Ilustración: Facundo Vitiello.
Ilustración: Facundo Vitiello.

Yo no sé, no. Pedro no recuerda si era un monte de arbustos o si siempre fueron árboles, lo cierto es que era casi como una manzana porque tenía como 100 metros de largo. Incluso se pensó en algún momento en hacer una canchita ahí, porque hasta el pastito estaba bueno.

El bosquecito de yuyos con el tiempo le dio paso a la primera manzana de eso que llamaban “asentamiento”, los primeros ranchos cerca de la casa de Pedro, bah. Era un listón de tierra, una franja que no se sabía si era fiscal o no. Era una manzana en la que Pedro cosechó varios amigos y en la que estaban los famosos pasillos clandestinos, especiales para encuentros amorosos, hasta que se urbanizó.

En ese tiempo, por una cuestión social, religiosa o cultural, aprendíamos que la manzana era la fruta del pecado, el fruto prohibido en la metáfora de Adán y Eva.

A Pedro le parecía raro, medio contradictorio, que le dieran una manzana para llevar a la escuela porque la manzana nunca llegaba a la escuela, y mucho menos al recreo. Unas pocas compañeras llevaban manzanas pero para congraciarse con la maestra. Pero, ojo que no se corriera la bolilla que eras vos el que se la había llevado porque quedabas marcado para siempre. Chupamedias, orejón, cualquier cosa te decían.

En el barrio, por aquellos días, apareció un petiso que fue directo al arco y que, como venía de otro barrio, aclaró de entrada: “A mí, diganmé Manzana”. Tendría 12 ó 13 años y lo dijo como diciendo: “Y no me pregunten por qué”. Manzana se la rebuscaba en el arco, pero al tiempo nos dimos cuenta que también le gustaba jugar arriba, o en el mediocampo. Algunos partidos en los que estábamos jodidos, el petiso nos ordenaba. Se podría decir que era la manzana buena del cajón podrido cuando el equipo no encontraba el rumbo.

Después aparecieron esas otras metáforas que te quierten hacer creer que el problema no es taaan institucional (ya sea policial, política o empresarial), sino que hay 2 ó 3 manzanas que pudren el cajón. Pero Pedro se pregunta si no será que el cajón entero está podrido y sólo se salvan un par de manzanas. A lo mejor es un análisis prejuicioso ,como el primero, pero es para pensarlo.

En Primera, Pedro no se acuerda de ningún Manzana de apodo, aunque sería lindo sonoramente: “Avanza Manzana por la izquierda con la pelota al piso”.

También están aquellos que dicen: “En esa manzana hay gente jodida”. Eso pasa en todos los barrios. Siempre hay 2 ó 3 manzanas en las que la cosa está fulera, pero aquellos la tildan de manzanas podridas irrescatables, pero ahí vive gente, y la mayoría muy golpeada.

La manzana también es el blanco ideal para el arco y la flecha. Robin Hood, en las viejas películas, le tiraba para demostrar puntería.

La historia dice que Robin Hood le robaba a los ricos para darle a los pobres, pero estos le sacan todo a los pobres para dárselo a los ricos, que son ellos mismos. Por eso, dice Pedro, lo que habría que hacer es sacar del cajón de la patria a esas 20 manzanas porteñas, bien cerquita de la Casa Rosada, en las que hoy se concentra el poder. Esas manzanas que tienen el poder de pudrirla… y lo están usando.

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