La detención el sábado pasado de Sergio Villarroel, el Zurdo, un presunto vendedor de drogas del distrito costero de Alto Verde, en Santa Fe, quedó subsumida el lunes por “la mentirita” que el ministro de Seguridad provincial, Maximiliano Pullaro, le propuso “tirar” durante una conferencia de prensa al secretario del área a nivel nacional, Eugenio Burzaco, para decorar la narrativa del éxito investigativo. Una tontería sobre el uso de Whatsapp para localizar a quienes se apartan de la ley pero que, de todos modos, trasluce un modo de presentar las conquistas oficiales en materia de narcotráfico que consiste en exagerar las dimensiones de los logros. Ese fin de semana, el subsecretario de Investigación Criminal, Rolando Galfrascoli, dijo sobre el Zurdo que “es el principal narco de Santa Fe”. El parte oficial sobre la detención, en cambio, informó sobre el secuestro de un kilo de cocaína y 20 gramos de marihuana, a pesar de haber sido allanada una vivienda que oficiaba, de acuerdo al relato oficial, como depósito de los estupefacientes. Conocedor del paño, el diputado del Frente Social y Popular, Carlos Del Frade, formuló una inquietante interrogación: “No sea cosa que por quedarnos en la anécdota de la mentirita, no nos demos cuenta de que probablemente se haya inflado todo lo del Zurdo Villarroel para seguir tapando a otros narcos que se mueven en la región”. Y se animó a dar un nombre.
Exagerar los resultados positivos y esconder o disminuir las pifias representa, tal vez, una habitual autodefensa de los oficialismos, de cualquier índole. Sus efectos, claro, son inciertos: la población puede adquirirlos sin someterlos a prueba de calidad, o algunos pueden estallar como un petardo en Navidad.
Fútbol y TV
Según explicó Pullaro el lunes en rueda de prensa –la misma en la que sin darse cuenta de que los micrófonos estaban abiertos le comentó a Burzaco que iba a “tirar una mentirita”- Villarroel se dedica a la ilícita tarea de la venta de estupefacientes desde “hace 20 años” en el distrito Alto Verde. Dos décadas que, de acuerdo al titular de Seguridad, fueron “de impunidad”, puesto que nadie se animó a marcar al Zurdo. Hasta ahora, que fue detenido junto a otras seis personas, integrantes de su “círculo íntimo” y acusados de integrar una banda de venta de estupefacientes.
Villarroel no era un tipo oculto en un búnker de un asentamiento impenetrable, rodeado de custodios armados. Por el contrario, era el presidente del club Defensores de Alto Verde, donde se practica fútbol, se realizan actividades sociales, recreativas y bailes populares. Además, el Zurdo tenía una empresa de televisión por cable, llamada, sin muchas pretensiones de originalidad, “Alto Verde”. Según los investigadores, esas actividades lícitas tenían por objetivo ocultar o disimular las ilícitas que se le endilgan a Villarroel en los estrados de la Justicia Federal.
El Zurdo, de 55 años, fue aprehendido el sábado en su vivienda junto a su pareja, de 38. Autorizados por el juez federal de Santa Fe, Francisco Miño, se realizaron dos decenas de allanamientos en Colastiné, Laguna Paiva y San José del Rincón, además de Alto Verde, claro.
El secuestro de drogas fue más bien magro. En cambio, de acuerdo a la información oficial, durante los operativos se incautaron 354 mil pesos en efectivo y cheques por un valor de 250 mil pesos. Los billetes pueden explicar la venta de estupefacientes, los cheques su operatoria “legal” ligada a las actividades lícitas del Zurdo, presuntas fachadas del dinero negro. De todos modos, ello debe ser comprobado judicialmente. El titular de un club de fútbol y cableoperador bien puede disponer de efectivo y medios de pago como los cheques.
Estimaciones
El mismo sábado de la detención de Villarroel, el subsecretario Galfrascoli le levantó el precio al operativo, a punto tal de asegurar que el gobierno había dado con “el principal narco de Santa Fe”.
“Hoy estamos en condiciones de aseverar que es el principal narco de Santa Fe. Si uno suma historia y presente de esta persona no queda duda que está a la altura de los Monos en Rosario”, comparó el funcionario en declaraciones reproducidas por el diario Uno de la capital provincial.
“Una persona que se creía intocable y con más de 20 años en el delito, con un circuito muy bien aceitado para poder sostenerse. Lo teníamos como un alto objetivo en materia de prioridad y por suerte lo pudimos cumplir”, apostrofó Galfrascoli, que no es un ordenanza del Ministerio de Seguridad sino el funcionario a cargo de la investigación criminal, el que maneja la data de las bandas que operan en territorio provincial y traza su cartografía.
“La mecánica que tenía la banda según las escuchas era la bajada de material estupefaciente y la distribución rápida”, detalló al mismo medio. Y explicó que, “de todas maneras, tenían un lugar que utilizaban como centro de distribución que es esa casa en Villa California, en Calle del Sol al 3100, donde sabíamos que guardaban el material estupefaciente”.
El informe oficial indica que en ese lugar, el depósito del “principal narco de Santa Fe”, la policía secuestró poco más de un kilo de cocaína y 20 gramos de marihuana. No lucen como el cargamento propio de un gran narco; salvo que al Zurdo le hayan avisado que la requisa pasaría por allí.
El propio Pullaro fue más modesto a la hora de la descripción de los alcances reales de la red capitaneada por Villarroel, aunque también levantó la vara de las conquistas antinarcóticos. De hecho, presentó los resultados del caso durante una conferencia de prensa en la ciudad de Santa Fe junto al segundo del Ministerio de Seguridad nacional, Burzaco.
“Gracias al trabajo conjunto de la Policía de Santa Fe, la Fiscalía Federal y las fuerzas federales hoy vemos el fin de un reconocido narco en la ciudad de Santa Fe”, dijo. “Una persona que con impunidad durante tantos años fue la cabeza de una banda de distribución de estupefacientes en diversos lugares del departamento”, se entusiasmó.
Un lector puntilloso habrá advertido que mientras para Galfrascoli el detenido era el más importante narco de Santa Fe, para su superior, el ministro Pullaro, representa la cabeza “de una banda de distribución”. Categorías, por cierto, distintas.
No se trata aquí de reducir el logro gubernamental en la desarticulación de la banda, tampoco de magnificarlo.
Que informen
El que con mayor nitidez advirtió que no era “la mentirita” el carozo del asunto fue el diputado Del Frade, quien en su condición de periodista investigó el mapa narco en Santa Fe. El legislador presentó un pedido de informes sobre la detención del Zurdo Villarroel donde pregunta sobre proveedores y vendedores, montos del dinero y la droga que movía, dónde se lavaba el producido del negocio ilegal. “Lo que pedimos en el informe es que por favor expliquen la calificación que dieron en esa conferencia de prensa cuando califican al Zurdo Villarroel como gran narcotraficante”, dijo Del Frade.
“Por qué dicen ‘gran’ si no dijeron la cantidad de dinero que se mueve en Alto Verde, ni la cantidad de cocaína y marihuana que movería el Zurdo Villarroel, ni se dijo nada sobre el lavado de dinero, si hay precursores químicos, quiénes son los proveedores”, siguió.
Consultado sobre el asunto de “la mentirita” de Pullaro, el diputado del Frente Social y Popular reflexionó: “No sea cosa que por quedarnos en la anécdota de la mentirita, no nos demos cuenta que probablemente se haya inflado todo lo del Zurdo Villarroel para seguir tapando a otros narcos que se mueven en la región”.
Para Del Frade, es menester “hacer la diferencia entre un distribuidor barrial de drogas y un narco, porque el dinero iba mucho más allá de Alto Verde”. Según el legislador, al centro de la ciudad capital.
Del Frade sostuvo su hipótesis aportando un nombre conocido en Rosario que, según presume, podría estar detrás del Zurdo y permanecer intocable aún. “Uno de los capturados –dijo- de apellido González, estaría vinculado con Luis Paz. Ese hombre estaría vinculado con el papá del Fantasma (Martín) Paz, que estaría viviendo en un country privado de Santa Fe desde hace muchos meses”.
Breve y obligada reseña: Luis Paz es el padre de Martín, el Fantasma, que fue cuñado de Claudio Pájaro Cantero, uno de los líderes de la banda Los Monos asesinado en mayo de 2013. Antes de ese homicidio, el que cayó bajo las balas de un sicario fue el propio Fantasma, cuya hermana ya no era pareja del Pájaro Cantero. Fue el 8 de septiembre de 2012 en 27 de Febrero y Entre Ríos, en horas de la tarde y cuando Paz conducía una cupé BMW Blanca.
La investigación del crimen no cumplió su objetivo procesal, que era determinar quién había asesinado al Fantasma. Sin embargo, sirvió al gobierno provincial como instrumento para avanzar en la persecución penal de Los Monos, que tras la muerte del Pájaro regaron de sangre algunas calles de Rosario, colocando a la ciudad en una infausta vidriera nacional: la de la metrópolis ganada por los narcos.
Luis Paz se hizo conocido cuando se publicó una fotografía suya durante una velada boxística en Estados Unidos junto al juez de instrucción local, Juan Carlos Felipe Viena, que era quien investigaba el crimen de su hijo Martín, el Fantasma.
Del Frade sostuvo que puede existir un vínculo entre el Zurdo y Luis Paz, a través de ese tal González, detenido en la redada del sábado. “Y ahí sí –señaló el diputado- se trata de un gran narco, porque está señalado como un distribuidor mayorista en Santa Fe y Entre Ríos, según lo que dicen los integrantes de las justicias federales de ambas provincias”.
Refrán paterno
“Vamos tirar una mentirita con el tema del whatsapp, no que lo intervenimos, sino que logramos sacar información de ahí para sacar un mensaje”, le dijo por lo bajo el ministro de Seguridad Maximiliano Pullaro al secretario nacional del área, Eugenio Burzaco. No tan por lo bajo como para que el micrófono dispuesto para la rueda de prensa no tomara esas palabras, y las amplificara.
“Se implementaron novedosas técnicas que nos permitieron perforar o sacar muchísima información de la red whatsapp como novedad en esta investigación”, se ufanó el ministro.
Cuando al día siguiente se dio a conocer el audio que no debía ser oído, explicó que la “mentirita” tuvo por objeto “no darle ni un centímetro de ventaja al narcotráfico”.
Una boutade, que el gobernador Miguel Lifschitz prefirió no ahondar y resolver con una salida elegante pero no por eso menos significativa. “Mi padre decía, en boca cerrada no entran moscas”, sentenció el mandatario, sin darle más relevancia al tema. Frase que podría traducirse como: “No seas tan jetón”.
Fuente: El Eslabón