El hijo de Dios es un "western bíblico futbolero" argentino.
El hijo de Dios es un «western bíblico futbolero» argentino.

La película El hijo de Dios mezcla al deporte de la redonda con el western y hasta con la biblia. Mariano Fernández, uno de sus realizadores junto a Gastón Girod, dialogó con este medio.

Fue una idea de Gastón (Girod, su socio en la dirección y en el guión de la película). Es un planteo bastante simple y clásico: tres amigos llegan a un pueblo perdido de la llanura pampeana llamado Betania, se meten en problemas con un comisario, que tenía como una cosa medio de sherif de las películas de western, y terminan en cana. Y para salir, el policía los bate a duelo en un partido de fútbol”, resume Mariano Fernández de entrada, y agrega: “Unos 10 años después de esa idea primigenia, decidimos presentarla en un concurso de largometrajes digitales del Incaa y ganamos. Ahí tuvimos que plantearnos qué era lo que queríamos contar y nos dimos cuenta que lo queríamos era hacer una película de fútbol. Y que todos esos otros elementos nos servían a la vez para jugar un poco, combinarlos, y hacer una parodia. Nos interesaba hacer una crítica en torno al universo del fútbol pero en forma de comedia, así que mantuvimos esa cuestión del western pero llevándolo un poco más al extremo. Y también lo combinamos con algunas cuestiones, no religiosas, sino más bien bíblicas, en el sentido de la confrontación del bien y el mal, que históricamente aparecen en la Biblia. Pero llevado siempre a un contexto de fútbol”.

Mariano se refiere a El hijo de Dios, «un western bíblico futbolero», que así es como se lo define en los afiches de promoción.

Al ser consultado sobre la existencia de otras películas de “cowboys” en el cine argentino, aclara que lo que hay es “más bien una adaptación medio gauchesca del género”, y enumera: “Desde Guerra gaucha (clásico de Lucas Demare que retrata el enfrentamiento de las milicias de los «Infernales» del general Martín Miguel de Güemes contra los ejércitos realistas en el norte, durante la Guerra de Independencia), pasando por Juan Moreira, de Leonardo Favio, y Aballay, el hombre sin miedo, que hizo hace poco Fernando Spiner. Igual, lo nuestro no tenía tanto que ver con el rigor del western en el sentido estricto del género, sino que iba más por el lado del chiste y lo grotesco. Si bien referenciamos, para armar esa parodia, a películas western «de verdad», lo que más nos interesaba era el western spaghetti. Teniendo a las películas de Sergio Leone: El bueno, el sucio y el malo; Érase una vez en el oeste y Por un puñado de dólares, como las más paradigmáticas. Es decir, enmarcarla estéticamente pero que a la vez sea evidente el grotesco”.

A la derecha de su pantalla (grande), señora

Con El hijo de Dios, Mariano logró combinar sus dos grandes pasiones: el fútbol y el cine. “Lo que hace la peli es rememorar un poco mi infancia y la de Gastón en todo lo que tiene que ver con el fútbol”, asevera este hincha de Racing, y aclara: “A mí lo que más me gusta es jugarlo, sin dudas. De chico me la pasaba jugando y hasta los 15 años no existía otra cosa en mi vida que jugar a la pelota. Soy del oeste, de Ituzaingó, y jugaba en Gorki Grana, equipo con el que participamos de campeonatos Evita y otros torneos locales. Y ni hablar en el barrio: donde había un terreno baldío o un campito, era armar la cancha y ponerse a jugar. Así que en ese aspecto, a la peli la viví en primera persona”. Gorki Grana es el nombre del Centro Recreativo y Deportivo Municipal que se erigió en la quinta donde funcionó, durante la última dictadura, un Centro Clandestino de Detención conocido como Mansión Seré. “Toda mi infancia la pasé en el barrio Seré, en Castelar Sur, y vivía muy cerca de la Mansión. Pero ya en ese entonces todo ese predio había sido transformado en un polideportivo, con canchas de fútbol, básquet, pileta, etc., pero por supuesto que sabíamos perfectamente lo que había ocurrido allí”.

Apenas terminé el secundario –continúa–, me anoté en el Instituto de Arte Cinematográfico de Avellaneda donde hice la carrera de realizador. En la escuela hicimos varios cortometrajes y en esas experiencias tuve la suerte de conocer grupos de gente muy interesante, hice muchos amigos, e incluso algunos de ellos participaron de la película. Al par de años que me recibí ya empecé a laburar en algunas cosas, y desde el 2003 más o menos podría decir que lo empecé a hacer de manera profesional. Hace 3 días terminé una peli (que estaría lista el año que viene y que tiene como título provisorio Marilyn), una ópera prima en la que hice la dirección de producción que es el área en el que generalmente laburo, aunque también incursioné en la jefatura y cuando arranqué hice de asistente, de meritorio, pero generalmente estoy en la parte de producción”.

Al ser consultado sobre referentes o estilos preferidos, Fernández confiesa que “el cine me gusta todo, si está bien hecho me gusta todo tipo de género. Y si pudiera, me encantaría poder hacer una película de cada género”. Y añade: “De lo último interesante que estuve viendo, me gusta mucho lo que hace el director austríaco Ulrich Seidl, unos documentales y películas de ficción que son increíbles; y también un inglés que se llama Michael Winterbottom. Para hacer esta peli estuve viendo mucho western y Leone, sin duda alguna, es sobresaliente y todo lo suyo me parece una genialidad. Más bien veo de todo, todo lo que puedo. Por suerte hay tanto director y tanta película dando vueltas que siempre hay algo nuevo para conocer. Aunque también me gusta agarrar cosas viejas, clásicos que por ahí no viste y de repente te enganchás con alguna y te ves toda una filmografía de un director y está buenísimo”.

En fútbol, en cambio, el nombre de Diego sale de primera. “Sin dudas que Maradona es un referente, tanto para mí como para la película, que no por nada se llama El Hijo de Dios. No sólo como futbolista, sino también como personaje importante en toda mi vida, es alguien increíble”, se entusiasma el joven realizador, y argumenta: “Su vida me parece increíble, es un creador de todo tipo de cosas incluso por fuera de una cancha de fútbol. Un tipo que genera canciones, libros, películas, y cosas muy fuertes en la gente. En lo futbolístico, a mí particularmente, ver cosas de él con una pelota me emociona, me pone la piel de gallina. Pero también tengo un recuerdo particular por (Miguel Ángel) Colombatti. En realidad por todo el Racing del 88, con el Coco Basile como técnico. Lo pude vivir en mi infancia y creo que es el equipo más genial que ví jugar jamás. Tenía al Pato Fillol en el arco, a Fabbri en la defensa, estaba Rubén Paz, el Toti Iglesias, Medina Bello, pero particularmente tenía a Colombatti, que era el que más me copaba no sólo por lo bien que jugaba, sino también porque era de Morón, entonces había una cuestión de proximidad, de cercanía con el almacenero de mi barrio que había sido entrenador de él en su juventud, en las inferiores del Gallito, y que tenía el boliche lleno de pósters de Colombatti con la camiseta de Morón y con la de Racing”.

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