newell’s. También había jugadores medio veteranos, de esos a los que siempre hay que respetar, y con los pibes se daba eso de que mientras alguno asegura que hay que esperarlo, otros opinan que ya tienen que estar jugando en la Primera.
Pedro piensa en este brote de derecha que asola esta América del Sur, o por lo menos a los países más importantes. En ese Brasil, en el que parecía que el PT iba a estar para siempre y sin embargo ahora asume un gobierno de esos que vienen a echar por tierra toda esperanza de políticas inclusivas. Según un especialista, hay brotes que aportan muchas vitaminas: A, B, C, y fijate vos –incluso cualquiera lo puede googlear–, hasta vitaminas K1 y K2. Y Pedro, que se acuerda de la palabra “ka” y en cómo se brota la derecha cuando la escucha, se puso a buscar los beneficios de esas vitaminas y parece que ayudan a que no se calcifiquen las arterias, y que evitan problemas coronarios y de derrame. Mirá si nos ponemos (estos estarán pensando que es propaganda de Néstor y Cristina), más allá del parecido, que bueno sería que los brotes de resistencia se nutran de lo mejor de los ka, porque esa vitamina políticamente revivió la corriente sanguínea de muchos pibes y mucha gente se esperanzó a partir de ahí. Así que ojalá que se resistan los brotes, que duren, por toda América. Aunque ahora, en algunos casos, tengamos que hacer como la ortiga esa que resistió arrinconada. Pero lo que es seguro es que le vamos a hacer arder el traste a más de uno, hasta que vengan buenos tiempos y lleguen los nuevos brotes para impedir que esta pesadilla se haga realidad. O por lo menos que se consolide.
Fuente: El Eslabón