Más que aumentada, la realidad que se ve con Macri es disminuida.
Más que aumentada, la realidad que se ve con Macri es disminuida.

La idea de realizar un balance de gestión a un año de la llegada de Mauricio Macri al gobierno es, precisamente, enfocar las medidas, acciones y políticas puestas en juego por su administración. Por tanto, seguramente habrá sucesos cuyos protagonistas fueron la oposición, las organizaciones sociales o el movimiento obrero, que no sean ponderadas.

Tampoco se trata de un exhaustivo análisis de los hechos más sobresalientes, sino más bien la enumeración de los mismos, con pequeños trazos de opinión alrededor de ellos. Se trata de no olvidar que hasta hace apenas 365 días, determinadas cosas parecían formar parte de un pasado al cual no se podía retornar. Y eso no fue posible constatar.

Diciembre feroz

Cuando asumió muchos quedaron hipnotizados ante la bochornosa escena del flamante mandatario bailando con planificado desenfreno en los balcones que alguna vez sostuvieron el peso histórico de Juan y Eva Perón. A un año, ese indecoroso y danzante comienzo de gestión puede ser tomado como la metáfora exacta de lo que fue una perversa práctica: la ensayada payasada enmascarando la puntillosa ejecución del crimen.
Mientras la vicegobernadora Gabriela Michetti desafinaba una canción bailantera de Gilda y el millonario ensayaba su patética coreografía, en el escritorio del despacho presidencial esperaban para ser firmados varios decretos que harían retroceder años a la Argentina.

En aquel diciembre que parece tan lejano, el empresario devenido jefe de Estado le puso el gancho al decreto que formalizaba el nombramiento de dos ministros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, le sacaba las retenciones al agro, eliminaba la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y devaluaba el peso en un 40 por ciento, al tiempo que eliminaba el llamado “cepo” cambiario.
Todo por decreto. Nada quedaba de la cantinela mediática protagonizada por crápulas periodísticos que reclamaban calidad institucional, división de poderes y un rol protagónico del Congreso, al que durante el kirchnerismo habían rebautizado como una escribanía al servicio de Balcarce 50.

Ahora, el perro Balcarce, sentado en el sillón presidencial, era testigo de la febril rúbrica serial de decretos que colocaban a aquella “escribanía” en la categoría de pueril metáfora.
Se dirá que algunos de esos furiosos arranques fueron posteriormente desactivados, y que los ministros Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti finalmente se incorporaron a la Corte como manda la Constitución, por vía de la aprobación del Senado. Pero esa interpretación formal omite la fuerza desenfrenada de lobby que ejerció el grupo Clarín, padrino del primero, y la corporación jurídico política, que promocionaba al segundo, sobre la Cámara alta, y que aquel decreto sirvió como moneda de cambio que pudieron exhibir los “republicanistas”, como el titular del máximo tribunal, Ricardo Luis Lorenzetti, alguien que se erigió como el moderador de los arrebatos monárquicos de Mauricio.

Enero: Milagro presa y luna de miel con Massa en Davos

Enero arrancó con la apertura de las importaciones, el primer aumento de la nafta, y la detención de Milagro Sala en la provincia de Jujuy, acusada de impulsar un acampe en la plaza central de San Salvador, o sea por protestar.

Aquel apresamiento, que formó parte del plan de venganza urdido por el nuevo gobernador Gerardo Morales, quien llegó al poder acompañado por un hombre de Sergio Massa, Carlos Guillermo Haquim, inauguró una escalada de violaciones a los derechos humanos que en estos días está en el centro exacto de la mira de organizaciones supranacionales como la ONU y la OEA; la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh); de instituciones internacionales defensoras de esos derechos como Human Rights Watch y Transparency International, y organismos nacionales como el Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels).

La arbitraria detención de la líder de la agrupación social Túpac Amaru es tan escandalosa como las manifestaciones de Macri, quien dejó hacer en aquel enero caliente y ahora plantea un concepto aberrante: “A la mayoría de los argentinos nos ha parecido que había una cantidad de delitos importantes que se habían cometido por parte de Sala, que ameritaba todas esas causas que tiene abiertas. Es importante que esta información sea compartida por todo el mundo”. Tal vez a Macri no le pase por la cabeza que según su teoría, si a la mayoría de los argentinos le parece que él está loco, puede terminar en un manicomio.

En ese mismo mes, Macri emprendió un viaje que consideró fundacional en torno de dos ítem que consolidarían su imagen de estadista: la cumbre de Davos. A ese encuentro de jefes de Estado y hombres de negocios multimillonarios llegó acompañado de Sergio Massa. La Nación del viernes 22 de enero titulaba: “En Davos, Macri posicionó a Massa como el próximo líder del PJ”, y en su bajada completaba la operación de prensa diseñada por Jaime Durán Barba y Marcos Peña: “El Presidente le envió un guiño al líder del Frente Renovador, quien lo acompaña en el Foro Económico Mundial”.

Macri dijo que de esa cumbre surgirían monumentales inversiones, y de paso pretendió erigir un polo opositor “amigable”, alejado del talante crispado con que siempre definió al kirchnerismo. El segundo término de esa ecuación se cumplió a rajatabla, el primero, Mauricio aún nos la debe.

Aquel primer mes de 2016 registró otro bochorno institucional. Por “problemas de agenda”, Macri se negó a recibir a las Abuelas de Plaza de Mayo, preocupadas por lo que ya se veía como un recorte presupuestario a los programas en el área que comanda Claudio Avruj y por aquel vaticinio acerca del “curro” que se terminaría cuando Cambiemos llegara a la Casa Rosada.

Un febrero de tarifazos y despidos

El segundo mes de gestión Macri lo inauguró con los anuncios de aumentos del 500 por ciento en las tarifas de energía eléctrica e incrementos promedio de 40 por ciento en los alquileres. En paralelo, eliminó las retenciones a la minería, y ordenó a su ministra de Seguridad que dicte el protocolo anti piquete, que rara vez se puso en práctica, pero que en realidad se trató de un piso represivo que las fuerzas federales rápidamente interpretaron como una suerte de liberación respecto de las estrictas normativas del kirchnerismo, que evitaba la represión de la protesta social.

En febrero también comienzan los despidos en el Estado, y no hubo área en la que la larga mano del macrismo no arrasara con lo que el ministro de hacienda Alfonso Prat Gay definió como “la grasa militante” que había que extirpar del ámbito público.

Se demonizó a presuntos ñoquis, casi todos atribuidos a La Cámpora, se blandieron papers truchos respecto de funciones incumplidas y salarios onerosos cobrados por no trabajar, pero jamás esas denuncias mediáticas fueron traducidas en sumarios internos o aplicación de normas contra esas presuntas prácticas. Se apeló al despido sistemático incluso en el Senado, donde Michetti llegó a elaborar una nómina de más de medio millar de empleados para cesantear, medida que tuvo que rever porque no tenía asidero jurídico ni político.

La vicepresidenta, luego de despotricar contra los ñoquis heredados, nombró a parientes suyos en altos cargos de la Cámara alta, procedimiento que replicaron todos los ministros, secretarios de Estado e incluso directores del elenco gubernamental de Cambiemos, en todos los casos con altísimas remuneraciones y con el único mérito de pertenecer al espacio político que une al macrismo con el radicalismo en la alianza gobernante.

Marzo: marche un asado para los buitres

El aumento en marzo de un 40 por ciento en el precio de la carne fue acompañado de una caída del consumo de alrededor del 20 por ciento. También aumentaron un 20 por ciento los medicamentos, y Macri preparó la ofensiva parlamentaria para desanudar la legislación que garantizaba el desendeudamiento con una frase infame: “Si no le pagamos a los buitres hay hiperinflación o ajuste”. Luego de revolear ese dechado de terrorismo verbal, ordenó aumentar 400 por ciento el servicio de agua corriente.

Abril: la Caja de Pandora de los Panama Papers

El cuarto mes del año arrancó con lo que el diario Ámbito Financiero reflejó de la siguiente manera: “El Gobierno continúa con la política de sinceramiento tarifario. Ahora el turno les llegó a los consumos de gas y agua, con incrementos que en promedio podrán ser de hasta un 300 por ciento en el caso del gas”.

Pero lo que realmente trastocó la ofensiva neoliberal de Cambiemos fue el surgimiento de una investigación que llevó adelante un consorcio de periodistas de distintos países, entre los cuales, por supuesto, la Argentina realizó su aporte. La pesquisa se denominó Panama Papers, y básicamente se trató del descubrimiento de sociedades offshore ocultas en paraísos fiscales. En el caso del presidente Macri, lo escandaloso fue que figurara en el directorio de algunas de esas compañías, y que no renunciara como sí lo hicieron los mandatarios o autoridades de otras naciones que se vieron igualmente involucrados.

El blindaje mediático le permitió a Macri salir del paso con sólo prometer que sus bienes serían administrados desde ese momento por un fiador ciego, algo que jamás volvió a mencionar ni le fue requerido que lo hiciera de parte de los medios hegemónicos.

Los periodistas argentinos, en especial los del Grupo Clarín, es evidente que fueron con la intención de encontrar entre esas empresa diseñadas para evadir impuestos y lavar dinero algo relacionado con la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. El colmo del papelón periodístico lo protagonizó una integrante del equipo de Jorge Lanata, Mariel Fitz Patrick: antes de que se hiciera pública la participación de Macri en empresas offshore en Bahamas, ella le avisó, rompiendo con el protocolo que se había autoimpuesto el consorcio de colegas que participó de la mega investigación: “Nos pareció de buena fe avisarle a Macri unos días antes”, confesó la periodista del programa Periodismo Para Todos.

En abril, el PAMI achicó la lista de medicamentos gratuitos, y el Banco Central
emitió 16 mil millones de dólares de deuda para pagarle a los fondos buitre más de lo que pedían al anterior gobierno, cuando el ministro era Axel Kicillof.

Mayo: el Capitán Veto surca el espacio parlamentario

Mayo arrancó con otro aumento en el precio de la nafta, y Laura Alonso, a cargo de la Oficina Anticorrupción, en lugar de investigarlo, salió en defensa de Macri por su rol protagónico en el escándalo de los Panama Papers.

En ese mes, el Gobierno firmó un llamado “Acuerdo anti despidos” con empresarios que después de rubricar ese papelucho comenzaron a suspender y despedir a sus trabajadores, mostrando que cuando se trata de socios, no hay acuerdo anti despidos que valga. Pero el gobierno de Macri logró que que se cumpliera un acuerdo, el que firmó con la multinacional Mc Donalds, que precarizaba el empleo y perforaba el piso del salario mínimo vital y móvil.

Pero el gran acontecimiento del mes Macri lo produjo al vetar la ley anti despidos que había sancionado el Congreso casi por unanimidad. Si bien los medios hegemónicos taparon todo lo que pudieron el escandaloso episodio, fue el primer signo de resquebrajamiento en la alianza de poder cuyo trípode lo constituyen, aún, el peronismo de la Tendencia Involucionaria, los sectores más retrógrados de la CGT y el propio partido de gobierno. Aún así, sólo las dos CTA reaccionaron en forma proporcional a la inequívoca medida antiobrera del macrismo.

Junio: “El trabajo sucio está hecho”

A mitad de año, Macri modificó un decreto del Ministerio de Defensa devolviéndole atribuciones a las Fuerzas Armadas que desde los tiempos de Raúl Alfonsín les habían sido sacados.
Fue el mes en que la Justicia imputó al ministro de Energía Juan José Aranguren por importar gas de Shell -la compañía de la cual fue CEO local hasta asumir- desde Chile. El funcionario había cancelado el envío de gas que tradicionalmente llegaba de Bolivia, y la nueva empresa comenzó a suministrar el fluido con un costo 133 por ciento más caro.

En junio, el dólar llega a los 15 pesos, pero el ministro Prat Gay apela al sincericidio y declara: “El trabajo sucio está hecho”.
Para cerrar un mes fatídico, con la ayuda del Frente Renovador y del Bloque Justicialista de Diego Bossio en Diputados, y de Miguel Pichetto y otros en el Senado, Macri logró que se sancione la ley de blanqueo de capitales.

Julio, un bicentenario con angustia

En el mes del Bicentenario de la Independencia patria, Macri no tuvo mejor idea que invitar al Rey emérito de España, Juan Carlos de Borbón a los actos que se celebraron el 9 de julio en Tucumán. Antes del desfile, en el que el monarca se quedó dormido, Mauricio le ofreció una frase que quedará para el recuerdo en el altar de las mentes colonizadas. Refiriéndose a los patriotas que firmaron el Acta de la Independencia, el Presidente exclamó “Claramente deberían tener angustia de tomar la decisión, querido Rey, de separarse de España”.

Entre tanto fasto neoliberal, la Jefatura de Gabinete se apropió de las bases de datos de la Anses, con la excusa de que le serviría al Estado para realizar “comunicación política”. Casi toda la oposición coincidió, dados los antecedentes del macrismo en la materia, que se trataba de un claro caso de manipulación de datos con fines de espionaje político ideológico.
En julio se produjo el primer cacerolazo contra el Gobierno por los tarifazos, pero Macri llevó paz a los hogares, al sentenciar: “Lo peor ya pasó”.

Agosto, el mes en que quisieron encanar a Hebe

Agosto fue un mes en el que la vergüenza imperó de la mano del Partido Judicial. En un alarde que debería haber dedicado a otros fines menos ominosos, un magistrado intentó detener a la titular de la Asociación Madres de Plaza de Mayo Hebe de Bonafini. Como lo reseñó en su momento el portal de noticias Minuto Uno, “el juez federal Marcelo Martínez de Giorgi ordenó la detención de Bonafini, luego de que no se presentara a declarar en la causa por el desvío de fondos del programa Sueños Compartidos”.

Hebe había dicho que no se haría cómplice del espantoso circo montado para hacer desfilar a funcionarios y simpatizantes de los gobiernos kirchneristas para satisfacer los deseos del CEO de Clarín Héctor Magnetto y asociados.

Pese a la presencia de camiones hidrantes, celulares y un ejército de canas, Hebe y otras Madres salieron aquella tarde de la sede de la entidad, en la zona de Congreso, y se fueron lo más campantes a la Plaza de Mayo, para cumplir con la tradicional ronda de los jueves. Miles de militantes rodearon a las queridas “Viejas”, y le pusieron un límite al osado juez, que al otro día levantó la orden de detención, apersonándose tres días más tarde a la sede de la Madres para tomarle la declaración. Una victoria del campo nacional y popular, en medio de tanta derrota y escarnio provocado por la gestión Macri.

En agosto también llegaron a la Plaza de Mayo, empujados por la crisis de las economías regionales, decenas de productores que regalaron fruta a miles de personas que hicieron cola para recibir una manzana y una pera, un indicativo de que lo peor, pese a lo que decía Macri, no había pasado.

Ese mes, además, se conoció la fuerte subida del desempleo y la descomunal caída en la actividad económica, según el Indec “recuperado” por Cambiemos.

Septiembre: Mini Davos sin inversiones

El noveno mes del año dejó una pavorosa estimación: la deuda pública alcanzará el 46 por ciento del PBI, de acuerdo al vertiginoso ritmo de toma de créditos a cortísimo plazo por parte del gobierno macrista. Y lo que pretendió ser un respiro ante tanta malaria terminó en fiasco. El Gobierno convocó a empresarios de todo el mundo para participar de lo que bautizó como el “Mini Davos”, un cónclave en el que presuntamente se anunciaría una lluvia de inversiones, pero que en realidad sirvió para que los capos de esas mega compañías le exijan a Macri un proyecto de reforma laboral para reducir los aportes patronales, bajar los salarios y abaratar los despidos.

La infamia que corona al juez federal Claudio Bonadio llega a su máximo nivel cuando baja la orden de quemar los kits que componen el plan Qunita. El magistrado ordenó la destrucción de 60 mil cunas incluidas en el plan para bebés recién nacidos que llevó adelante el gobierno de CFK, en el marco de una investigación armada contra Aníbal Fernández y Daniel Gollán por presuntos sobreprecios.

La orden de Bonadio generó el repudio generalizado de organizaciones sociales y profesionales de la salud, quienes lograron que se frene la orden y fueran revisados los criterios con que se evaluaron las cunas, que finalmente se comprobó que no sólo no eran inseguras, sino que salvaban miles de vidas de recién nacidos.

Macri finalizó el mes con otro papelón, al asegurar que Inglaterra había accedido a conversar el tema de la soberanía sobre las Islas Malvinas. Pues bien, el Reino Unido lo desmintió en forma lapidaria, generando otro bochorno diplomático.

Y entre otras barrabasadas, Macri reclaman que evalúen su gestión desde ese momento, cuando se conocen índices de pobreza generados por sus políticas.

Octubre: La ONU exige liberar a Milagro Sala

En octubre, el ministro de Medio Ambiente, el rabino Sergio Bergman, es consultado sobre los incendios forestales que se producen todos los años. Su respuesta desconcierta a propios y extraños: “Lo más útil es rezar”.
Contra las promesa expresadas en su campaña presidencial, Macri anuncia el final de Fútbol Para Todos, y se prepara para otorgarle la explotación al sector privado. Pican en punta Clarín y el multimillonario empresario mediático yanqui Ted Turner.

El Grupo de Trabajo de la ONU sobre la Detención Arbitraria reclama al gobierno nacional la liberación de Milagro Sala. El presidente del organismo, Roland Adjovi, explicó claramente: «El gobierno federal tiene obligaciones en ese sentido en el plano internacional. La naturaleza federal de Argentina no puede ser una excusa escapatoria a sus obligaciones». La exigencia puso a Macri contra las cuerdas, pero el perseguidor Morales respondió autoinculpándose del apresamiento: “No voy a liberar a esa mujer”.

Noviembre en Qatar

El gobierno de Macri celebra un polémico memorándum con Qatar para abrir sociedades offshore. Según el periodista de Perfil Ramón Indart, “el 6 de noviembre el director del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la Anses, Luis María Blaquier, puso la firma para el Memorandum Of Understanding (MOU). El anuncio fue realizado por la vicepresidenta Gabriela Michetti junto al CEO de Qatar Investment Authority (QIA), el Sheikh Abdullah bin Mohammed bin Saud Al Thani, en una sala del hotel Shangri-La. De la comitiva formaron parte la propia Michetti; el asesor del Presidente en Inversión Extranjera, Horacio Reyser; el director general de Relaciones Internacionales del Senado, José Ortiz Amaya, y la embajadora argentina en Doha, Rossana Cecilia Surballe. Uno los asistentes llama la atención: en el encuentro estuvo el tenista retirado Gastón Gato Gaudio, amigo del Emir”. Una pinturita de tráfico de influencias mezclados con negocios a partir del “dinero de los jubilados”, como acostumbraba decir el PRO cuando era oposición.

Lo cierto es que el acuerdo da nacimiento, siempre según la óptica de Perfil, que no es precisamente un medio kirchnerista, a “una estructura offshore para la eficiencia en el pago de los impuestos y con un administrador extranjero”, esto es el sheik.

Llama la atención que la firma de ese memorándum sólo fue posible tras ser aprobada en el Congreso la ley que establece un régimen de participación público-privada (PPP) para desarrollar obras de infraestructura. En realidad, una forma más de ofrecer ventajas a empresas extranjeras.

En noviembre también se conoce el perdón a las compañías eléctricas de deudas por más de 19 millones de pesos, y se concreta la primera venta de acciones de ANSES. El déficit fiscal llega a 67 por ciento del PBI, y la aa actividad sigue cayendo en picada: se registra un retroceso del 3,7 por ciento. Ah, por si fuera poco, el dólar llega a 16, después de haber superado ese techo.

Diciembre re caliente

Tras un positivo consenso alcanzado en la Cámara de Diputados por el Frente para la Victoria, el Frente Renovador y el Bloque Justicialista, se dio media sanción a dos proyectos de ley: la reducción del impuesto a las ganancias y la emergencia social. Sin embargo, Macri arremetió contra toda la oposición, la maltrató -incluso a sus socios en muchas trapisondas legislativas, como Massa y Bossio, y amenazó con vetar la primera de las normas si el Senado la sanciona.

El apriete del Ejecutivo a los gobernadores forzó una negociación entre el Gobierno, las provincias, y la CGT, que al cierre de esta edición aún está en proceso.
Y para finalizar del mismo modo en que comenzó, Macri, por decreto, habilitó a los familiares de funcionarios a ingresar al blanqueo, algo que los legisladores opositores habían logrado sacar de la llamada Ley de Sinceramiento Fiscal.

En síntesis, doce meses de pesadillas para los sectores más vulnerables, con un retroceso en todas las líneas en las que -durante los doce años y medio previos a la llegada de Macri- se habían logrado o recuperado un importante abanico de conquistas sociales y económicas.

La situación de la oposición es fluctuante. Y aunque en este fin de año el gobierno macrista sufre su peor momento político en su relación con la oposición, se avecina un año electoral, en el que más que lluvia de inversiones se espera un verdadero vendaval de carpetazos, aprietes y estímulos constantes y sonantes, en pos de llegar a los comicios de medio mandato con alguna chance de triunfo. Las encuestas en la provincia de Buenos Aires no son alentadoras para la coalición de derecha que gobierna desde diciembre de 2015.

Fuente: El Eslabón

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