Yo no sé, no. El otro día Pedro me comentaba que cuando esperaban el fin de semana era todo un clásico ver cómo empilcharse. ¿Mocasines o los con cordones? ¿la campera o el saquerli? ¿las Adidas o las Topper? ¿el vaquero o los de vestir? Y si van los vaqueros, ¿los Lee o los Levis? ¿barrio Acindar o barrio Alvear? ¿Gimnasia y Esgrima o Provincial?
Ya en la secundaria, ¿el Superior o el Politécnico? ¿Perón o Balbín? El bailongo, ¿el de cumbia o el de rock? En la radio, ¿tango o folclore? Cuando llovía, ¿ir al Sol de Mayo o a cazar ranas? Los que querían aprender inglés, ¿la Cultural o Aricana? Para comer una pizza, ¿a la Imperial de calle Rioja o la de avenida Pellegrini? Para el chamuyo o la militancia, ¿el Odeón o el Cairo? ¿los Rolling o los Beatles? ¿los Wawancó o el Cuarteto Imperial? ¿la UES o los bolches? ¿la UES o los troskos?
En la universidad, la Franja o el MNR? ¿el MNR o la Franja o la JUP? Y todos contra el CNU. Los puchos, ¿Particulares o LM? ¿Jockey o Colorado? ¿Parisienne o Gitanes?
Ahora, Pedro dice que este fin de semana, que se juega la fecha de los clásicos, al nuestro, el de acá, el de los del Parque y los de Arroyito, lo esperamos con expectativas. Ya sea para un momento de alegría o de tristeza. Pero lo cierto es que hay otro clásico más importante, que viene desde hace tiempo. El que de los tipos que con el ropaje de conservadores, de estancieros unitarios, siempre quisieron un país para pocos. Y que ahora están de nuevo y nos dicen que tienen equipo, un equipo de CEOs, será. Ese partido, está por terminar el primer tiempo y vamos perdiendo, dice Pedro, pero quién te dice. Estamos en la calle y estamos movilizados. Ahora estamos rechazando para que no nos hagan más goles, pero en una de esas les empatamos. Y hasta podemos ganarles. ¿Y sabés para qué?, dice Pedro. Para que volvamos a disfrutar de aquellos clásicos, de la pilcha, del bailongo, de la música, y hasta del fútbol. Cuando recuperemos esos clásicos, estos ya no van a pintar más.