Foto: Andrés Macera.
Foto: Andrés Macera.

El funcionario del gobierno de Dilma Rousseff, pasó por Rosario y dialogó con este medio. La democracia, el golpe y las resistencias en toda latinoamérica fueron parte de la charla.

Juca Ferreira fue dos veces ministro de Cultura de Brasil. Primero, entre 2008 y 2011, durante el gobierno de Lula Da Silva, y luego entre 2015 y 2016 con Dilma Rousseff. El golpe de estado parlamentario de Michelle Temer no sólo lo destituyó, sino que atinó a eliminar por completo la cartera que supo conducir. La reacción popular, sin embargo, no lo permitió. Juca Ferreira ya no es un funcionario, pero no significa que su trabajo por y para la cultura haya terminado. El sociólogo y gestor cultural enumera, en off, los múltiples viajes que le tocan, uno de ellos, a Rosario y Santa Fe, en el marco del primer Festival de Innovación Ciudadana de Argentina. Entre charlas, reuniones y unos minutos para descansar, Ferreira recibió a el eslabón y charló sobre el rol de la cultura en los procesos democráticos y de resistencia al neoliberalismo.

—¿Por qué piensa que una de las primeras medidas de Michel Temer fue eliminar el Ministerio de Cultura?

—Fue muy simbólico que Temer haya adoptado como primera medida terminar el Minsiterio de Cultura, que fue creado en el inicio de la democracia. Los neoliberales no tienen conciencia de la importancia de la cultura, trabajan solamente con la idea de producción y circulación de mercancía, la administración de la moneda. Solamente en el campo económico. No tienen un proyecto para la nación, para el conjunto de la sociedad. La cultura es, además, muy incómoda, porque es crítica, porque desarrolla procesos contrahegemónicos en todos los sentidos. Entonces, yo creo que son alérgicos a la cultura.

—¿Cuál es esa importancia de la Cultura a la que usted hace mención?

—Primero, una cosa fundamental: nosotros somos los únicos animales que simbolizamos y que tenemos necesidad de simbolizar, de construcción, de una visión simbólica colectiva e individual. Y esa necesidad es tan básica como la comida, la habitación, la salud, y por eso tiene que ser considerada una política central de un Estado democrático. La cultura es fundamental para el desarrollo de las subjetividades, para entender al otro, al distinto, para vivir en una sociedad democrática respetando a los demás, para la sustentabilidad. Entonces, por todos esos aspectos, tanto para el desarrollo de la economía, como para la integración y hasta para manejar nuevas tecnologías, una sociedad que tiene profundidad cultural tiene más chance de obtener resultados positivos.  

—¿Cómo analiza la reacción de los artistas y la población en general una vez eliminado el Ministerio de Cultura?

—Fue sorprendente para mucha gente. Nosotros hicimos un buen trabajo en el Ministerio. Hay un reconocimiento por parte de la población, de los artistas, de los trabajadores de la cultura, de gestores, de que el Ministerio cumple un rol importante en la construcción del desarrollo cultural del país.  Hubo una reacción: mucha participación y una desaprobación por parte de la opinión pública y tuvieron que recular, volver atrás.

—¿Y ahora? ¿Qué cultura propone un gobierno neoliberal?

—Están destruyendo lo que fue construido. Van por dentro, como termitas. Despiden gente, desestructuran grupos de trabajo, poniendo gente ligada al gran capital cultural en el área de derechos actorales, por ejemplo. Ahora quieren destruir la politica de cine, una de las mejores políticas que tuvimos. Cuando (el ex presidente) Lula asumió al gobierno, eran menos de diez películas al año las que se producían. Ahora son 650. Ya tenemos una parte importante del mercado audiovisual, y el cine brasileño ya produce más plata que la plata que el gobierno pone. Y quieren destruir eso. Los tipos realmente son contrarios a la cultura. El actual ministro, Roberto Freire, ya declaró varias veces que Brasil no necesita de un Ministerio de Cultura. Es el único ministro del mundo que tiene la misión de acabar con su propio ministerio. Es increíble, pero en Brasil pasan cosas extrañas.

—¿Cómo ve la resistencia de los artistas y agentes culturales de Brasil frente a estas políticas?

—Están resistiendo de varias formas. Participando de actos. En las ocupaciones del Ministerio, por ejemplo, los grandes artistas fueron a manifestar su apoyo y solidaridad a la ocupación. Lo hacen también en los periódicos, en sus canciones, piezas de teatro. Hay un clima de rebelión en el área cultural de Brasil.

—¿Cómo resumiría las políticas culturales de los últimos 13 años, o al menos, qué destacaría del proceso del PT en el gobierno y su relación con la cultura?

—El Ministerio ya tenía más de 20 años de existencia y nunca había hecho nada significativo, porque no había una noción clara de cuál es el rol del Estado democrático junto a la cultura, las artes. Nosotros fundamos el Ministerio en la práctica. Modernizamos y ampliamos el concepto de cultura, modernizamos la función del Estado, desarrollamos políticas, programas y proyectos para todos los aspectos. Incorporamos áreas de la cultura que nunca habían sido trabajadas, como por ejemplo, las culturas de los pueblos indígenas. Incorporamos, también, áreas importantes de arte y arquitectura como parte de la producción simbólica del país, apoyamos las iniciativas de la sociedad. O sea, además de hacer el trabajo tradicional de prestar servicios, de fomentar y financiar parte de la cultura, también procuramos desarrollar programas creativos e innovadores para ampliar la posibilidad de incorporación de la sociedad en la práctica cultural y en el consumo cultural.

—¿Considera que estas políticas culturales aportaron a reforzar el concepto de democracia?

—Las frustraciones de la población con los políticos, la corrupción, la incapacidad de representar los intereses, demandas y necesidades de la población, desgastó un poco la idea de democracia. La experiencia democrática en Brasil, sin embargo, me hace creer que a medio plazo los golpistas no tienen posibilidad de aceptación. Nosotros vamos a retomar una vida democrática porque hay una experiencia viva que incorporó derechos, que mejoró la vida de las personas. La democracia dejó un rastro, una posibilidad de retomarnos. Creo que eso va a acontecer, no creo que el gobierno actual llegue a mediados del próximo año.

—El avance del neoliberalismo es un común en toda latinoamérica. ¿Hay unión entre los distintos procesos culturales de democracia y resistencia entre los países?

—Todavía no. Pero es necesario construir una cooperación de los pueblos latinoamericanos para hacer frente a los golpes, al neoliberalismo, la intervención extranjera en nuestras vidas diarias. Y también es indispensable para reforzar la democracia y ampliar los derechos de los pueblos latinoamericanos.

Fuente: El Eslabón.

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